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Destaca Raúl en Caracas importancia de la unidad revolucionaria

Sesión de la XIV Cumbre ALBA-TCP en el Palacio de Miraflores, Caracas (Foto: Prensa Bolivariana)
Sesión de la XIV Cumbre de jefes de Estado y Gobierno del ALBA-TCP en el Palacio de Miraflores, Caracas (Foto: Prensa Bolivariana)

La construcción de la unidad es una de las tareas más importantes que enfrenta una revolución verdadera, aseguró en Caracas, República Bolivariana de Venezuela, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba,  al intervenir en la XIV Cumbre Extraordinaria del ALBA-TCP.

Durante el acto que se realizó en el Palacio de Miraflores, Raúl recordó los lazos de hermandad entre Fidel Castro y Hugo Chávez para instalar un nuevo mecanismo que velara por las necesidades de los pueblos de América Latina y el Caribe.

En la reunión de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos, recordó los esfuerzos del Comandante Chávez para el desarrollo de la economía de los pueblos bajo el concepto de la unidad.

Gracias a la unidad, la Revolución Bolivariana ha sobrevivido al asedio y al acoso de sus enemigos; por esa unidad la Revolución ha sobrevivido a las bajezas de la Organización de Estados Americanos (OEA), a las irritantes e injustas sanciones norteamericanas y a las recientes acusaciones contra su vicepresidente Ejecutivo, nuestro compañero Tareck El Aissami, apuntó el Presidente cubano.

Consideramos la asociación solidaria como una forma imprescindible para crecer en el desarrollo frente a los grandes bloques que dominan la economía mundial, dijo el mandatario antillano en la XIV Cumbre del organismo, en Caracas. Ante estos ataques, hizo un llamado a los pueblos del sur al trabajo en comunión.

Fidel nos enseñó a ser realistas y que lo que parece imposible se puede alcanzar, si nos lo proponemos con firmeza. Los países del Alba consideramos la integración como una condición indispensable frente a la creación de grandes bloques que dominan la economía mundial, remarcó.

A poco más de una década de existencia, en el ALBA-TCP se reúnen 11 países latinoamericanos y caribeños que a lo largo de estos años han trabajado unidos, en cooperación para el bienestar y el desarrollo de sus pueblos y han conseguido importantes resultados, entre los que destacan seis millones de alfabetizados.

Fruto de la cooperación en materia de salud siete millones y medio de habitantes de la región han recibido atención directa, la mortalidad infantil se ha reducido en 5,1 por ciento desde 2004 hasta la fecha, y más de 21 mil jóvenes han sido formados como médicos comunitarios integrales.

El Programa de la Operación Milagro, símbolo del ALBA-TCP por haber sido impulsado por Fidel y Chávez, ha permitido que desde su aplicación hasta hoy, fueran intervenidos quirúrgicamente más de tres millones 300 mil personas, y resueltas sus patologías oculares.

En el terreno económico y comercial también el ALBA-TCP muestra resultados, como el suministro de recursos energéticos, de hidrocarburos, a través de Petrocaribe, promovido por Venezuela en condiciones preferenciales, lo que ha contribuido a la seguridad energética de las naciones.  (ACN)

DISCURSO DEL PRESIDENTE CUBANO, RAUL CASTRO RUZ

(Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la XIV Cumbre Extraordinaria del ALBA-TCP, celebrada en Caracas, Venezuela, este cinco de marzo.

(Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)

El presidente Raúl Castro durante la cumbre ALBA-TCP, en Caracas (Foto: Reuters)
El presidente Raúl Castro durante la cumbre ALBA-TCP, en Caracas (Foto: Reuters)

Compañero Nicolás Maduro Moros, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, nuestro hermano Maduro;

Estimados Jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América;

Estimados Jefes de delegaciones e invitados:

Me atrevería a decir que estamos en una etapa crucial de nuestra historia, en la que un retroceso a escala regional tendría impactos muy negativos para nuestros pueblos.

Fidel nos enseñó a recurrir siempre a la historia, a ser audaces y a la vez realistas, y que lo que parece imposible se puede alcanzar si nos lo proponemos con firmeza y actuamos de manera consecuente.

Los países miembros del ALBA-TCP consideramos la integración solidaria como una condición imprescindible para avanzar hacia el desarrollo, frente a la creciente formación de grandes bloques que dominan la economía mundial. Apostamos por la voluntad política para abrir mayores oportunidades al comercio, la inversión y la cooperación intrarregional, sin los cuales nuestros avances seguirán siendo insuficientes. Hemos demostrado también capacidad de concertación.

El ALBA no habría sido posible en la época en que triunfó la Revolución Cubana. Tuvo que ocurrir la rebelión cívico-militar del 4 de febrero de 1992 y el triunfo de la Revolución Bolivariana liderada por el inolvidable Comandante Hugo Chávez Frías, para que una iniciativa cómo esta pudiera abrirse paso.
Fue importante que en el Foro de Sao Paulo las ideas de Fidel y Lula convergieran para recibir y apoyar a Chávez.

