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Una crónica con medalla panamericana

Quién dude del poder de una crónica, del puente que tiende la emoción, del alcance de las redes socailes, que lea esta historia…

Miraba la final panamericana de conjunto de cinco pelotas en la gimnasia rítmica. Las últimas, son las chicas de Cuba. Al tapiz, sigo cada lanzamiento, también me lanzo, también ruedo… Tienen razones para estar felices, se abrazan, esperan. Lo han hecho bien.  La medalla está en la mira, casi… pero  la calificación no les alcanza, no les hace justicia. La entrenadora principal protesta, pero su reclamo es denegado. Hay lágrimas.

No puedo más que escribir, como exorcismo.  Solo tengo las letras. Y me sorprende de repente, un salto atrás en la memoria…  En las redes sociales, en mi muro, inserto esta crónica:

Nely

Hoy la vi en Lima, en los Panamericanos, en la pantalla. La vi reír, rabiar, romper el aire. A Nely Ochoa, la preparadora de la selección nacional cubana de gimnasia rítmica. A otras las califican con manos de seda; a las cubanas, las ahogan.

Pero tal vez, no vi a la Nely de ahora mismo, sino a la chica que apareció en la XVIII Copa Intervisión, en La Habana, en 1985. Ella tenía entonces catorce años; yo, diecisiete. Era la primera vez que un torneazo como aquel salía de Europa.

Busco en mis viejos cuadernos donde tomaba apuntes de puño y letra, donde pegaba recortes, donde tal vez hacía periodismo antes de ser periodista. Gimnastas de Bulgaria y la Unión Soviética (la meca del mundo) y de la RDA, Hungría, Polonia, Chescoslovaquia, Cuba. Era un torneo paralelo, de mayores y juveniles.

No olvido a Thalía Fung, su modo único de tomar las clavas, sus dos bronces conquistados a puro coraje. ¿Dónde estará ahora? Entre las más jóvenes, Nely solo cedió ante la búlgara Stela Anguelova y se apuntó otras medallas en pelota, cuerda y mazas.

Ahí mismo, desde entonces, para siempre, me enamoré de Nely Ochoa. Su nombre era música en mi oído. Habré gastado mis ojos observándola. Me enamoré de su desafío, de su giro en el aire, de su sonrisa, de…

Un día, una tarde, ya no sé, la tuve enfrente. ¿Era un campeonato nacional,  acaso? Me le acerqué en la sala deportiva del Maceo, en el Reparto Sueño, en Santiago de Cuba. Temblaba. Ella no ha de recordarlo. Yo tengo el instante atrapado.

La vi avanzar grácil y sorprendida. Toqué su mano ligeramente al entregarle un papel, doblado y vuelto a doblar. Un papel con unos versos…Me he perdonado ya aquel poema sin oficio, aquellas rimas.

En la misma libreta que hoy ojeo, que hoy no creo, que me atreví a extenderle, la gimnasta puso su nombre en una esquina. Ahí sigue, ahí está. Verba volant, scripta manent. Entonces no había selfie.

La gimnasia rítmica ha seguido conmigo. A Lourdes Medina la vi triunfar en los Panamericanos de 1991, en la sala Alejandro Urgellés, en Santiago de Cuba. A Yordania Corrales, en Mar del Plata. Cada vez soy el juez, soy el aire. Estos deportes de apreciación son hermosos, son terribles.

Nely se me perdió, se me esfumó. Cada uno, a lo suyo. Pero ahora la veo ahí en Lima, en los Panamericanos, en la pantalla. La veo reír, rabiar, romper el aire. Y yo, con ella.

Una crónica de ida y vuelta

Los Juegos Panamericanos siguen. Las chicas de Cuba compiten ahora en conjunto de dos pares de mazas y tres aros. Es su última oportunidad para obtener una medalla en la gimnasia rítmica. El brillo se impone al nervio. Y ahora sí, ahora sí..  A sus cuellos va una luchada medalla de bronce. Un metal broncíneo como el sol. Decía Anna Pávlova  que solo la belleza salvará al mundo.

