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Dos nuevos medios: la radio y la televisión

 Por Ángela Oramas Camero

“Diez años antes de la caída de la dictadura de Machado, se inauguró oficialmente la radio en Cuba, primer país de América Latina en disponer de ese medio. A finales de 1922, en la casa del teniente licenciado del Ejército Libertador Luis Casas Romero, destacado flautista y director de bandas, se realizó la primera transmisión radial con una planta de diez watts de potencia, bajo la denominación 2LC, construida su hijo. Dos años antes, en Pittsburgh, había nacido la primera emisora de Estados Unidos, la KDKA.

En la ampliación que Juan Marero realizó a su libro Dos años de Periodismo en Cuba (1999, Editorial Pablo de la Torriente) cuenta cómo la pequeña emisora instalada en La Habana salía al aire poco antes del cañonazo de las nueve de la noche. El propio Casas Romero tocaba en una corneta la llamada de atención, y después, con una varilla de metal, daba golpes rítmicos sobre el instrumento imitando el ruido característico de un reloj. Luego, con un micrófono, el tradicional cañonazo y otro acorde de corneta, anunciaba solemnemente: «Son las nueve en punto».

Y, a continuación, ofrecía un boletín sobre el estado del tiempo. Su hija Zoila presentaba números musicales obtenidos en un viejo fonógrafo. Ella fue la primera mujer en Cuba en hablar ante un micrófono de la radio, luego tomó el camino de la religión y se hizo monja.

“Como vemos la 2LC es también precursora de los noticieros y, en cierta forma, de Radio Reloj. Esa pequeña planta transmitió hasta 1928”.

“El 10 de octubre de 1922, en una ceremonia efectuada en el Palacio de Gobierno, el presidente de la República, Alfredo Zayas, procede a inaugurar la primera estación comercial de radio, auspiciada por la Cuban Telephone Company, filial del consorcio estadounidense American Telephone and Telegraph. La estación se identifica en inglés, en razón de los intereses que servía. Una empresa constructora de aparatos de radio había regalado previamente sesenta receptores a los principales personeros oficiales y vendido cuarenta entre familias adineradas.

“Así nace la radio en Cuba. En 1923, Caibarién y Camagüey tienen sus primeras emisoras. Y en la de Caibarién, emisora fundada por Manolín Álvarez, se transmite la primera narración deportiva: la pelea de boxeo por el título mundial de los pesos completos entre el norteamericano Jack Dempsey y el argentino Luis Ángel Firpo. También por esa emisora se transmitieron los primeros juegos de las Grandes Ligas. Esas primeras emisoras, por supuesto, tenían poco alcance, solo cubrían unas pocas decenas de kilómetros en torno al equipo transmisor, y su programación era de pocas horas. “

Un hecho importante se desprendió de la irrupción de la radio, pues hizo posible que la mayoría del pueblo, entonces analfabeta, pudiera integrarse al proceso de comunicación”.

Pues con la radio, y en particular con su programación informativa, “que alcanzó un significativo desarrollo en la década de los treinta, toda la población, incluso aquella que no sabía leer ni escribir, tuvo la posibilidad de empezar a conocer algunas de las realidades del país y del mundo, al menos en aquellos años en que a los dueños de los medios solo les interesaba captar publicidad comercial para obtener ganancias monetarias. Más adelante, por supuesto, los compromisos con los anunciantes y patrocinadores cambiaron el carácter y contenido de la programación y, a la vez, pusieron límites a la información veraz y amplia.”

Recuerda Marrero que para 1937 ya existen en La Habana más de treinta emisoras. En Santiago de Cuba había seis. Y en ese año se efectúa en La Habana la Conferencia Regional de Radiodifusión, donde la delegación de Estados Unidos impone condiciones sobre el uso del espacio radioelectrónico para garantizar que las emisoras de Estados Unidos no sufrieran interferencias desde territorios vecinos.