Hoy continúa siendo decisivo el vínculo entre el ALBA y el Foro de Sao Paulo y la relación entre los gobiernos revolucionarios y progresistas con las fuerzas políticas, los movimientos populares, las organizaciones sindicales, campesinas, estudiantiles, académicas y con la intelectualidad de nuestros pueblos.

Chávez siempre nos explicó la complejidad de lanzar la revolución en un país petrolero, dependiente de un único mercado, con una oligarquía financiera corrupta, una población a la que impusieron hábitos consumistas insostenibles y una economía neoliberal rentista, que llevó al país a la quiebra.

Para emprender las transformaciones, Chávez comprendió que su principal tarea era la construcción de una amplia unidad cívico-militar, que hoy encabeza el presidente Nicolás Maduro con el respaldo del pueblo bolivariano y chavista.

La construcción de la unidad es la tarea más importante que enfrenta toda revolución verdadera.
Los revolucionarios tenemos muchas ideas y visiones de cuál puede ser el camino y cómo transitarlo exitosamente. Pero para consolidar la unidad hay que dejar a un lado, con modestia, todo aquello que nos divide y separa.

Gracias a la unidad, la Revolución Bolivariana ha sobrevivido al asedio y al acoso de sus enemigos.
Por esa unidad, la revolución ha sobrevivido a las bajezas de la OEA, a las irritantes e injustas sanciones norteamericanas, a las recientes acusaciones contra su vicepresidente ejecutivo, el compañero Tareck El Aissami, que solo persiguen desviar la atención de los verdaderos problemas y desacreditar a quienes están ocupados en salvar, desarrollar y defender la patria.

La nueva agenda del gobierno de los Estados Unidos amenaza con desatar un proteccionismo comercial extremo y egoísta que impactará la competitividad de nuestro comercio exterior; vulnerará acuerdos ambientales para favorecer los ingresos de las transnacionales; perseguirá y deportará migrantes generados por la desigual distribución de la riqueza y el crecimiento de la pobreza que provoca el orden internacional impuesto.

El muro que se pretende levantar en la frontera norte de México es una expresión de esa irracionalidad, no solo contra este hermano país, sino contra toda nuestra región. Expresamos la solidaridad de Cuba con el pueblo y gobierno mexicanos. La pobreza, las catástrofes, los migrantes no se contienen con muros (Aplausos), sino con cooperación, entendimiento y paz.

Venezuela ha realizado un gran aporte a la integración regional con su solidaridad y generosidad, especialmente hacia los pueblos de América Latina, y en particular del Caribe, mientras convocaba a integrarnos en Petrocaribe, UNASUR y CELAC.

No están solos. Les ratifico el compromiso asumido en nuestra Declaración, de acompañar la defensa de Venezuela y la posición digna, valiente y constructiva del presidente Nicolás Maduro.

Compañeras y compañeros:

En Venezuela se libra hoy la batalla decisiva por la soberanía, la emancipación, la integración y el desarrollo de Nuestra América.

Es una aspiración que consagramos en la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, adoptada por la CELAC en su Cumbre de La Habana, en enero de 2014. Se requiere un estricto apego a esa declaración, en la que nos comprometimos a cumplir nuestra “obligación de no intervenir directa o indirectamente en los asuntos internos de cualquier otro Estado y a observar los principios de soberanía nacional, igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos”; a resolver las diferencias de forma pacífica y a respetar “los principios y normas del Derecho Internacional y los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas”; y a respetar “el derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural, como condición esencial para asegurar la convivencia pacífica entre las naciones”.

Ese histórico documento insta “a todos los Estados miembros de la Comunidad Internacional a respetar plenamente esta declaración en sus relaciones con los Estados miembros de la CELAC”.

Ninguna causa justa de la Patria Grande es ajena. Jamás les fallaremos a los entrañables hermanos del Caribe.

Ratificamos nuestro respaldo a su legítimo reclamo de compensación por los horrores de la esclavitud y la trata de esclavos; a su demanda de recibir cooperación de acuerdo con sus necesidades y no sobre la base de indicadores que los clasifican como países de renta media; a un trato especial y diferenciado en el acceso al comercio y las inversiones, así como en el financiamiento para adaptarse a los efectos del cambio climático y enfrentar los desastres naturales, como estados insulares, pequeños y vulnerables que son; y nuestro rechazo a la injusta persecución de que son objeto por parte de los centros del capital financiero.

Reiteramos nuestra solidaridad con Dilma Rousseff, Luiz Inácio Lula da Silva y Cristina Fernández de Kirchner, reconocidos líderes de Nuestra América.

