FIEL DEL LENGUAJE

Fiel del lenguaje 40 / Cantar las cuarenta en cuarentena

Llegada la columna a su cuadragésima entrega, una anécdota real invita al autor a soslayar lo que ha tenido por norma preferente: mencionar errores, no a quienes los cometen, aunque valdría “cantarles las cuarenta”, en el sentido regañón con que la frase se usa fuera del conocido juego de cartas del cual proviene, el tute. Y va la anécdota.

Una de las escasas visitas que durante la pandemia el columnista ha recibido en su casa —todas justificadas y con las debidas normas sanitarias— ocurrió en el horario de la revista televisual “Buenos días”. La visitante, aguda y seria, le dijo: “Viendo ese espacio se puede escribir un artículo diario para ‘Fiel del lenguaje’”.

El veredicto no le causó risa al anfitrión. La realidad retratada le resulta demasiado triste para recibirlo con ánimo humorístico. Deberían tenerla en cuenta, para actuar como corresponde, no solo quienes dirigen ese espacio. Que no haya obra perfecta no justifica dormir tranquilo mientras las imperfecciones pululan. Lo que sigue concierne asimismo a otros espacios, pero a la mencionada revista le puede corresponder un lugar destacado.

Cuando parecía que se dejaba de usar distanciamiento social y se acogía una expresión más apropiada, como distanciamiento físico —o sanitario, que apenas se oye—, a veces se llama a “mantener el distanciamiento físico y el social”. Y a la irrealizada ilusión de que finalmente se entendiera que devenir equivale a convertirse en —por tanto, una cosa deviene otra, no en otra— se suma oír no obstante a, aunque no obstante viene a significar sin que eso obste o a pesar de eso, y la preposición a sobra como un abejorro alojado en el oído.

Ninguna explicación ha bastado para que favoritismo y ventaja no se confundan olímpicamente —es decir: erróneamente—, y parece que todo el sentido común del mundo no basta para saber que cuando en la pelota un lanzador reduce su número de carreras limpias permitidas, no merma su efectividad, sino la incrementa.

Se nota que es necesario reiterar que lo relativo a la edad no es etáreo, sino etario, y estadío es una incorrección que usurpa el lugar de estadio. Sí, Cuba hace, y mucho más aún debe hacer, para incrementar la producción de alimentos. En ese frente será más fuerte y más soberana cuanto mayor sea el autoabastecimiento que logre, pero a menudo y con pasmosa tranquilidad se sigue presagiando su mengua demográfica por autofagia, que es a lo que apunta autoconsumo. ¿Será necesario insistir en lo que media entre ese vocablo y autoabastecimiento?

La anterior entrega recordó que diatriba no es sinónimo de diálogo, y hoy parece necesario pedir que no se propicien confusiones entre la escritura en papiro y la escritura en piedra. Una frase mal construida y una pronunciación deficiente pueden confundirlo todo, aun cuando uno quiera suponer que quien habla sabe lo que dice.

Afirmar que “los Estados Unidos van a la saga en el número de contagios y muertes por el nuevo coronavirus” es desatino grave, para no creerlo un intento de negar la tragedia que el pueblo de ese país sufre por la criminal actitud de su gobierno. Semejante desliz verbal hace pensar en un dirigente de infausta recordación que, para estimular a un colectivo, le dijo: “Estamos avanzando, incluso hacia adelante”. Nada sugirió que lo hiciese con el propósito de acuñar una joya sarcástica.

A una cordial colega alguien de su familia que quería darle muestras de confianza y afecto le dijo: “Tengo que contarte todo lo sucedido, porque a ti debo mantenerte al margen”. Así habló una persona de escasos conocimientos, que confundía al tanto con al margen, a pesar de cuanto ha querido hacer el país para elevar la instrucción general.

Pero errores como los vistos hasta aquí —y en distintas entregas de la columna, tal suponer que dar al traste con significa favorecer o propiciar— revelan que los resultados no son plenamente satisfactorios. Basta ver la cantidad de personas de elevados títulos y méritos, y jerarquías, que muestran  no tener ni idea de lo que significa que haber sea verbo impersonal, condición que debe atenderse al conjugarlo.

Habrá que reiterar y reiterar, y seguir reiterando, que las preposiciones sobresalen entre las víctimas del mal uso del idioma. Una persona se relaciona con otra, no a otra, y algo similar cabe decir de cosas, acontecimientos y otros elementos de la realidad. ¿Por qué entonces decir que, dadas las circunstancias epidemiológicas, “se han tomado las medidas necesarias en relación al transporte”, o que “el rumbo de una tormenta está en dependencia a los factores que encuentre en el camino?

Un artista, o una artista, puede “actuar en soledad en un escenario, o junto a otros colegas”, pero carece de buen sentido decir que “ha compartido escenario junto a otros colegas” en vez de “ha compartido escenario con ellos”. Distinto sería el caso si se dijera que, “junto a Bola de Nieve, Rita Montaner compartió escenario con otros artistas”. ¿Será necesario abundar en explicaciones?