En 1943, con el aporte de los trabajadores cubanos -destaca Marrero-, nace la emisora del pueblo Mil Diez, en onda larga y en onda corta. Esta emisora cumplió un relevante papel en solo un lustro de existencia. Contribuyó a elevar la conciencia de clase de las grandes masas desposeídas. Las justas demandas populares encontraron allí tribuna insobornable. Los desalojos campesinos y desahucios en las ciudades no pasaron inadvertidos. Los atropellos de la Guardia Rural eran denunciados diariamente. Mil Diez tuvo un noticiero muy escuchado —doce ediciones de noticias cada día—, que contó entre sus locutores a Manolo Ortega. «Doctrina y Acción», concebido por José Rodríguez Méndez, periodista que sentó cátedra años después en los espacios informativos de la televisión, tuvo mucha aceptación popular, así como otros programas conducidos por Salvador García Agüero, Félix Pita Rodríguez y Honorio Muñoz.

“Lázaro Peña, Jesús Menéndez, Blas Roca y otros dirigentes comunistas utilizaron con frecuencia ese medio. Al frente de la junta directiva de Mil Diez estuvo el locutor Ibrahim Urbino, y de ella formaban parte periodistas, escritores, músicos y otros valores de la cultura nacional.

“Mil Diez transmitió en 1948 una grabación del último discurso del líder azucarero Jesús Menéndez, pocos meses antes de caer bajo las balas asesinas de un oficial del régimen gobernante. Se estaba en los inicios de la Guerra Fría y el gobierno de Grau clausuró la emisora. La policía y bandas gansteriles aprovecharon el hecho para irrumpir en la planta y arrasar equipos y mobiliario. El gobierno auténtico de Prío, que tomaba posesión, respaldó la vil acción.”

Por otra parte, Marero resalta:

“La monopolización de las frecuencias y el control del negocio de la radiodifusión nacional empiezan a delinearse. Goar Mestre, quien era representante en Cuba de las firmas comerciales norteamericanas General Foods, Proctor and Palmolive, Pepsi Cola, Max Factor, American Home Products y General Motors, vendedoras de alimentos, jabones, pastas dentales, insecticidas, y hasta automóviles, se hace dueño durante los días de la Segunda Guerra Mundial de la mayoría de las acciones de CMQ-Radio. Lo apoyan capitales norteamericanos y también Emilio Azcárraga, magnate de la radiodifusión de México. Azcárraga le dijo a Mestre: ‘Mire, estamos en plena guerra. No se consiguen equipos, no hay nada. Lo que usted tiene que hacer es comprar una de las dos cadenas existentes. Yo lo apoyo con el dinero’. La otra era RHC Cadena Azul, del empresario cubano Amado Trinidad. También otro competidor importante era Gaspar Pumarejo, creador del radioperiódico La Palabra, a través de Unión Radio. Para Mestre, Pumarejo era ‘un pirata, tenía un sable entre los dientes. No le importaba el dolor que podía causar si ese dolor le daba un peso’”.

Los que peinamos canas coincidimos con el autor en que, pocos años después, gracias a la novela de aventuras Tamakún y a la radionovela El derecho de nacer, de Félix B. Caignet, que rompió todos los récords de audiencia, CMQ se convierte en la principal emisora de Cuba, la de mayor rating, la privilegiada por los grandes anunciantes. Sería, en fin, el punto de partida del monopolio que establecerían los Mestre en los años posteriores. La creación de Radio Reloj, en 1947; CMBF, y después CMQ-TV, así lo señalan. Añade Marrero:

“Radio Reloj fue algo original: la hora cada minuto, medio minuto de noticias y medio minuto de anuncios durante las veinticuatro horas del día. Se convirtió así en la primera emisora en el mundo que transmitía noticias durante todo el día. Quedó inscripta en la historia de la Revolución Cubana el 13 de marzo de 1957, cuando desde su cabina José Antonio Echeverría, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria, informó al pueblo sobre el asalto al Palacio Presidencial y lo convocó a participar en el derrocamiento de la dictadura.

“Por CMQ resurgió en 1949 el espacio dominical La Universidad del Aire, auspiciado por profesores y estudiantes de la Universidad de La Habana. En este espacio se ofrecían conferencias sobre la historia patria, y por él desfilaron prestigiosas figuras de la cultura cubana como Fernando Ortíz, Raúl Roa, Carlos Rafael Rodríguez, Salvador Massip, Elías Entralgo y Vicentina Antuña. También lo hacían figuras de la intelectualidad con visiones diferentes y hasta reaccionarias. El lema que Mestre vendía para CMQ decía: «Tribuna libre abierta a toda opinión responsable». Era una manera de preservar la audiencia de esa emisora, mayoritariamente integrada por los sectores populares.

