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Memorias de unas elecciones

La Colmenita esperó a Raúl en el cine Los Andes, del municipio santiaguero de Segundo Frente. Foto: Estudios Revolución

Cuando veo -desde la distancia-, las imágenes televisivas de Raúl Castro ejerciendo su derecho al voto en el Segundo Frente Oriental, este 11 de marzo de 2018, mi memoria vuela hasta noviembre de 1976.

El entonces Ministro de las FAR y Segundo Secretario del Partido, sería presentado como candidato a Diputado por el Segundo Frente Oriental. Habíamos sido acreditados por la Revista Bohemia: Raúl Castillo como fotógrafo, y yo como reportera.

Una leyenda del periodismo cubano, de quien apenas se habla, Mario G. del Cueto, estaba reportando desde el municipio Santiago de Cuba, donde votarían por Fidel, Vilma Espín, Juan Almeida, Armando Hart y otros que habían hecho mucha historia antes de formar parte de la lista de propuestos a diputados.

Corría el año 1976, y a pesar de ser una recién graduada, el columnista Ángel Guerra, en aquel tiempo director de la Revista Bohemia, puso en mis manos la mayúscula responsabilidad de dar cobertura a la institucionalización del país, las primeras elecciones después del triunfo revolucionario, y todo lo relacionado con los Órganos del Poder Popular.

Aquel día de noviembre, los periodistas llegamos al Segundo Frente Oriental antes del amanecer, y esperamos por horas la llegada del candidato Raúl. Conversó con nosotros, y con un grupo de ex combatientes del Ejército Rebelde. Fue la primera vez que lo vi de cerca. La primera vez que escuché su voz, sin que pasara por un micrófono.

También tuve la ocasión de conocer a “Pancho”, definido por Raúl Castro como el “Legendario General Pancho”, Primer Secretario del Partido, excombatiente del Segundo Frente, y un personaje increíble: dinámico, simpático, campesino y sobre todo entregado al desarrollo de esa zona, por la que también era candidato al Parlamento.

Pancho, como lo conocían todos, era el General de Brigada Francisco Rogelio González López, quien se alzó en Sierra Cristal, donde se radicó el Segundo Frente Oriental Frank País, fundado por el entonces comandante Raúl Castro Ruz, durante la lucha de liberación nacional de 1956 a 1959. Luego ocupó diversos cargos de dirección y cumplió misiones internacionalistas.

El conversatorio que tuvo lugar ese día, fue una de mis lecciones de vida más edificantes, como periodista y como ser humano. Los relatos de lo que fue la Sierra Maestra antes de 1959, de cómo vivía el campesino cubano y su familia, de las penurias, humillaciones y vejámenes que sufrieron, parecían salidos de un filme de horror.

Nunca había estado en esa zona oriental, solo habían transcurrido 17 años del triunfo revolucionario, mucho se había construido, pero quedé muy sorprendida por la forma de vida, la humildad, hospitalidad y agradecimiento de aquellos campesinos.

Eran muchas las incógnitas: ¿Qué iba a pasar? Cómo funcionarían los nuevos ministerios? ¿Sería eficaz la nueva división política administrativa? En mis pensamientos llenos de optimismo siempre aparecía una nube gris -y en ocasiones negra- que preguntaba: ¿De dónde saldrán los recursos para el desarrollo de los municipios? ¿Con qué el delegado dará respuestas a las demandas de sus electores?¿Los organismos centrales del Estado se apropiarán de la autoridad de los Órganos Locales de Gobierno?

Varias de esas interrogantes aún siguen sin despejar, no solo por incapacidad, burocracia o malas decisiones, pues la adversidad que trajo a la economía cubana el desplome del campo socialista, la agudización del bloqueo, huracanes, patrañas, actos terroristas, impidieron la realización de muchos de aquellos sueños bordados en los finales de los 70 y principio de los años 80.