Y de pronto, aparecen estas palabras de Nely Ochoa desde la capital peruana, en mi muro de Facebook:

“Hoy he tenido un día inolvidable, cosas importantes han pasado, la primera, la medalla de mis gimnastas, que me demostraron que en ellas podía confiar y que se consagraban como gimnastas medallistas panamericanas;  la segunda, algo que si me lo hubieran contado no lo creería, lo hago público porque creo que fue parte de la magia de este día que nunca olvidaré…  Minutos antes de salir de la villa rumbo a la sala de competencia mis gimnastas entraron gritando a mi cuarto, yo les pregunté  qué les pasa? Una de ellas me dijo: han escrito algo lindo de usted y ella empezó a leer, no podía creerlo me reía y decía no entiendo;  pero cuando dice la historia del papel que me entregó, ahí me acordé de ese momento y ellas se reían aún más. Fue lindo, ese momento nos unió, nos dio alegría y creo que de alguna manera se sintieron orgullosas de su profesora, fue algo especial, inspirador, en fin, no tengo palabras para describir ese momento. Gracias Reinaldo por ser tan oportuno con ese escrito, mis gimnastas y yo te agradecemos tu crónica”.

Es 5 de agosto de 2019. Es tarde. Y yo, frente a la pantalla, solo, callado,  pienso en mi madre cuando le dije que escogería periodismo. ¿Lo pensaste bien?,  me replicó… Cuando asentí, me dio uno de aquellos abrazos largos, de aquellos abrazos que te salvan de la rutina, de la metralla.

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Reinaldo Cedeño
Periodista, poeta y promotor cultural. Ha ganado en dos ocasiones el Premio Nacional de Periodismo Cultural. Premio Latinoamericano de Crónicas (Portal Nodal Cultura, 2016). Creador del Concurso Caridad Pineda in Memoriam de Promoción de la Lectura. Entre sus libros: El hueso en el papel (Editorial Oriente, 2011), A capa y espada, la aventura de la pantalla (Fundación Caguayo-Editorial Oriente, 2011), Poemas del lente (Hermanos Loynaz, 2013) y La noche más larga. Memorias del huracán Sandy (compilación, Ediciones Santiago, 2014 y 2015). Actualmente es redactor-reportero de la emisora Radio Siboney, miembro del Consejo Nacional de la UNEAC y vicepresidente del Comité Provincial en Santiago de Cuba. (Santiago de Cuba, 1968)

8 thoughts on “Una crónica con medalla panamericana

  1. Bella y conmovedora crónica….me trasladó a una de mis preferidas competencias….Como siempre, nos deja ese sabor a cubanía, a victoria , a pesar de los jueces y las dificultades. ¡¡¡Bravo por el autor, por nuestras gimnastas, por Nely Ochoa, la abnegada entrenadora y una gloria del deporte cubano!!!!, ¡¡¡¡¡¡Felicidades campeonas!!!!, ¡¡¡¡Felicidades , Reinaldo , por seguir la prédica martiana: Ser justo.

  2. Gracias por tan Bonita crónica .Esa mujer de la que hablas es mi madre .Me llena de orgullo hoy y todos los días de mi vida .Si,tiene el don de dejar marca en todo el que la conoce. Ella hace más de 26 años compite en los cuerpos de cada atleta que ha tocado.Ahora su escrito es parte de todo lo que atesoro de la mujer que me dio la vida. Saludos

  3. Si me pidieran una palabra, una sola después de haber leído esta crónica, no dudaría en escoger esta: Gracias.
    Gracias por llegar de esa manera, marcando el tiempo, cada detalle que define tu mirada y tus sentimientos., y dese ese binomio, una hermosa crónica, genial.
    Gracias, muchas gracias Reinaldo Cedeño, un abrazo.

  4. Muchas gracias por tan linda cronica y una vez mas tengo que agradecer a Juan Carlos Roque Garcia mi coterraneo de la querida tierra colorada de Guira de Melena, amigo de siempre y que en los ultimos tiempos me ha dado tantas alegria con sus libros y ademas la oportunidad de acercarme al trabajo de Sedeño este periodista que me ha dado la posibilidad de disfrutar tan linda cgonica. Feliz de que me haya dado la posibilidad de ser su amiga en Facebook.

  5. Eres un cabrón, Rey, sí, en el mejor sentido, claro, por los pelos de punta, por el entendimiento de que este es un oficio de latidos. Desde la pantalla pude ver tu mano en la de Nelly, el papel, las letras… y esa medalla bien ganada en un pecho sin fondo. Un abrazo enorme para ti. Y gracias otra vez.

  6. Una vez más, gracias, cuando leo lo que escribes lo estoy viendo, lo estoy viviendo. Besos, mereces mucho más de lo recibido hasta hoy, una suerte conocerte, te quiero y admiro y siempre te deseo LO MEJORRRA.

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