“Después del golpe del 10 de marzo de 1952, el espacio La Universidad del Aire fue a veces utilizado por la juventud cubana para denunciar al régimen anticonstitucional. Según el formato del programa, una vez que finalizaban las conferencias, el público asistente podía hacer preguntas que eran respondidas por los disertantes. El 4 de mayo de 1952 hubo un serio incidente en el estudio-teatro número 15 de Radiocentro, luego de las conferencias impartidas por Elías Entralgo, profesor de Historia de la Universidad de La Habana, y Gerardo Canet, profesor de Geografía en centros de enseñanza media. Como resultado de aquel acto de salvajismo realizado por fuerzas represivas y simpatizantes de Batista, varios líderes y estudiantes resultaron heridos, entre ellos Armando Hart Dávalos y Faustino Pérez.

“Los micrófonos de CMQ también fueron utilizados por Eduardo R. Chibás, líder del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), para comunicarse con los sectores populares que respaldan su programa contra la corrupción administrativa y el gangsterismo. Este programa tuvo durante varios años la mayor audiencia. Precisamente en los estudios de CMQ pronunció su última alocución: «Pueblo cubano, despierta. Este es mi último aldabonazo»; tales fueron las últimas palabras de Chibás, pues seguidamente se pegó un tiro que lo llevó a la muerte días después. Chibás se inmoló ante los micrófonos al no poder presentar pruebas de las evidentes malversaciones de un ministro del gobierno de Carlos Prío. “

No dejó de destacar el autor lo  ocurrido en el barrio de Orfila, en 1947, pues fue otro de los acontecimientos que dieron gran prestigio a CMQ. “Desde el mismo lugar de los hechos, tirado en el suelo, con un micrófono en mano, Germán Pinelli, locutor y periodista, reportó minuto a minuto el enfrentamiento que tuvieron durante largo tiempo dos bandas en pugna de elementos gangsteriles, procedentes de las filas de la policía, tolerados por el gobierno de Grau San Martín.

“La matanza de Orfila está vinculada con uno de los grandes momentos de la fotografía periodística en Cuba. Un danés, Louis Hamburg, quien vivía en Cuba desde los años de la dictadura de Machado, arriesgando su vida captó fotos de gran dramatismo que se publicaron en el periódico El País y que fueron utilizadas por Chibás para denunciar ante el Congreso de la República el asesinato cometido. El camarógrafo cubano Eduardo Hernández (Guayo), del Noticiero Nacional de Cine, también captó la increíble batalla.”

Guido García Inclán es una de las figuras ‘asegura Marrero– que dignificó el periodismo radial, primero ante los micrófonos de CMQ combatiendo la dictadura de Machado, después a través de la COCO librando una constante batalla contra el gangsterismo, la corrupción, el peculado, la desvergüenza. Jamás su voz pudo ser callada ni sobornada.

A Guido, Marrero lo califica de “ferviente martiano y admirador de Chibás y del joven Fidel Castro, a quien abrió las puertas de su emisora para que llevase la verdad al pueblo cubano en días convulsos, Guido fue el primero en crear un periódico en la radio con su editorial y con reporteros en la calle. Lo llamó El Periódico del Aire. Desde 1959 y hasta su muerte, su voz no hizo otra cosa que defender la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes.

“También es justo mencionar a José Pardo Llada, con un timbre de voz típico y un mensaje populista, quien logró gran audiencia cuando dirigió un espacio informativo en Unión Radio, utilizado en beneficio de su carrera política, que lo llevó a ocupar un curul en la Cámara de Representantes con una extraordinaria votación”.

Inicios de la televisión en Cuba

“Cuba fue el tercer país de América Latina en tener televisión, tras México y Brasil. En 1950 Gaspar Pumarejo inauguró Unión Radio Televisión, Canal 4, establecida en su casa de Mazón número 52, esquina a San Miguel, donde actualmente se encuentra el Canal Habana. Poco tiempo después, Goar y Abel Mestre abren el Canal 6, CMQ-TV. Luego se crearon los canales 7, 2, 11 y 12, este último en colores. En los primeros años la televisión en Cuba tuvo muy escaso alcance: cubría solamente la antigua provincia de La Habana. El setenta y cinco por ciento de su programación estaba dedicada al entretenimiento y la publicidad.

