TESTIMONIO

Rufo Caballero: “por mis venas anda Cuba”

Es imposible escribir sobre el periodista, crítico, ensayista, profesor y narrador cubano, el Doctor Rufo Caballero (Cárdenas, Matanzas, 1966-La Habana, 5 de enero de 2011) en tan breve espacio, donde no pueden reflejarse su efímera vida y su profusa obra, amén del inmenso afecto que me unía a este eminente intelectual que se consideraba a sí mismo como “apenas un estudioso y un devoto de nuestro arte…”.

Hay algunas frases de Rufo relacionadas con su prolífica existencia y su sólido conocimiento del arte y la cultura, las cuales me expresó en el año 2009 a raíz de la publicación de su libro Agua bendita, en la que patentiza su pétrea formación: “No he sido un crítico del sentido recto. Eso del “sentido recto” me suena militar y demasiado fálico (risas). Soy nada sin la metáfora. En nombre del “rigor” se hacen —sobre todo se escriben— horrores. Veo la crítica como comunicación, y por consiguiente el sentido del humor y el despliegue de las emociones son placeres que me regalo”.

Buen amigo, sincero y objetivo en cualquiera de sus reflexiones, este extraordinario artífice del pensamiento y la palabra, miembro del Tribunal Permanente de Ciencia sobre el Arte,  siempre estuvo al lado del proyecto revolucionario. Su arma en pos del mejoramiento humano fue su prosa: “Soy marxistamente supersticioso y convencidamente ateo; creo mucho en el poder de la energía”.

Ante su sorpresiva partida, en los momentos más fecundos de su carrera, consuela el dolor saber que se marchó sintiéndose “afortunado”. “¿Qué más se puede pedir?… Tengo y hago lo que he querido o decidido”.

Académico erudito y visionario, pocos meses antes de su fallecimiento, me dijo que su gran proyecto era el de “vivir, vivir. Es ese el oficio más difícil y el más reparador. No el de crítico; no el de ensayista; no el de narrador. El oficio de aprender a vivir, en el cual puede que clasifique, a la fecha, como un aprendiz vigoroso…”.

Rufo se valoraba como “jodedor. Bailador de salsa y de reguetón. Y admirador empedernido de Cuba, su cultura y su gente… Nadie espere nunca de mí un gesto que lastime a Cuba… Por mis venas anda Cuba, con sus aciertos, con sus torpezas, con su arte.

“Prefiero construir, levantar, antes que derogar o derrumbar; gestos que, de otro lado, me parecen muy fáciles”.

Así lo recordamos.

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