Pero si damos una mirada a lo que fue la democracia en Cuba tenemos que 60 años antes del triunfo revolucionario, el primero de enero de 1899, el general John R. Brooke tomó posesión del gobierno de Cuba en nombre de los Estados Unidos. Algunas medidas fueron elaboradas para hacer realidad el objetivo de anexar a Cuba a su territorio, entre ellas, las que le garantizaban el dominio de la economía cubana y la disolución de importantes instrumentos de lucha del pueblo, como el Partido Revolucionario Cubano, la Asamblea de Representantes y el Ejército Libertador.

Durante la intervención militar de los EE.UU. en Cuba, germinó la Ley Municipal Electoral, puesta en vigor por la Orden General No. 164 de 18 de abril de 1900.

Bajo estas premisas el gobernador militar norteamericano ordena las primeras elecciones municipales y presidenciales del país y la celebración de la Asamblea Constituyente. Era obvio que los resultados de estos eventos tendrían que favorecer a los Estados Unidos. En el caso de las elecciones municipales se dictó una ley electoral bien restrictiva, donde solamente podrían votar los cubanos mayores de 21 años, que supieran leer y escribir y que poseyeran bienes muebles e inmuebles valorados en no menos de $250.00. Estas restricciones eliminaron del derecho a votar a la inmensa mayoría de los cubanos negros y a cientos de miles de cubanos blancos pobres, además se excluyeron del ejercicio del sufragio a las mujeres.

Con dichas limitantes en las elecciones municipales de 16 de junio de 1900, de una población de 1 572 797 habitantes, únicamente pudieron registrarse, 150, 648 electores, de los cuales sólo votaron 110, 816 o sea, el 7% de la población del país.

En la historia de las elecciones celebradas durante 58 años de capitalismo en Cuba, como parte de la corrupción y el fraude, era normal que los muertos votaran, se robaran las urnas, se utilizara la llamada boleta viajera, que un elector votara varias veces, se compraran los votos, que los funcionarios y trabajadores públicos fueran obligados a votar por el candidato de gobierno bajo amenaza de despido, se asesinaran candidatos opositores, que los soldados y policías impidieran que votaran electores de la oposición, que las personas tuvieran que entregar sus cédulas de votar para lograr el ingreso en el hospital de familiares enfermos, entre muchas otras manifestaciones antidemocráticas.

Volví al Segundo Frente varias veces durante estos años y en cada visita me mostraban algo nuevo, pero las imágenes de hoy me produjeron una inmensa satisfacción, no solo por las obras sino por la gente, sus rostros y sus palabras.

Cuarenta y dos años después de la Institucionalización del país, aún con muchas interrogantes, veo la diferencia del pequeño poblado que conocí con el actual, ahora urbanizado, conectado al Sistema Eléctrico Nacional, con escuelas, atención médica, desarrollo industrial, una fábrica de helado, restaurantes, panadería dulcería, sala de Cine, un Teatro donde actuó La Colmenita, un hotel en construcción para incrementar el turismo de naturaleza en una zona de paisajes y recursos naturales increíbles como el café y el cacao.

“Hemos recorrido un largo camino, largo, largo, y difícil, pero lo hemos recorrido honrosamente junto a nuestro pueblo para que nuestros niños los de ahora y los del futuro, sean felices”, dijo Raúl mientras felicitaba la actuación de La Colmenita.

No hay más que decir para darse cuenta que la vida de aquella gente cambió. Que hoy quizás tengan otros problemas, pero no hay analfabetos, ni niños descalzos por falta de zapatos, ni hambre, ni desalojos, ni mujeres pariendo en medio del monte, ni guardia rural acosándolos.

No podría ahora responder aquellas preguntas, ni afirmar que se ha instalado allí el municipio perfecto. Solo puedo decir que aquello y todo lo que hemos vivido, valió la pena, las espontáneas palabras dichas por una residente de este lugar a la televisión cubana aclaran cualquier duda: “Nuestro Segundo Frente es ciento por ciento obra de la Revolución, gracias a la actitud que asumieron los valerosos que acompañaron a Raúl. Es para nosotros un privilegio y orgullo tenerle aquí, para fortalecer nuestra convicción profunda de que esta tierra es nuestra y la defenderemos al precio que sea necesario”.

Tomado de Cubadebate

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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