“Fechas de apertura de los cuatro primeros canales de TV: 24 de octubre de 1950, Canal 4, Unión Radio Televisión; 18 de diciembre de 1950, Canal 6, CMQ-TV; 2 de febrero de 1953, Canal 7, CMBF-TV, y 18 de febrero de 1953, Canal 2, Telemundo. “

Asimismo, apunta Marero, que Pumarejo era locutor, animador y periodista. Había trabajado en la radio y era gago, pero al decirle «Vamos al aire», inmediatamente dejaba de gaguear, según ha contado Mirta Múñiz, quien trabajó con él en la fundación de la televisión en Cuba.

Detrás de Pumarejo y Mestre estaban las compañías norteamericanas RCA Victor y Dumont, productoras de aparatos de televisión y de las cámaras y otros equipos necesarios para las transmisiones y realización de la programación, expresa el autor en Dos siglos de periodismo en Cuba, además añade:

“Ante las vidrieras de las principales tiendas de La Habana, donde se colocaron aparatos receptores, la población pudo ver las transmisiones de prueba y la inauguración oficial del nuevo medio.

“Los espacios noticiosos eran mínimos y se conformaban, por lo general, con servicios de Telenews, una empresa norteamericana que suministraba imágenes de noticias internacionales a CMQ y el Canal 2. Las imágenes de informaciones nacionales, en los primeros momentos de nuestra televisión, eran captadas por los camarógrafos de varias empresas cinematográficas dirigidas por Manolo Alonso, quien a partir de 1940 se convirtió en un zar de los noticieros de cine, en los cuales tuvieron participación distintos medios, entre ellos El Crisol, El País, RHC Cadena Azul y CMQ.”

Sobre el tema Marrero amplió en su investigación:

“Hubo momentos en que eran la Royal News América-El País y Nacional. En 1950 más de setecientas cincuenta mil personas veían semana tras semana en las pantallas de más de ciento cincuenta cines del país los noticieros de Royal News, América y Nacional. Años después, surgieron otros, como Cineperiódico y NotiCuba, en cuyas plantillas figuraron los nombres de destacados camarógrafos como Eduardo Hernández (Guayo), Bebo Alonso y Roberto Ochoa. La aparición de la televisión trajo preocupaciones para los que hacían cine, pero con el tiempo sus funciones se acoplaron. Y, en un principio, la televisión tuvo que contar con los camarógrafos y técnicos de esas empresas de cine para la realización de sus noticieros.

“El primer noticiero con imágenes y sonidos se llamó Teleperiódico, de Unión Radio TV.

“Los noticieros de televisión, al igual que los de cine, estuvieron marcados por la publicidad comercial. Hubo un noticiero estelar en la televisión patrocinado por una marca de cervezas, en cuya transmisión su locutor debía en varias ocasiones, tras la lectura de algunas noticias, tomar la botella, llenar una copa, beber de ella, y decir: «La que más gusta. Ni amarga ni dulce. En su punto. La gran cerveza de Cuba».

“Los acontecimientos de que se ocupaba ese noticiero eran la política, la economía, la cultura y la vida social, y sobre todo aquello que tuviese un filo sensacionalista. Al igual que lo hacía la prensa impresa, prescindía, como regla, de temas como la explotación, el hambre, la miseria, el analfabetismo, los desalojos y los atropellos de las fuerzas militares. Lo que más abundaba en la programación informativa era la realización de entrevistas en los estudios a distintas personalidades de la vida política, económica y social, siempre y cuando no abrazasen las ideas del comunismo.

“CMQ fue la primera en llevar la televisión a otras provincias, al instalar plantas emisoras en Santa Clara, Camagüey y Santiago de Cuba. A esos lugares eran llevados por avión o carretera los quinescopios, que se emitían por la televisión de La Habana. Hasta 1955 no entró en funcionamiento la cadena de plantas repetidoras que permitía captar y emitir al momento la señal originada en La Habana.

