A mediados del pasado mes de mayo se supo la noticia: le fue conferido a Pepe Menéndez el Premio Nacional de Diseño 2021 que otorga la ONDi, la Oficina Nacional de Diseño de Cuba. Pepe –mucho menos conocido por su real nombre, que es José Alberto Menéndez Sigarroa y quien desde 1999, se desempeña como director del Departamento de Diseño de la Casa de las Américas- accedió (vía correo electrónico) responder para Cubaperiodistas, un grupo de interrogantes.
-En lo personal, cómo estás llevando el aislamiento, sobre todo, con dos adolescentes en casa, ¿cómo se las arreglan Laura y tú?, ¿cómo los entretienen?, ¿los dejan trabajar?
-Ya no son pequeños y se entretienen solos. La casa es grande y ofrece espacios como para no molestarse mutuamente. Nos hemos acomodado a los rigores de socializar menos tanto como a los de tener que salir por los alimentos. Seguimos trabajando Laura y yo en proyectos que sobreviven al parón generalizado o, en mi caso, en lo que tengo de Casa. Algunos pocos encargos nuevos han surgido también.
-¿En qué proyecto o proyectos personales estás involucrado en estos momentos?
-De la oficina de diseño que dirijo, estamos cerrando ahora un juego de pequeños carteles en homenaje al centenario de Mario Benedetti, que se cumple este septiembre. Mis colegas Lyly Díaz, Roilán Marrero, Fabián Muñoz y yo hemos ilustrado un poema cada uno y el resultado, que deberá ser serigráfico cuando el virus permita, aparecerá en redes como parte del tributo de Casa a este gran escritor y entrañable amigo de la institución. Por otra parte, acabo de terminar un cartel para un filme documental argentino, y es la primera vez que completo una tarea así sin haber tenido al cliente delante. Eso es común en otros lares, pero para mí fue un debut. Creo que salió bien. Tele o telescopio-trabajo en este caso.
-Hasta donde sé la Covid-19 frenó una hermosa idea que estaban a punto de materializarse y en cuya realización estaba involucrado el Centro Pablo. Adelántanos algunos detalles.
-Te refieres al 3er. Festival de Cartel, cuya celebración estaba prevista para julio pasado. Es un evento surgido en 2016 de la mano generosa de mi colega y amigo Héctor Villaverde, quien fuera durante años el diseñador en jefe del Centro Pablo, y que en su ausencia hemos decidido no dejar caer. De momento, junto al Consejo Nacional de las Artes Plásticas lo hemos reprogramado flexiblemente para el año próximo. En la programación que alcanzamos a configurar hasta marzo pasado se aspiraba a un encuentro de una semana, con numerosas exposiciones personales y colectivas, en varios espacios de la ciudad, incluida vuestra sede de Muralla. Tenemos entre manos presencias que deberán resultar muy atractivas para públicos especializados o para el común, que confirmen la vitalidad de la creación cartelística nacional y su permanente interacción con lo mejor del mundo.
-Desde tu óptica muy personal, ¿qué reflexión te mueve este momento que atraviesa hoy la humanidad?, ¿qué de bueno y qué de malo se puede sacar de la actual situación que afecta al mundo entero?
-De bueno, una rotunda revalorización de la ciencia. Los artistas, que solemos creernos el centro de algunos mundos, deberíamos quitarnos el sombrero ante la evidencia de nuestra pequeñez frente a la ahora obvia importancia social de nuestros colegas “lógicos”. De malo, que la combinación de aislamiento físico y conectividad virtual puede generar un cierto estrés cuyo nombre específico desconozco (o no tardará en tenerlo), pero que saca a veces lo peor de nosotros. Asustan ciertas agresividades, si ellas fueran antesala de desenlaces en carne y hueso.
