COLUMNISTAS

Puerto Rico en el periódico Patria

Palabras en la primera sesión del Coloquio Patria.

Una son en el porvenir como han sido una en el pasado, el alma de Lares y el alma de Yara.” Esas son las palabras con las que José Martí inicia su pieza “El Convite a Puerto Rico” en el primer ejemplar de PATRIA, publicado el 14 de marzo de 1892. En ese espíritu, y en la celebración de esos 130 años, quiero comenzar saludando a la prensa cubana en éste que también es su día, y agradeciendo el apoyo que en la mejor tradición martiana, continúan dando a la causa de la independencia de Puerto Rico, y enviando al pueblo cubano, a nombre de independentismo puertorriqueño, nuestro abrazo y solidaridad.  Agradezco a los organizadores y en especial a mi hermano Luis Toledo Sande por esta invitación, que me ha llevado a la ocasión, siempre grata, de visitar la casa eterna de Martí, que son sus escritos. De hecho, al facsímil digital de los ejemplares de PATRIA he tenido acceso a través del portal José Martí, que nos permite apreciar, de manera distinta a lo que logra una transcripción, la identidad de ese importantísimo instrumento de lucha al que tanto esfuerzo le dedicó el Apóstol cubano.

Puerto Rico está presente, literalmente, desde el primer titular de PATRIA, en las “Bases del Partido Revolucionario Cubano” con las que, mientras estuvo su dirección en manos de Martí, se inicia el emplanaje del periódico que fue, al decir de Ibrahim Hidalgo Paz, “trinchera ideológica” del independentismo cubano y puertorriqueño.  Reconociendo la diversidad en la madurez de nuestras causas, el Partido se fundó, eventualmente, “para lograr la independencia de Cuba y para fomentar y auxiliar la de Puerto Rico”.

PATRIA, escribe Martí, nace “por la voluntad y con los recursos de los cubanos y puertorriqueños independientes de Nueva York” y “para contribuir a la organización los hombres libres” en ambas Antillas. Cuba, alzada ya tras la Guerra de los Diez Años y fraguando “la guerra necesaria” con José Martí como figura unificadora, se erguía como la hermana mayor: mayor en extensión, en organización y en experiencia revolucionaria. La aguda visión- la clarividencia de Martí, como hoy podemos constatar- y su descomunal generosidad aseguraron al tema de Puerto Rico una presencia protagónica en el lanzamiento de ese periódico que además de un medio informativo, se constituyó en una herramienta de organización, gestada desde un exilio en conspiración permanente (y contrabandeada a Cuba,  a veces oculta entre paquetes de periódicos reaccionarios  provenientes de Madrid). PATRIA, en sus cuatro páginas de 52 por 36 centímetros, que se distribuían mayormente mediante suscripciones por correo -de 5 centavos el número- ilustraba y alertaba sobre la gestión libertadora con dirección y contenido, pero además actuaba como eje comunicador entre los clubes, que como nos explica Luis Toledo en su biografía de Martí Cesto de Llamas, operan como “asociaciones patrióticas de base”, con capacidad propia de organización y libres de imposiciones burocráticas.  Varios clubes, como “Dos Antillas”, “Cuba y Borinquen” y “Los Rifleros de la Habana” (cuya ceremonia de inicio, se relata en PATRIA, presidían enlazadas las banderas de Guáimaro y Lares), cuentan con membresía de cubanos y puertorriqueños, y el periódico de Martí  les vinculaba  y publicitaba, celebrando la apertura de los recién creados, anunciando fechas de reuniones y reseñando sus actividades.

