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La voluntad de prevalecer, evidencia de una época

Mario Cremata junto a Eusebio Leal en la presentación de su libro La voluntad de prevalecer, en el Aula Magna del Colegio Universitario de San Gerónimo de La Habana. (Foto: Yoandry Avila)

El libro La voluntad de prevalecer del periodista Mario Cremata, fue presentado este lunes en el Aula Magna del Colegio Universitario de San Gerónimo de La Habana; una compilación de 18 entrevistas a íconos de la cultura y la intelectualidad cubanas del siglo XX, publicadas en el diario Juventud Rebelde durante el período 2006-2016.

El texto, explicó la Dra. Miriam Rodríguez, “es uno de esos libros que no se pueden leer sin participación activa de quienes se internen en los relatos. Recorre zonas no siempre plácidas de nuestro devenir cultural, aunque los entrevistados, con la altura de miras propias de los excepcionales, aludan sin demasiado énfasis a momentos difíciles que en varios casos también lo fueron para ellos”.

La también Premio Nacional de Periodismo destacó el reivindicador empleo de la entrevista como herramienta de diálogo por parte del autor no solo con sus interlocutores sino también con los lectores: “Un género periodístico tan maltratado y, sin embargo, tan importante en esa búsqueda de la verdad (…) los intercambios dejan de ser radiografías de urgencia, conversaciones al pasar o del pan ganar, para devenir en su conjunto valioso material de estudio sobre la cultura cubana”.

Mario Cremata, quien se desempeña como profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y director de la Editorial Boloña, agradeció a los profesionales que colaboraron en la confección de la obra, así como a las 18 personalidades que integran la obra, entre las que se encontraban en el público asistente Alicia Alonso, Roberto Fernández Retamar, Zoila Lapique, Ambrosio Fornet y Ricardo Alarcón: “De todos ustedes soy un deudor, apenas, un simple deudor”.

Mario Cremata con Añicia Alonso durante la presentación de su libro La voluntad de prevalecer. (Foto: YA)

Por otro lado, el Dr. Eusebio Leal,—calificado por el propio Cremata como el “Benjamín” del libro por ser, a sus 75 años, el entrevistado más joven—, felicitó públicamente al autor por la calidad y belleza del texto y refiriéndose a su persona comentó:“(…) No le ha sido difícil por su seriedad, afición al trabajo, a la investigación y su trato distinguido a cada persona y su respeto hacia ellas, en convertirse en un actor importante y una figura que tendrá relevancia, sin lugar a dudas, en la vida cultural cubana”.

Con La voluntad de prevalecer, Mario Cremata se propuso dejar evidencia de una época, el siglo XX, contada “por boca de quienes fueron, en su ámbito, protagonistas”.

 

Palabras de la Doctora Miriam Rodríguez, Premio Nacional de Periodismo José Martí en la presentación del libro La voluntad de prevalecer de Mario Cremata.

Resulta común que los presentadores agradezcan al autor y las entidades editoriales la invitación para pronunciar las primeras palabras con que resaltarán los valores del texto en cuestión, e instarán a su lectura. Así quiero hacerlo yo también, pero, además, incluir en merecida gratitud, a quienes alentaron a Mario Cremata Ferrán a publicar estas entrevistas. y le ayudaron, además, a vencer la incertidumbre expresada en la inicial Nota al lector cuando él confiesa no tener motivos suficientes del porqué de su libro.

Entre ellos, el autor al fin revela  haber encontrado uno fundamental que comparto al ciento por ciento: “dejar evidencia de una época, el siglo XX, por boca de quienes fueron, en su ámbito, protagonistas”. Yo, primero, y ustedes un poco más tarde, y luego los lectores potenciales, hallarán otros porqués en ese encuentro insustituible, definitorio, con la obra, que va mucho más allá del acierto de cualquier expositor, y que no quisiera yo demorar demasiado. Vamos a ver si lo puedo cumplir.

En La voluntad de prevalecer ==otro hallazgo el  título==, las 18 entrevistas que lo integran se aproximan a la búsqueda de una verdad, la de los protagonistas de hechos y pensamientos y la que emerge de estos como proceso histórico. Un género periodístico tan maltratado y, sin embargo, tan importante en esa  búsqueda de la verdad, como había advertido con lucidez habitual Ambrosio Fornet, adquiere aquí su más auténtica dimensión: los intercambios dejan ser radiografías de urgencia, conversaciones al pasar o del pan ganar, para devenir en su conjunto valioso material de estudio sobre la cultura cubana.