Otro lastre que afecta el idioma y dificulta la comunicación es la anfibología. Se le han acumulado al columnista —que pone los énfasis destinados a facilitar la detección de las formulaciones fallidas— ejemplos que lo libran de acudir a la prensa nacional, aunque segura y lamentablemente le sería fácil encontrarlos también en ella. No hace mucho circuló un despacho en que se leía: “El presidente de los Estados Unidos puede ver resurgir sus mayores miedos por culpa de su sobrina, Mary Trump, hija de su difunto hermano mayor, que prepara un libro en el que devela los trapos sucios y oscuras historias familiares con el magnate como protagonista”.

Según esos términos, el libro lo preparaba un muerto. Se dirá que —salvo en textos que den voz a ciertas creencias, o bromas— una imaginación elemental basta para inferir que un libro no puede prepararlo sino alguien que vive. Pero autores y editores no han de confiar la interpretación de un texto a lo que se quiera leer en él, sino a lo que esté bien escrito. Una forma precisa de decirlo sería: “El presidente de los Estados Unidos puede ver resurgir sus mayores miedos por culpa de su sobrina, Mary Trump, quien, hija del difunto hermano mayor del gobernante, prepara un libro en el que devela los trapos sucios y oscuras historias familiares con el magnate como protagonista”.

Otro despacho: “El presidente de Irak, Barham Salih, indicó que bajo ninguna circunstancia dejará que los Estados Unidos ataquen a Irán desde las bases militares norteamericanas que se encuentran en territorio iraquí, y ha criticado las políticas belicistas que el mandatario estadounidense, Donald Trump, pone en marcha contra Teherán durante una entrevista que concedió a la cadena CNN el pasado 25 de junio”. Pero lo ocurrido durante esa entrevista no fue que Trump pusiera en marcha sus políticas belicistas, que venían de antes, y continúan, sino que el presidente iraní hizo la denuncia mencionada.

Nicolás Guillén sostenía que para escribir bien un soneto es necesario saber que entre matrimonio y Deuteronomio no hay rima consonante. Un dominio básico, pero profesional, de la lengua impone no confundir saporífero con soporífero, ni creer que el primero de esos vocablos nombra una cualidad relativa al sapo. Un saporífero es algo que da sabor, y un soporífero facilita el sueño, y puede ser necesario para no sufrir insomnio causado por la proliferación de errores en el uso del lenguaje.

Es asimismo aconsejable saber que la sinología no es algo que se parezca a la astrología, pues no se trata de la adivinación del sino (destino) de alguien. Es nada menos que el estudio de la cultura y las letras de China, especialmente de su lengua, o sus lenguas. El origen de sinología —y sus derivados— no parece ubicarse en la propia China, aunque allí los afanes por hacer más comprensible su idioma en otros ámbitos idiomáticos y culturales tienen veleidades o caprichos. El término sinología vale considerarlo una creación occidental, u occidentalizada, pues junta la asimilación del topónimo China en griego (Σίνα), y el sufijo –logía, de origen greco-latino y conocida significación.

Para no seguir por tales caminos, el artículo vuelve a su comienzo, y al ICRT. Se aprecia la urgencia de que ese organismo organice cursos y talleres para elevar el dominio del idioma entre sus profesionales —y profesionales dirigentes de profesionales— que lo necesiten, sean cuantos sean. Pero, mientras los organiza, puede adoptar algunas medidas para ahorrar tiempo de trasmisión o incluir más temas en los programas, en particular los televisuales. He aquí solo tres sugerencias.

Reducir a un diez por ciento el uso de también y el de por supuesto en las intervenciones de comunicadores y comunicadoras. Limitar las series infladas de sinónimos y las perífrasis innecesarias, en las que a menudo se introducen más confusiones que luces. Prescindir de entrevistados y panelistas, considerando que del trabajo de estos se ocupan, con gran frecuencia, presentadores y entrevistadores, cualquiera que sea el tema: desde el juego de canicas hasta descubrimientos científicos.

Sugerencia de otro orden: si no es forzoso hacerlo, no rebautizar la revista “Buenos días” —nombre inscrito en el linaje del idioma— con el rótulo “Excelente jornada”.

(Ilustración: Ary Vincench)

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Luis Toledo Sande
Escritor, investigador y periodista cubano. Doctor en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana. Autor de varios libros de distintos géneros. Ha ejercido la docencia universitaria y ha sido director del Centro de Estudios Martianos y subdirector de la revista Casa de las Américas. En la diplomacia se ha desempeñado como consejero cultural de la Embajada de Cuba en España. Entre otros reconocimientos ha recibido la Distinción Por la Cultura Nacional y el Premio de la Crítica de Ciencias Sociales, este último por su libro Cesto de llamas. Biografía de José Martí. (Velasco, Holguín, 1950).

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