Le corresponde al Club Borinquen, presidido por el boricua Sotero Figueroa Hernández (con el propio Martí como presidente honorario) un espacio privilegiado en el número primero de PATRIA, para anunciar su fundación, y publicar su Manifiesto, en el que late vivamente una de las grandes urgencias martianas: la de separar la tibieza autonomista de las auténticas luchas libertadoras. Tan agudo era el tema, que la fundación del Club Borinquen y su Manifiesto fueron recibidos amargamente por la prensa autonomista en Puerto Rico, lo que provoca una réplica abierta titulada “Venga la discusión” desde las páginas del noveno número de PATRIA, con la firma de Sotero Figueroa, Antonio Vélez Alvarado y Francisco Gonzalo “Pachín” Marín. Vale notar aquí lo imbricado de las luchas en Nueva York: estos tres serán colaboradores de PATRIA, y a su vez contarán como vocal en el Club Borinquen con el cubano Gonzalo Quesada, con editor del periódico. A Vélez Alvarado se le adjudicará en algunas versiones el diseño de la bandera puertorriqueña, inspirado según él en un “raro daltonismo” percibido al mirar fijamente la bandera cubana; de ahí la inversión de colores de la enseña que se presentó oficialmente en el 1895 en una reunión de la Sección de Puerto Ricio del Partido Revolucionario Cubano.  En “Venga la discusión”, los boricuas contrastan la hostilidad de la prensa puertorriqueña con la buena voluntad con que se reciben sus esfuerzos desde “la América libre”, que ve “con respeto y amor ese despertamiento de los puertorriqueños”…“que quieren ir con Cuba, la batalladora de los diez años, a la consecución de su amplia libertad”, subrayando “que estamos dentro del partido revolucionario cubano, sin el cual locura fuera intentar la emancipación de nuestra isla”.

Por su importancia para PATRIA, y por la deuda que tenemos desde el independentismo puertorriqueño con esta figura extraordinaria, quiero detenerme unos minutos en Sotero Figueroa Hernández. Nacido en el sur de Puerto Rico en el 1951, vigente aún el ignominioso régimen esclavista, este hombre negro de inteligencia privilegiada y patriotismo ejemplar, comenzó su instrucción en la escuela del maestro Rafael Cordero, quien junto a su hermana Celestina, dio vida la educación pública en Puerto Rico. Mayormente autodidacta, Figueroa se formó como tipógrafo en el taller de impresión de José Julián Acosta, uno de los grandes abolicionistas de la época, y en el 1889 se traslada a Nueva York, junto a su esposa Inocencia Martínez Santaella.  Allí conocen a Martí, y ambos se unen al exilio en rebeldía contra el régimen español y a la comunidad periodística  y literaria con su Imprenta América.

En PATRIA se publica, de la pluma fervorosa y elegante de Sotero Figueroa,  “La verdad de la historia”, un extenso ensayo sobre las luchas independentistas en Puerto Rico que, en capítulos (el primero con una introducción del propio Martí) va apareciendo en números no consecutivos en el primer año del periódico. Figueroa se convierte en mano derecha de Martí, y en sus ausencias, asume junto a Quesada la dirección de la publicación.  Sus talentos son justamente apreciados. En el Número 128 de PATRIA (8 de septiembre de 1894) Martí, utilizando la reseña de una nueva publicación salida de la imprenta América propiedad de Figueroa casi como excusa para “el aplauso público” al amigo, le dedica el afectuoso calificativo de “hermano en esperanza y en labor”. Y antes, en nota del Número 49 de PATRIA (14 de febrero de 1893) , con la mirada de quien siendo todo bondad la sabe reconocer en otros, Había reseñado sobre Figueroa el auxilio que presta a un cubano moribundo. Al establecerse la República de Cuba, Sotero Figueroa se traslada a La Habana, se convierte en director de La Gaceta  oficial, ocupa varios puestos públicos y promueve el rescate de la casa de su amigo Martí como lugar de recordación. Muere el 5 de octubre de1923  y sus restos, como los de Lola Rodríguez de Tió, el General Rius Rivera y doña Laura Meneses de Albizu Campos, reposan en la Necrópolis de Colón.

La tipografía de PATRIA será de obra puertorriqueña por varios años. Del 1893 al 94 se imprimió en la imprenta de “La Gaceta del Pueblo”, propiedad de Antonio Vélez Alvarado y en el 1894 pasa a la imprenta América, la de Sotero Figueroa, quien en mucha ocasiones sufragó la edición.

Como luego relataría Figueroa, cada número de PATRIA se fraguaba a fuerza de “noches en vela…días de ruda labor…solicitud afanosa”… levantando con cada escrito el “copioso arsenal de datos y apuntes para la historia de Cuba Libre”. Añade el tipógrafo y periodista puertorriqueño: “Martí, que era de índole dulce y reposada únicamente se tornaba severo cuando creía que no se le prestaba a Patria todo el empeño que él demostraba en momentos decisivos para que no se atrasase.”

