COLUMNISTAS

Más virulenta que la COVID-19

¿Cuándo aparecerá el antivirus que, al menos, la aplacará y logre neutralizar los peligros y el caos que están creciendo junto a ella? A juicio de muchos, esta pandemia tendrá repercusiones globales mayores que la del SarCov-2, no obstante que el gigantesco saldo del fenómeno sanitario ha dejado más de seis millones de muertos y una cifra muy superior de secuelas a la salud humana.

Y es que esta extraña pandemia geopolítica ataca a la psiquis planetaria, incluyendo lo socio-polítipppco-cultural, adicional a los gigantescos trastornos económicos-financieros de los que no escapa ¡NADIE!

Los esfuerzos actuales de mediación del Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, con su visita a Rusia, son más criticados que elogiados en el llamado “mundo occidental”, al que pertenecen países que están en la antípodas geográficas del planeta, como los muy orientales Japón y Australia pero que forman parte de una virtual Nueva Entente.

Recordemos que ese término de origen francés denota un pacto o entendimiento, y en la historia, ocupa un lugar mediante la Triple Entente, alianza militar establecida entre Francia, Rusia y Gran Bretaña, firmada en 1907.

Mientras los esfuerzos porque el diálogo sea esperanzadora noticia, lo que predomina en el panorama global son las confabulaciones, más o menos públicas, para atizar el fuego, aportando armas, muchas armas, a un infierno bélico que no respeta “corredores humanitarios” y se llena de falsas noticias y conspiraciones para reforzar el papel malvado que se le atribuye a Rusia en este trágico episodio contemporáneo.

Más allá del resultado del conflicto en torno a Ucrania le gran pregunta que nos hacemos todos es que después de él ¿Cómo quedará configurado el mundo?

Asuntos como coexistencia pacífica, colaboración internacional, comunidad de intereses, lucha contra pandemias y desastres de todo tipo a nivel planetario, entre otros aspectos claves para la sobrevivencia humana civilizada, se hacen casi impensables porque los enemigos de otro mundo mejor posible se han quitado la máscara.

No son solo Rusia (el conflicto ucraniano es la punta del iceberg), China e Irán, los que están en el colimador de los hegemonistas a ultranza –una poderosísima casta que incluso trasciende los pasillos de la Casa Blanca. Los pequeños contestatarios como Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia sienten las presiones, amenazas, sanciones e intentos de deslegitimar sus procesos sociales porque no se avienen a los dictados de los prepotentes mandamases universales.

El caso ruso, volviendo al eje detonante de una crisis inédita, parece un pase de cuentas pendiente desde tiempos de la Unión Soviética, que con imperfecciones, carencias y errores, constituyó la primera revolución proletaria que alcanzó el poder. China fue la segunda.

La ola antirusa se venía gestado en distintos ámbitos, como ha sido el caso del Comité Olímpico Internacional, que ha impedido a los deportistas rusos competir bajo su bandera. Ahora se extiende a las artes, las ciencias, el cosmos y vaya a saber que mínimo rincón de la actividad contemporánea. Ese tsunami llegó a contaminar hasta Naciones Unidas, más dividida que nunca con exclusiones y votación que enajena los derechos de un país miembro del selecto y minoritario Consejo de Seguridad.

Estas líneas son solo un acercamiento a un gravísimo problema mundial, que ahora se refleja en aumentos de precios, escasez de insumos, confusión de percepciones y zozobra planetaria.

Estemos alertas para que la intoxicación creada en las relaciones internacionales, que relega la gravedad de una pandemia que sigue matando a miles diariamente, no nos aparte del camino de la sensatez, el esfuerzo propio y una conducta alerta ante los enemigos de siempre, los que quieren un mundo bajo su bota.

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José Dos Santos
José Dos Santos (1947) Periodista cubano. Bachiller en Ciencia. Licenciado en Ciencias Políticas. Comenzó su vida periodística en 1969 en la Agencia Prensa Latina, donde fue desde auxiliar de redacción y Jefe de Servicios Gráficos, corresponsal jefe en la RDA y la RFA y vicepresidente para la Información (1984-1993). Quince años vicepresidente primero de la UPEC (1993-2008) y dos años subdirector de la revista Bohemia (2014-2016). Entre sus condecoraciones cuenta con seis Distinciones, tres Medallas y dos Sellos. Es autor de varios libros testimoniales y sobre el jazz, materia sobre la que es fundador de un sitio web del Ministerio de Cultura y escritor y productor de programa radial La Esquina del Jazz, desde 1993.

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