“Uno de los espacios informativos con mayor recepción fue Ante la Prensa, ofrecido a través de CMQ, donde comparecían políticos de turno que eran bombardeados a preguntas por un panel de periodistas incisivos. Este espacio, inspirado en el Meet the Press, se inauguró el 7 de enero de 1951 y fue el primer panel político en la televisión iberoamericana. Los primeros políticos entrevistados fueron Aureliano Sánchez Arango y Eduardo R. Chibás. Su moderador y conductor era Jorge Mañach. Tuvo una década de duración, aunque estuvo fuera del aire en 1953-1954 a causa de la convulsa situación existente en el país.”

En 1955 se inaugura un programa similar en el Canal 2 (Telemundo), que tuvo como moderadores principales a Carlos Lechuga y Alfredo Núñez Pascual, periodistas que habían integrados los paneles de Ante la Prensa.

“Telemundo, en realidad, había dado sus primeros pasos en el Canal 4, es decir, Unión Radio TV, en 1952, teniendo como conductores a Pablo Medina, en sus primeros programas, y a Gaspar Pumarejo, después. Se trataba de algo inédito: verter en la televisión la versión impresa del periódico El Mundo. El programa salía todos los días entre 1:00 y las 2:00 de la tarde, y se realizaba desde la propia redacción del periódico, ubicada en Virtudes esquina a Águila. De tal manera se fue gestando el Canal 2 (Telemundo), inaugurado el 18 de febrero de 1953, que se convirtió en el cuarto canal de la televisión cubana. La revista informativa El Mundo en TV se transfirió al nuevo canal, cuya señal duplicó a CMQ-TV y podía verse en vivo en lugares de la central provincia de Villa Clara. Esta revista también hizo algo novedoso: que las locutoras Nela del Rosario y Eva Rodríguez se convirtieran en las primeras mujeres cubanas en leer noticias en la joven televisión. “

Informa el autor de Dos siglos del periodismo en Cuba que Telemundo existió hasta 1960, al fusionarse con el Canal 4, tuvo uno de sus más sonados éxitos cuando su director Carlos Lechuga ofreció, en horas de la mañana, la primera noticia sobre la fuga de Batista el Primero de Enero de 1959 y el triunfo de la Revolución Cubana.  Al respecto agrega:

“En los últimos años de la década de los cincuenta, a pesar de los crímenes de Batista, de la férrea censura de prensa y de la tensión en que se vivía, los empresarios de la televisión se convirtieron de hecho en cómplices al dar espacio a voceros de la dictadura para que hiciesen propaganda a favor de ella. Ilustrativo es el caso de Otto Meruelo con su espacio diario titulado «Por Cuba». La población expresó repudio a tales parcializados programas políticos.

Desde las primeras transmisiones de la televisión en Cuba, los espectáculos deportivos fueron un plato fuerte en la programación, en particular la Liga Invernal de Béisbol profesional. El 30 de octubre de 1950, una semana después de la inauguración del nuevo medio, el Canal 4 transmitió el primer juego de béisbol desde el Estadio del Cerro. Igual atención le brindó el Canal 6 (CMQ-TV) a ese deporte profesional.

“En 1953 se transmitió por ese canal la Serie Mundial de Béisbol de las llamadas Grandes Ligas, entre los Yankees de Nueva York y los Dodgers de Brooklynn, lo que no se hizo de modo directo sino trayendo en distintos vuelos de aviones entre La Habana y la Florida las grabaciones en kinescopio. Al año siguiente se transmitió la Serie Mundial en forma directa, desde un avión que, mientras sobrevolaba la costa norte de Matanzas y La Florida, captaba la señal y la retransmitía al Canal 6.

“Entre inning e inning, entre asalto y asalto en los casos del boxeo y de la lucha «pancracio», que eran los deportes preferidos por los empresarios de la televisión, mucha publicidad comercial. La lucha pancracio era un espectáculo realmente grotesco y falso, donde no faltaban los ingredientes de la Guerra Fría, como identificar a uno de los luchadores, al que enmascaraban y estaba vestido de rojo, como «La Amenaza Roja». La transmisión de estos deportes generaba grandes ingresos a los canales de televisión porque, aparte de los anunciantes, pagaban los auspiciadores de tales deportes. “

Y así finaliza Marrero este capítulo:

“Nueve años después de los inicios de la televisión en Cuba, habría un cambio radical en el país y también en el uso de los medios.” Para después continuar con el humor político en el siglo XX, y destacar en particular a los personajes que van desde Liborio y el Bobo a El loquito.

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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