PATRIA, además de la tarea política, cumplía la función de compartir noticias de la cotidianeidad de la vida en el exilio- viajes, regresos, los anuncios de los comercios cubanos y boricuas que sostenían la publicación.  Pero sin duda, serán los ensayos, crónicas  y reseñas de José Martí, capaz como era de escribir en algo que no es sólo castellano, sino un lenguaje de peso, cadencia y ritmo propio,  los que moldeen la identidad de la publicación.

Siempre fiel a su compromiso con Puerto Rico, escribe Martí  sobre diversos eventos de la comunidad boricua, desde conciertos, hasta actos políticos  como la reunión del Club Borinquen convocada en mayo de 1892 para leer un mensaje enviado por Ramón Emeterio Betances desde su exilio en París. Describe Martí a un Sotero Figueroa emocionado al referirse a “el proscrito que jamás ha abjurado”.  Martí lo llama el “Magnífico Anciano”, y acompaña la reseña de PATRIA con una ilustración del perfil de nuestro Padre de la Patria.

Documenta PATRIA momentos que resultarán luego de emotiva memoria para el independentismo puertorriqueño, como la cita de parte del discurso de Francisco Gonzalo Pachín Marín en el Meeting del Hardman Hall (Número 60, 8 de marzo de 1893). Le piden al poeta puertorriqueño que tome la palabra. Dice él “que había resuelto no volver a hablar en público, sino demostrar con hechos sus ideas revolucionarias; se iba a combatir por la patria independencia hasta triunfar o morir en la demanda”. Y murió, en noviembre de 1897, abrazado a su rifle y sus poemas, en la Isla de Tiriguanó, vencido por el paludismo. Tenía 34 años- uno de los cerca de mil puertorriqueños que pelearon al grito de Cuba Libre.

Es en PATRIA donde se publica uno de los textos más memorables de Martí, de pertinencia que no caduca, y que mucho tiene que ver con Puerto Rico, entonces y hoy. Es, me parece, mención obligada cada vez que hablamos de la devoción de Martí por la libertad de Puerto Rico,  como si se recitara un Credo de la independencia. El 17 de abril de 1894, en el Número 108 de PATRIA, Martí escribe su artículo “El Tercer Año del Partido Revolucionario Cubano/ El Alma de la Revolución y el Deber de Cuba en América”:

Nulo sería, además, el espectáculo de nuestra unión, la junta de voluntades libres del Partido Revolucionario Cubano, si, aunque entendiese los problemas internos del país, y lo llagado de él y el modo con que se le cura, no se diera cuenta de la misión, aún mayor, a que lo obliga la época en que nace y su posición en el crucero universal. Cuba y Puerto Rico entrarán a la libertad con composición muy diferente y en época muy distinta, y con responsabilidades mucho mayores que los demás pueblos hispanoamericanos.

En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas, mero pontón de la guerra de una república imperial contra el mundo celoso y superior que se prepara ya a negarle el poder, –mero fortín de la Roma americana;–y si libres, –y dignas de serlo por el orden de la libertad equitativa y trabajadora–serían en el continente la garantía del equilibrio, la de la independencia para la América española aún amenazada, y la del honor para la gran república del Norte…”

No pasa desaperciba ante el mundo la hermandad de los luchadores antillanos. El 4 de mayo de 1895, en el Número 60 de PATRIA se publica,  por una parte un mensaje que desde París envía Betances, “A los puertorriqueños”: ¡Adelante! En Puerto Rico como en Cuba está hecha en los espíritus la revolución…¿Qué esperas, mientras Cuba se cubre de gloria y le hace confesar al extranjero que “en sus campos sangrientos ha alcanzado hasta lo sublime el heroísmo humano?”. En columna cercana, se transcribe una nota de un periódico de Madrid: “Puerto Rico, siguiendo el pernicioso ejemplo de Cuba se prepara a hacer intentonas separatistas”.

Tarda en llegar a Nueva York, tarda en hacerse creíble para los que quedan huérfanos de su libertador, la noticia de la tragedia de Dos Ríos del 19 de mayo de 1895. Se publica el 17 de junio una nota breve, como aturdida, entre listas de comités y el recuento de Mariano Corona de acontecimientos varios del frente de batalla. Le corresponderá a Sotero Figueroa – el hermano de esperanza y de labor- redactar la portada luctuosa, a página entera, del Número 167 de PATRIA, con fecha del 25 de junio,  bajo el título, conciso y justo, de INMORTAL.

