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Alfred Hitchcock no tiene la culpa

Al destacado director de cine británico se le podría achacar que cultivara los géneros de suspenso pero no de que algunos usaran las técnicas por él desarrolladas como un modo de proyección personal. Sin llegar a la prestancia inteligente de su obra, aparece el uso chambón de aquellos principios artísticos a través de un sujeto que puede ser siniestro.

Como en política no suelen existir casualidades, varias decisiones y tuitazos de Donald Trump conducen a conjeturar que existe un vínculo entre varios de sus recientes cálculos. A escala interna se ha ocupado prolijamente en una vendetta contra los militares que no se le subordinan mansamente. Comenzó con el secretario (ministro) de Defensa, Mark Esper quien se negó a usar soldados para reprimir a los manifestantes que durante meses mostraron su descontento con el abuso policial y el modo en que se relega a los ciudadanos por motivos raciales.

En un segundo momento Esper también se mostró de forma pública contra el exhibicionismo de Trump, cuando ordenó el desalojo de ciudadanos en una plazoleta cercana a una iglesia donde posó con un biblia, desvirtuando el sentido virtuoso de ese texto, tratado como un producto comercial.

Otro golpe bajo al Pentágono lo dio al disolver la Junta de Política de Defensa. Se trata de una agrupación que reúne a destacados asesores. Personas de mucha experiencia que ocuparon puestos en administraciones anteriores, incluso en más de una, como es el caso de Henry Kissinger. ¿Será por las recomendaciones recientes hechas por el nada casto secretario de Estado y asesor de seguridad nacional, aconsejando cambiar la política hacia China?

Quizás no, porque Trump tenía en cartera hace un tiempo desocupar esos cargos para colocar en ellos a individuos afines. Por eso también cesanteó a otros altos funcionarios civiles de la cartera de Defensa incluyendo al vicesecretario para Política, James Anderson. Esos tres pasos anti-Pentágono se ejecutaron en Noviembre, cuando el equipo de Joe Biden daba inicio al traspaso de funciones de una a otra administración.

Se supone que en lapso de este tipo no deberían tomarse decisiones de envergadura. Poner afines o subordinados, a conveniencia, parece propio de quien va a quedarse en un segundo mandato pero no huele a la reacción  civilizada de un jefe de estado cuando pierde la elecciones. Se niega a admitirlo, simplemente.

Las contradictorias expresiones del magnate inmobiliario llaman a capítulo. Cuando la mayor parte de sus reclamos judiciales y la ultra revisión de votos confirmaban que no es el ganador, insiste en mantenerse y pone en liza cambios más propios de quien comienza y no de aquel en trance de despedida. Manteniendo el estilo del thriller, un día afirma que abandonará la Casa Blanca si el Colegio Electoral ratifica el 14 de diciembre que triunfó el demócrata, pero añadió amenazante: “antes de eso pueden ocurrir muchas cosas”.

Las noticias sobre el ingreso al Golfo Pérsico de naves norteamericanas de guerra, tras el asesinato de un destacado científico nuclear iraní, parejo con los anuncios de altos mandos israelíes referentes a su preparación para una guerra, son demasiado específicos como para no estimarlos.

Es conocida la ojeriza hacia el país persa, por ser la fuerza de mayor poder en la zona y entorpece el empeño de mantener a Tel Aviv como inminente potencia regional. Una extensión de EE.UU. en el Medio Oriente. Por eso le niegan a Teherán la posibilidad de tener armas nucleares pero se lo consienten a Israel, tal cual le han permitido robar y cometer abusos con los palestinos o apropiarse de otros territorios vecinos.

Las autoridades iraníes demostraron no proponerse como meta el arribo a la vertiente militar de la energía atómica, sino circunscribirse a su empleo civil, y lo demostraron al firmar el pacto con Barack Obama en el 2015, pese a no ser tan ancho como afirmara Trump al abandonarlo en el 2018.

De segundas o terceras intenciones hay evidencias y resaltaron durante la gira de Mike Pompeo por el área, momento en que el ejército israelí admitió que atacaron objetivos militares iraníes y sirios, como si saludaran con eso actos agresivos ilegítimos la llegada del secretario de Estado norteamericano.