Cada entrevistado merece un cuestionario específico, no lo olvida Cremata. A cada uno se aproxima con respeto, por lo que sus figuras y sus obras significan para Cuba,  pero sin que la admiración ceda terreno a la pregunta necesaria,  la que espera el lector, la que demanda el tema, la que el propio entrevistador  busca. Nunca se pasa de la raya, pero en el fino equilibrio de lo humano y lo divino que logra, asume la indagación que otros tal vez evadan  creyendo rozar lo delicado, lo embarazoso, y que en el Periodismo, y en este género en particular, resulta ineludible.

Sin embargo, no prima en su libro este tipo de sondeo sino aquel que se interesa  por revelar cuánto de trabajo, de dedicación, de entrañable cubanía, atesoran  sus personajes, que de  ninguna otra forma pueden ser catalogados; víctimas afables y cómplices de los interrogatorios, mucho mejor digo diálogos, construídos por Cremata con exquisito cuidado, el mismo puesto en todos los aspectos del libro que al autor competen.

Conversa con músicos y musicólogos, artistas, ensayistas, literatos, bibliófilos, poetas, críticos, arquitectos, diplomáticos, varios de ellos reúnen en sí más de una de estas categorías y otras, que también pueden definirlos: profesores, fundadores, promotores. ¿Cómo clasificar, por ejemplo, para no ir más lejos  a Alicia Alonso,  Graciella Pogolotti, Harold Gramatges, Araceli Díaz Carranza, ¿sólo bailarina,  sólo ensayista, sólo compositor, sólo bibliógrafa? Mario comprende que ningún quehacer  los define mejor que su  magisterio, polifacético, al servicio de la obra  mayor, nuestra cultura, de ahí que haya optado por un recurso bien legítimo para evitar clasificaciones limitadas como el de  centrarse  en las que más pudieran representarlos o complementarlos: debajo del nombre de cada uno  coloca un sintético título que aprehende  alguna característica  sustancial del interlocutor  y de su trayectoria  o una frase significativa de este o ciertas recurrencias subliminales presentes en la conversación que igualmente  contribuyen a redondear imagen e itinerario vital.

Permítanme mencionar unas cuantas: Beatriz Maggi, La fecunda levitación; Rosita Fornés, Los dones de la belleza y el carisma; Alfredo Guevara, Pertinaz, lúcida interrogante; Fina García Marruz; Toda partida es bella; Zoila Lapique: Por la empinada cuesta de la erudición; Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, El sortilegio imborrable de la sangre; Eusebio Leal, Guardián de la memoria…

La voluntad de prevalecer es uno de esos libros que no se pueden leer sin participación activa de quienes se internen en los relatos. Recorre zonas no siempre plácidas de nuestro devenir cultural, aunque los entrevistados, con la altura de miras propias de los excepcionales, aludan sin demasiado énfasis a  momentos difíciles que en varios casos también lo fueron para ellos. Sin embargo, en el juego de inteligencias que toda entrevista es, y aquí lo es en grado sumo, el lector  avista las contradicciones de una etapa o incluso de una época.

Sin la información que los 18 protagonistas aportan en sus respuestas esta obra no sería todo lo buena que le reconozco, pero tampoco lo sería sin la amplia documentación del autor, lo que le permite elaborar preguntas que provocan respuestas y contrapunteos capaces de mantener en un nivel muy apreciable diálogos como los que en ella se suscitan. A modo de ejemplo, los que sostiene con Carilda Oliver, Roberto Fernández Retamar, Ambrosio Fornet, Roberto Segre,  Adelaida de Juan, Salomón Gadles y Ricardo Alarcón.

Todas las entrevistas no tienen parejo nivel de excelencia; no es un libro perfecto.   Ni falta que hace tampoco. Lo sabe Mario, que desde muy jovencito no se ha cansado de indagar, leer, informarse, cuestionar e interrogar, como expresa en su hermosa, por sincera y auténticamente humilde, Nota al lector. Para mi satisfacción él sigue siendo el mismo que, aún estudiante, inquiría mi opinión cuando le publicaban sus primeras entrevistas, ya entonces promisorias: el alumno eterno, siempre inconforme, que todos debíamos ser, el mismo que hace poco volvió  a preguntarme, esta vez, si yo aceptaba ser la presentadora de su tan meritoria opera prima. Claro que sí, Mario, es un honor, le respondí entonces, y lo reitero ahora. Muchas gracias.

10 de abril de 2017

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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