CONVERSANDO EN TIEMPOS DE...

“Por la convocatoria a la participación, el debate y la responsabilidad… “

En estos meses –ciertamente difíciles- el poeta y cineasta Víctor Casaus -como toda persona razonable y en edad de riesgo- permanece recogido en su atalaya de La Habana del Este: desde su amplísimo ventanal se alcanza a ver el mar –casi siempre azul y en calma-, pero uno se pregunta ¿será eso suficiente para una persona que –como él- siempre ha tenido a su alrededor un “pequeño ejército loco” que lo ha seguido –y también sufrido- en esa batalla de impulsar sueños culturales difíciles de alcanzar? Con esa presunción, conectamos con el director/fundador del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau para saber cómo lleva el aislamiento y cómo ocupa su tiempo, que siempre ha sido poco, bajo las actuales circunstancias.

 ¿Qué ha sido lo más difícil de aceptar/asimilar de esta situación de recogimiento?

Lo más difícil ha sido eso: asimilarla. Por estilos de trabajo y de vida (¿serán en realidad dos o  es solamente uno?) estoy acostumbrado a la movilidad, a las dinámicas de la cotidianidad o de la creación, a la actividad. Por eso una situación impuesta por las circunstancias de riesgo y por el sentido de la responsabilidad que lo llevan a uno a mantenerse físicamente aislado es, en principio, un acto contra natura. La asimilación no fue fácil. Las primeras semanas fueron sin dudas las peores. A pesar de no estar solo (como ocurrió después), recuerdo ese período como un tiempo raro, donde estaban muy presentes preocupaciones, miedos, interrogantes, referidos no sólo a este entorno donde me encontraba sino a otros países porque tenía (y tengo) familia cercana y querida por lo menos en dos escenarios muy difíciles: Argentina y España.

Creo que los tres factores que ayudaron decisivamente a esa asimilación fueron: el contacto telefónico muy frecuente con un pequeño grupo de gente amiga y querida; la comunicación por internet con los familiares que se encontraban lejos y la definición paulatina de búsquedas, tareas, hallazgos, trabajos y más búsquedas en el ámbito laboral y en la azarosa e imprescindible actividad doméstica.

Durante muchos años has dedicado tu vida a cultivar el testimonio, ¿hay algún plan de retomar el género?, ¿tienes en mente alguna nueva investigación o texto?

Muchas de las cosas que he hecho –y hago– tienen que ver con el testimonio: más bien con una forma de ver, gozar, sufrir y contar la vida desde lo testimonial. Por eso casi siempre estoy haciendo algo que tenga que ver con el testimonio. Así, desde hace varios años he venido escribiendo las crónicas desde el sur y las crónicas del día a día para compartir vivencias e ideas, historias y pensamientos a través de esos textos breves e indagadores. Así estoy haciendo, también en estos tiempos extraños que vivimos. Por eso no se trata de retomar, sino de seguir siguiendo: lema fiel que vale también para este tema sobre el que conversamos.

En cuanto a nueva investigación o texto testimonial, además de estas crónicas del sur o del día a día que reuniré próximamente, después que “esto” pase, creo que voy a continuar una pista que apareció, de pronto, desde el cíber por supuesto, en medio de estos días inciertos. Me localizó por esos caminos virtuales la hija de Eloy Castellano, un combatiente de la lucha por la República española que estuvo con Pablo de la Torriente Brau en la guerra. Sabrina quiere seguir reuniendo datos y hechos de la vida de su padre y me ha preguntado si tengo algún material de ese tipo. Y, por suerte –para ella y para mí–, lo tengo: grabaciones, documentos, fotos de cuando recogí los testimonios orales de Eloy, en varias ocasiones, en España y también de su visita posterior a Cuba, de la que fuimos felices anfitriones en el Centro Pablo.

Lo cuento aquí para responder a tu pregunta –pero también para autocomprometerme en ese nuevo pequeño misterio testimonial. Que eso es también el testimonio: misterio.

Diriges el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, de La Habana, empeño al que le has dedicado más de veinte años de trabajo. Esa práctica te ha convertido en eficaz promotor cultural, ¿ha valido la pena?

A pesar de los pesares y por el valor de los valores: sí.

Hay quienes han opinado que “al mundo le ha venido muy bien esta pandemia” -yo no lo creo- y  justifican esa afirmación como una “gran clase de humildad” y un llamado a “la no arrogancia del hombre ante el medio ambiente y las agresiones cada vez mayores que sufre la naturaleza”, ¿qué reflexión te mueven esos comentarios?

 Esta pandemia generó desde el principio, como se ha dicho, una infodemia. Pocos eventos de tan corta duración (las guerras duran años: esto, no sabemos todavía), han generado similares océanos de información y desinformaciones. A eso contribuye de manera decisiva esa especie de feria global e indetenible que conforman, a velocidad vertiginosa, las nuevas tecnologías –también de la comunicación.

Además de generar interrogantes, intentos de respuesta y más interrogantes sobre el origen y las características (inicialmente desconocidas) del virus, surgió, también desde el principio, un amplio y diverso espectro de teorías, hipótesis, opiniones de carácter social, histórico, también humano por supuesto, sobre las consecuencias de esta desgracia planetaria. Lo más importante de todo eso probablemente sea el reforzamiento de la necesaria conciencia universal para detener la (auto) destrucción del planeta. Entre las propuestas para desarrollar esa labor de pensamiento y acción caben desde las sombras (o la luz) de las conocidas utopías hasta los nuevos territorios de búsqueda, elaboración y confrontación. Yo voto decididamente por la unión de esas dos fuentes nutricias y por la convocatoria a la participación, el debate y la responsabilidad –tanto personal como colectiva.

5.- ¿Cómo crees que será Cuba después de la pandemia?, ¿cambiará en algo?

Cambiará:  __ mucho   __ bastante  __ poco

Marque con una X la respuesta (a su juicio) correcta.

Hasta ahí sé. Por ahora, como dijo Chávez. (Publicada en la web de Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau).

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Estrella Díaz
Durante veinte años trabajó en la emisora internacional “Radio Habana Cuba” y es fundadora de Habana Radio, adscripta a la Oficina del Historiador. Es autora de varios libros relacionados con el mundo de la Artes Plásticas.

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