El reciente Acuerdo de Abraham, propiciado por la administración Trump, mediante recursos no del todo cristalinos, para hacer que los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein, establecieran relaciones con Israel, fue considerado por Pompeo como un factor aislante de Irán, pero es, ante todo, otro tour de forcé para dividir al mundo árabe.

Provocaciones y destinos mal concebidos por parte de Trump y sus acólitos, son perceptibles. Se manifiesta a través de criterios expertos. El ex director de la CIA John Brennan, instó a los dirigentes iraníes a que esperen por el “regreso de líderes estadounidenses responsables” y demoren las represalias contra los asesinos del eminente científico Mohsen Fakhrizadeh, víctima, como varios antes, de algo imposible de catalogar de otro modo si no es como ataque terrorista.

Brennan consideró que fue “un acto criminal y altamente imprudente” capaz de provocar “represalias letales y una nueva ronda de conflicto regional”.  Brennan había calificado años atrás a Trump como un peligro para la seguridad nacional de EE.UU. Entre varios actos anteriores, hace solo semanas, se supo del plan para lanzar un ataque letal contra los iraníes, que requirió esfuerzos de los inmediatos a Trump para disuadirle.

Joe Biden prevé cambios en la política hacia la nación de los persas, convencido de que con acuerdos como el desactivado por Trump, se logra más que a través de enfrentamientos dañinos. Ante los hechos recientes solo cabe deducir que, en el mejor de los casos, Trump quiere dejarle el campo minado a Biden y en el peor estaría por desatar un conflicto armado y, colocando de agresores a las víctimas, proceder a una trifulca que le permita su permanencia en el poder.

Mientras sigue sembrado dudas y alebrestando a sus seguidores, expuso en unos de sus últimos mensajes por Twitter: “Biden solo podrá entrar a la Casa Blanca como presidente si puede probar que sus ridículos ‘80.000.000 de votos’ no fueron obtenidos fraudulenta o ilegalmente”. Hace ese tipo de consideraciones pese al último revés en una corte federal de apelaciones donde rechazaron una solicitud para impedir que el presidente electo sea declarado ganador en Pensilvania. El rechazo obedece a la ausencia de pruebas y es similar a las emitidas en otros estados.

Probablemente Trump esté confiado todavía en una posible decisión de la Corte Suprema donde predominan en su favor la titular del ramo y cuatro jueces. Son seis jurisconsultos nombrados por el presidente en una instancia donde solo hay otros 3 magistrados de tendencia demócrata en ese nivel máximo para decisiones sobre disputas y apelaciones legales.

Como opciones no tienen el mejor empaque. Demasiados peligros regenta en tiempos suficientemente enfermos.

One thought on “Alfred Hitchcock no tiene la culpa

  1. El gobierno de los Estados Unidos, todavía hoy encabezado por el facistoide Donald Trump ,no ha podido superar el trauma sufrido en Irán cuando miles de militares estadounidenses acantonados en varias bases militares en ese país del golfo pérsico , sin tirar un tiro a pesar de que el shah Reza Pahlavi les concedió inmunidad diplomática , tuvieron que recoger sus bártulos y salir abruptamente , echando un pie , tras la caída del shah, y el regreso victorioso del exilio en Francia del ayatollah Ruhollah Khomeini, quien enviaba casetes desde el país galo con grabaciones que alentaba a los iraníes a echar al shah y a los yanquis de Irán , movimiento que se le llamó la revolución de los casetes. Los iraníes gritaban por doquier Yankees go home .
    Ahora le toca a Biden retomar el tratado con Irán firmado por Barack Obama en el 2015 y por otras potencias europeas de No Proliferacion Nuclear , NPT , del que se retiró Trump, en el 2018. Irán accedió a firmar el acuerdo de limitar el desarrollo de su programa nuclear y desmantelar otros a cambio de que se levantaran las sanciones económicas contra esa nación. Veremos cómo se desarrollarán los acontecimientos con el nuevo gobierno demócrata.

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