No desistiremos de apoyar a Correa y a su compañero Lenín Moreno en Ecuador. Jamás dejaremos solo a Evo, verdadero líder de Bolivia y de todos los pueblos originarios. Seguiremos acompañando a Daniel y al pueblo sandinista de Nicaragua.

Muchas gracias (Aplausos).

DECLARACION DE LA XIV CUMBRE DE JEFES DE ESTADO Y DE GOBIERNO DEL ALBA-TCP

Los Jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) nos reunimos en Caracas, a cuatro años de la siembra del Comandante Hugo Chávez Frías y a cuatro meses de la partida del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, nuestros fundadores, y cuyos ejemplos e ideas interpretan y resumen el legado de los libertadores.

David Choquehuanca, político boliviano que fuera Canciller de ese país, fue designado como  secretario general de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) (Foto: Radio Panamericana)
David Choquehuanca, político boliviano quien fuera Canciller de ese país, fue designado como nuevo secretario general de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) (Foto: Radio Panamericana)

Ellos nos educaron en entender nuestras luchas y anhelos nacionales como procesos interdependientes y como contribuciones solidarias a los sueños comunes de libertad, dignidad, justicia y paz para la Patria

Grande; a anteponer los intereses colectivos a los nacionales.

El ALBA-TCP, alianza política, económica, y social, defiende la independencia, la autodeterminación y la identidad de nuestros pueblos. Nos une la solidaridad, la complementariedad, la justicia y la cooperación, con el propósito histórico de aunar las capacidades y fortalezas de nuestros países, a fin de alcanzar el desarrollo integral y existir como naciones soberanas.

América Latina y El Caribe atraviesa una etapa crucial de su historia: los procesos democráticos populares, liderados por gobiernos, fuerzas políticas y movimientos de izquierda, enfrentan una nueva embestida del imperialismo, el capital transnacional y las oligarquías nacionales. El declive del hegemonismo imperial, los impactos de la crisis sistémica internacional y la caída de los precios de nuestros recursos de exportación, en particular de los hidrocarburos, abren nuevos desafíos. Son generados por las mismas fuerzas que crearon la pobreza, la exclusión y la dependencia de nuestras naciones y que nos impusieron invasiones y dictaduras para consolidar su poder.

En todos estos años y contra nuestra resistencia, el neoliberalismo no ha cejado en su empeño de extender su lógica financiera: no se trata de una teoría de desarrollo, es la doctrina del saqueo total a nuestros pueblos. Con el neoliberalismo, la economía mundial no ha crecido en términos reales y en cambio se ha multiplicado la inestabilidad, la especulación, la deuda externa, el intercambio desigual, las crisis financieras cada vez más frecuentes, la pobreza, la desigualdad, el desempleo y el abismo entre el Norte opulento y el Sur desposeído.

Su retorno ha resucitado al peor conservadurismo, reactivó el fundamentalismo, la xenofobia, el racismo y el militarismo. La política es financiada por empresas y gobiernos extranjeros. Los adelantos científico-tecnológicos han propiciado un alto nivel de concertación político-comunicacional entre imperialistas y oligarcas para manipular a las masas y agredir nuestras culturas. Nuevos rostros, instrumentos y métodos confunden a los votantes y trastocan los resultados electorales.

Los partidos de derecha utilizan los poderes legislativo, judicial y mediático como plataformas de conspiración y quiebran, sin escrúpulos, el orden democrático que solían defender, imponen paquetazos de ajuste con privatizaciones y despidos masivos y fomentan la articulación de la subversión política.

La corrupción contra la que lucharon las organizaciones y movimientos de izquierda y progresistas de la región antes de llegar al poder, y contra la que han debido combatir fuertemente una vez convertidos en gobiernos, es manipulada con fines políticos, para criminalizar y desmoralizar a organizaciones y líderes. Unos se escudan en ella para atacar la eficacia, justicia y eficiencia de las administraciones públicas, limitando la confianza de los ciudadanos en sus instituciones y su ejercicio participativo. Otros se evaden, ocultando inmoralmente sus capitales en paraísos fiscales.

Debemos denunciarlos a todos y combatirlos con energía, a la vez que incrementamos los esfuerzos para fortalecer una buena gestión en la administración de los bienes públicos y colectivos. El control social de los mismos debe asumirse como una prioridad en los países miembros del ALBA-TCP. Este enfrentamiento resulta esencial y deberá formar parte de nuestra integridad y ética, mientras trabajamos por la prosperidad de nuestros países.

El ataque principal es contra la Revolución Bolivariana. Las arbitrarias sanciones estadounidenses contra Venezuela, en especial contra su Vicepresidente Ejecutivo compañero Tareck El Aissami, deben ser anuladas. La inexplicable orden ejecutiva del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica que declara a Venezuela una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional de ese país, debe ser derogada. Venezuela, es la cuna de la libertad de Nuestra América, impulsora de la integración regional y bastión del antimperialismo. La defensa de Venezuela y de su revolución no es problema exclusivo de los venezolanos. Es causa que convoca a todos los que luchamos por la verdadera independencia en América Latina y El Caribe. En Venezuela se libra hoy la batalla de Ayacucho del siglo XXI.

