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“Esperemos decencia y respeto de Biden hacia Cuba”

El abogado cubano José Pertierra, quien representó a Venezuela para la extradición del terrorista Luis Posada Carriles, ofreció una entrevista en exclusiva para Radio Habana Cuba sobre el actual contexto electoral en Estados Unidos.

—Abogado, ¿cómo ve usted la elección para la presidencia en los Estados Unidos?

—El resultado de la elección presidencial de los Estados Unidos está cantado, pero el perdedor no lo quiere aceptar.

Trump comenzó su presidencia en el 2016 con la mentira de que su contrincante, Hillary Clinton, quien perdió la elección había recibido “millones” de votos fraudulentos. Ahora termina su presidencia en el 2020 con la mentira de que Joe Biden le quiere robar la elección con la ayuda de millones de supuestos votos fraudulentos. Sin evidencia alguna, Trump ahora está a punto de comenzar una batalla legal que, según los expertos, no tiene ni la más mínima posibilidad de ganar.

—Si no tiene posibilidades el litigio, ¿por qué la insistencia de Trump?

—Trump no es tan bobo como parece. Sabe que la mejor manera de entorpecer el mandato de Biden es cuestionar la legitimidad de su presidencia, fomentar el caos y la duda en este país. Acuérdate, a pesar de haber perdido la elección, más de 70 millones de estadounidenses votaron por Trump este año. Biden ha derrotado a Trump, pero no al trumpismo.

Los trumpistas bailan al compás de las ratas de Hamelin quienes, hipnotizadas por el sonido de la flauta del músico, salieron de sus escondrijos a bailar detrás del flautista. Estos 70 millones de seguidores de Trump votaron por él, pese a la pandemia que azota a este país y que nos está matando. El viernes pasado, EU reportó 137,200 casos de COVID y más de 1,000 muertos. ¡Esto en un solo día! Más de 9,830,800 personas han sido contagiadas por el coronavirus en EU, y más de 236,500 han muerto. Ningún otro país se acerca a esa cifra. Los trumpistas son capaces de seguir al flautista de Hamelin hasta la muerte, como las ratas que Hamelin llevó hasta el río Weser a ahogarse.

Fíjate que hasta la propia Casa Blanca se ha convertido en un centro de trasmisión local del virus. El presidente, la primera dama, el jefe de despacho, los asesores de los más altos niveles y los invitados a eventos políticos y sociales se han contagiado en la sede de gobierno estadounidense. El régimen de Trump ha minimizado la importancia del uso de los nasobucos o de la distancia social para combatir la pandemia. Al contrario, el mismo Trump se ha declarado a favor de tratamientos espurios como la hidroxicloraquina y hasta ha promovido la inyección del cloro para curarnos de la peste.

Alarmada por tantos casos de coronavirus ahí, la alcaldesa de Washington Muriel Bowser montó una carpa frente de la Casa Blanca donde le ofrecen pruebas gratis de coronavirus a las personas que han visitado la casa presidencial. Al paso que van, pronto podremos decir que hay más casos de coronavirus dentro de la Casa Blanca que en toda Cuba.

—¿Por qué cree usted que ganó Biden la presidencia?

—Biden ganó principalmente por dos razones. Una es la politiquería e ignorancia que demostró Trump ante la pandemia. La mayoría de los estadounidenses no se tomaron el cloro y no bailaron al compás del flautista de Hamelin, porque están sumamente preocupados por sus vidas, y las vidas de sus padres, abuelos e hijos. No quisieron volver a darle el timonel a Trump. La otra razón es la personalidad tóxica de Trump, que diariamente insultaba a sus enemigos, amigos y conocidos. Un presidente que alardeaba saber más que los científicos, los generales y los expertos. Más de 75 millones personas en este país prefieren a un presidente más equilibrado y pragmático, especialmente en época de pandemia. Un presidente que tiene la virtud de la empatía y no el vicio del odio.

Los negros de este país votaron abrumadoramente por Biden. Las mujeres blancas también. Los hombres blancos con poca educación prefirieron a Trump. Muchos cubanos de Miami lastimosamente apoyaron a Trump.

—¿Por qué recibió Trump el apoyo de tantos cubanos en Miami?

—No pocos se preguntan por qué tantos cubanos en Miami decidieron apoyar a un presidente que quiere asfixiar económicamente a sus familiares en la isla. Hay muchas explicaciones y poco espacio para desarrollarlas aquí. Una es que el odio que segregan las palabras y discursos de Trump sobre Cuba tiene su mejor cámara de eco en Miami, una ciudad donde el odio aparentemente se hereda. La ciudad donde terroristas anticubanos como Luis Posada Carriles, Orlando Bosch y tantos otros más fueron recibidos y protegidos como héroes. Otra razón es el deseo de asimilarse que tienen todos los inmigrantes. Los mexicanos, los chinos, africanos, italianos, salvadoreños, hondureños y nicaragüenses. La diferencia es que los cubanos de Miami se quieren asimilar al Estados Unidos de Miami. Un concepto de Estados Unidos muy reducido. Por ejemplo, hay más banderas de Estados Unidos volando al frente de las casas de Hialeah que en Washington. Aquí ves muchas banderas de Black Lives Matter, del movimiento Gay o de la propia ciudad de Washington. Ves una que otra bandera de Estados Unidos, pero ni remotamente tantas como en Hialeah. Eso no quiere decir que los washingtoneanos son menos patriotas que los mayamenses. Solamente que el patriotismo tiene muchos más matices entre los residentes de Washington que los de Hialeah.

—¿Qué puede esperar Cuba del gobierno de Joe Biden y Kamala Harris?