“Pero su gran obra, la que le lleva con más resonancia posteridad y lo coloca en el cuadro de honor de los libertadores de pueblos, es la de haber levantado la protesta cubana aún a mayor altura el agravio español; es la de haber predicado con la palabra, con la abnegación, con el martirio, este despertar heroico del pueblo cubano a la vida de la independencia. Aquel cuerpo endeble y enfermizo se transfiguraba en la tribuna, y hacía alistarse en las filas del deber hasta a los más incrédulos y descorazonados. Él unió los elementos dispersos y mal avenidos de la emigración; borró los antagonismo y recelos que habían quedado, como secuela indispensable, de anteriores fracasadas tentativas. A impulsos de su palabra fervorosa y profética, los jefes prestigiosos volvían a pensar en la victoria; los combatientes de los Diez Años nuevamente se colocaban en fila y esperaban impacientes la voz de mando; los hijos del trabajo, los obreros contribuyentes, cobraron fe, con más vigor que nunca se doblaron a la mesa del trabajo y compartieron su jornal entre las atenciones a su familia y las no menos sagradas que demandaba la patria.

         Era bueno, con la bondad sencilla del que ha sufrido mucho…Pudo ser rico y desdeñó la fortuna por seguir siendo vocero de la independencia cubana…Para José Martí se han abierto las puertas eternas. Abonó con su sangre la tierra de Cuba Libre, y con el espíritu que él ha infundido al ejército libertador, lo conduce a la victoria”.

En julio de 1895 comenzó a aparecer en el encabezado de PATRIA la frase: Periódico fundado por José Martí.

          Tras la muerte de Martí, y al advenir Tomás Estrada Palma delegado del Partido Revolucionario Cubano,  PATRIA y el Partido toman el rumbo que se conoce.  Como señala Ibrahim Hidalgo Paz, la ausencia de condiciones en Puerto Rico para que se diera un alzamiento armado no era razón suficiente para que PATRIA “careciera en sus páginas de espacio destinados a promover el ideal independentista en el interior de aquella colonia, que el Partido no priorizara este objetivo de magnitud regional y continental, ni apareciera en la concepción estratégica del Consejo de Gobierno, como si en aquellos momentos la ayuda a la gestación de la subversión puertorriqueña no formara parte de la contienda que debía expulsar al colonialismo de las dos isla esclavizadas. Se contradecía la esencia antillanista y latinoamericana de la política concebida por José Martí, sintetizada en el primer artículo de las Bases del Partido Revolucionario Cubano”.

No es que Puerto Rico desapareciera de PATRIA- en enero de 1897 la nueva directiva contaba con Sotero Figueroa como Secretario y Arturo Schomburg como vocal.  Tras eventos que hoy no hay ocasión de discutir, se constituye la Liga de Patriotas con Eugenio María de Hostos y en PATRIA se publica su documento constitutivo el 10 de septiembre de 1898, pero con una incómoda introducción: “Patria, al desearle feliz viaje al fogoso  propagandista, espera que sus nobles ideas fructificarán en un terreno ya abonado para la libertad por el esfuerzo heroico del cubano, por la intervención americana y por la persistente y sorda rebelión de los puertorriqueños”.  Esa “intervención americana” que ahí se celebra, se ha convertido en dominio colonial de 123 años, que hoy, despojado de pudores, se manifiesta como la dictadura más cruda, colocando el futuro de Puerto Rico en manos de la Junta de Control Fiscal, un cuerpo impuesto por el Congreso de Estados Unidos. ¡Cuán claro lo pudieron ver entonces Martí y Betances!

Ha quedado atrás ese paréntesis oscuro, y hoy, el legado martiano de solidaridad con la causa de la independencia de Puerto Rico, prevalece y florece. Mientras tanto, mientras en ésta, la menor de las grandes Antillas,  cambian las condiciones- como auguran cambiar para un futuro cercano, recordamos a Sotero Figueroa citando a Martí en  su obituario “Inmortal”: “Seamos una perenne amenaza, ya que todavía no podemos ser más”. Y se acerca el día en que seremos más, seremos libres, y daremos vida al sueño de la Confederación Antillana. (Imagen de portada: Ismael Francisco).

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