 

—Ojalá que decencia y respeto. La política del régimen de Trump hacia Cuba se ha caracterizado por el bullying, las mentiras macartistas, y los intentos de intimidar al gobierno y al pueblo cubano. Muy parecida a la política que mantienen los líderes políticos de origen cubano en Miami. La consecuencia ha sido un apretón de tuercas al bloqueo y la reducción dramática de las remesas hacia la isla.

Estoy optimista de que el gobierno de Biden regresará a la posición obamista del 2016, pero temo que quizás lo haga paulatinamente. No creo que Biden es tan audaz como Obama. Es más cauteloso, y es más fácil políticamente imponer sanciones que quitarlas. El equipo que escogió para asesorarlo en relaciones exteriores hacia América Latina no es un equipo creativo ni audaz. Mark Feierstein, Dan Restrepo, Juan Sebastián González, y Dan Erikson. Un cuarteto que se destaca más por no querer crear oleaje en Washington que por rectificar la política neoliberal desgastada. Pero, por lo menos, ninguno de ellos es como Michael G. Kozak, quien ahora es el Subsecretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental y uno de los arquitectos históricos de la política de odio y castigo contra Cuba. Bye-bye Trump es también bye-bye a su elenco, y eso incluye a Kozak y a Mike Pompeo, el Secretario de Estado.

Para empezar a desmantelar lo que Trump desmanteló de la política obamista sobre Cuba, Biden puede escoger entre muchos renglones. Por ejemplo, permitir el regreso de los diplomáticos a las respectivas embajadas, levantar el veto a las remesas, flexibilizar nuevamente las categorías de viaje para los estadounidenses que iban a Cuba, quitar a Cuba nuevamente de la lista de los países que no colaboran en la lucha en contra del terrorismo, eliminar la ridícula prohibición de que los estadounidenses y cubanoestadounienses no pueden hospedarse en los hoteles y restaurantes que son parte de GAESA, cancelar la aplicación del Título 3 de la Helms Burton (algo de puede hacer con un plumazo), cancelar la política asquerosa que trata de que los médicos cubanos deserten de sus misiones humanitarias y dejar de presionar a los demás países a que no usen a los médicos cubanos. En vez de entorpecer a los médicos cubanos, Biden debería reclutarlos para que ayuden a combatir la pandemia del coronavirus en los Estados Unidos que nos está matando. Quizás también colaborar con Cuba y otros países para el desarrollo de una vacuna para combatir el virus.

Pero no nos hagamos ilusiones con Biden. También quiere cambio de régimen en la isla, pero la manera de lograrlo a través del comercio y la colaboración es muy diferente a la de Trump, Marco Rubio y Mario Díaz-Balart. Es el “soft-power” obamiano. Cuba lo sabe y tiene como defenderse tanto del soft-power como del hard-power. Como dijo Martí, trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.

—¿Cuál cree usted es la diferencia fundamental entre Trump y Biden?

—Algunos en la izquierda piensan equivocadamente que no hay mucha diferencia entre Trump y Biden. Pero eso es como decir que no hay mucha diferencia entre el neofascismo y el neoliberalismo. Si pudieran contarlo, las víctimas del fascismo de Pinochet nos dirían las muchas diferencias entre un líder fascista autoritario que asesinó, torturó y desapareció a decenas de miles de chilenos y un presidente de la democracia cristiana que, aunque no respondió a las necesidades del pueblo chileno y lanza balas de goma y chorros de agua a los manifestantes, no reprimió de la misma brutal manera que lo hizo Pinochet. Lo mismo podemos decir de los 6 millones de judíos y otros millones de gitanos, socialistas y comunistas que Hitler asesinó en Europa. Algo que no hizo ningún presidente de la antigua República de Weimar.

La batalla entre Biden y Trump fue una batalla contra el neofascismo, y aunque el neofascismo perdió la batalla aún no ha perdido la guerra. Acuérdense que hay 70 millones de trumpistas, muchos de ellos armados con AK47s en este país. Hay 393 millones de armas en manos de la población estadounidense. Gallup calculó que en el 2017, 42% de las viviendas de los estadounidenses tenían armas de fuego. Habían 118 millones de viviendas en EU, de acuerdo al Censo. Eso quiere decir que los 393 millones de armas están distribuidas entre 50 millones de viviendas. Da miedo.

El Che dijo que al imperialismo no se le puede confiar “ni un tantito así”. Al neofascismo no se le puede permitir que avance ni un tantito así. Como dijo Dolores Ibárruri, La Pasionaria, en aquel famoso discurso de 1936 en Madrid: “Los fascistas no pasarán. ¡No pasarán!”

Igualar a Biden y a Trump, porque ambos representan al imperio de EU es una simplificación peligrosa. Un error garrafal.

—¿Qué se espera de los próximos cuatro años del gobierno de Biden?

—Los próximos cuatro años de su presidencia son importantísimos. Corresponde a los grupos progresistas que impulsaron esa victoria apretar y presionar para que su gobierno atienda los problemas de los pobres y de la clase media de este país. La pandemia mata a más personas de bajos recursos que a ricos. El racismo sistémico golpea más a los negros pobres que a los ricos. Los inmigrantes son los más vulnerables. Necesitan la solidaridad de los demás para que Washington no los abandone y no los persiga. La desigualdad económica de género tiene que acabarse. El cambio climático necesita urgentemente atención, y hay que frenar al lobby de las compañías petroleras, carboneras que son tan poderosas en este país. Por no hablar de las tecnológicas, que se han enriquecido con la desinformación y el odio a niveles jamás visto.

Si Biden no atiende a las necesidades de la mayoría del pueblo estadounidense, regresará el neofascismo en el 2024. (Tomado de RHC).

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