La unidad y la integración regional de la América Latina y El Caribe es una necesidad impostergable, en este complejo entorno. El ALBA-TCP, junto con bloques como el MERCOSUR, la UNASUR, CARICOM, y otros que recobraron su protagonismo en la última década, deben continuar contribuyendo a la integración regional.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), es nuestra obra más preciada. Es el mecanismo para fraguar la unidad en la diversidad a través de la concertación política. La Comunidad ha debido enfrentar la resistencia de los defensores del fracasado panamericanismo. Debemos preservarla.
Nuestro compromiso con la Proclama de América Latina y El Caribe como Zona de Paz guía nuestra actuación internacional. Ella refrenda nuestro estricto apego a los principios de la Carta de las Naciones Unidas y del Derecho Internacional, reafirma nuestro respeto a la libre determinación, la soberanía nacional y la igualdad soberana de los Estados. Expresa la voluntad de solucionar diferencias de forma pacífica, por el diálogo y la negociación; y reconoce el derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural.

Las pequeñas economías del Caribe, que sufrieron el genocidio contra la población nativa y la esclavitud, y el saqueo colonial y neocolonial, enfrentan hoy los desafíos resultantes del cambio climático, los desastres naturales y otras crisis globales, lo que las hace las más vulnerables de nuestra familia. El Caribe, apoyado decididamente por la generosa iniciativa de Petrocaribe, merece la mayor solidaridad y toda nuestra atención.

Resaltamos que el agua y el saneamiento básico son un derecho humano que no puede estar en manos de privados y que es deber de los Estados garantizar su suministro para el bienestar de los pueblos.
Frente al ALBA-TCP y a todos los esfuerzos integracionistas genuinos, está la Organización de Estados Americanos, en la que las preocupaciones de nuestros pueblos no hallan expresión y mucho menos respaldo o defensa sino tentativas y proyectos hegemónicos. La conducta de su Secretario General es indigna y carece de mandato alguno de los Estados Miembros.

Nuestra América enfrenta una nueva agenda de dominación imperial, signada por el anuncio de un proteccionismo egoísta y extremo que impactará a nuestras aún dependientes economías. La implementación del Acuerdo de París sobre cambio climático está hoy bajo amenaza. Nuestra gente, forzada a la migración por las condiciones de vida resultado del subdesarrollo y de un orden económico internacional injusto y excluyente, es perseguida, criminalizada, deportada y sus derechos humanos frecuentemente violados. En nombre de la seguridad se incrementan los gastos militares y policiales, se persigue a las personas por motivos religiosos o raciales, y se construyen muros, como el de la frontera norte de México, a cuyo pueblo le expresamos toda nuestra solidaridad.

En el ALBA-TCP expresamos nuestra preocupación por el tratamiento a nuestros hermanos latinoamericanos y caribeños que se encuentran en condición de migrantes, en este sentido proponemos reactivar el Fondo para el Apoyo Legal y Asesoría a los Migrantes dentro del Banco del ALBA.

Los gobiernos y pueblos del ALBA-TCP vemos en estos fenómenos una nueva oportunidad para la reagrupación, la movilización y la lucha. Debemos apoyar las acciones emancipadoras, fijar con claridad y realismo los horizontes, identificar bien los valores y principios que nos unen y asumir un programa de acción integracionista, solidaria e internacionalista, que establezca las premisas económicas, sociales y políticas del cambio liberador.

Necesitamos fortalecer las organizaciones y movimientos sociales para enfrentar a nuestros adversarios. Tenemos que explicar mejor a los pueblos el alto grado de dependencia externa de nuestras economías y cómo ello compromete la independencia y la soberanía nacional. Podemos y debemos abrir más oportunidades al comercio y a la cooperación intrarregional para asegurar la independencia económica, garantía de nuestra independencia política.

En ese sentido, ratificamos nuestro compromiso para profundizar una agenda de trabajo social, económica y productiva que fortalezca la Alianza y facilite a nuestros pueblos las condiciones adecuadas para su desarrollo integral y complementario.

Respaldan y apoyan la Convocatoria del Estado Plurinacional de Bolivia a la “Conferencia Mundial de los Pueblos por un Mundo sin Muros hacia la ciudadanía universal”, a realizarse los días 20 y 21 de junio de 2017 en la ciudad de Cochabamba – Tiquipaya de ese país.

Saludamos la designación del compañero David Choquehuanca, ex Ministro de Relaciones Exteriores del Estado Plurinacional de Bolivia, como nuevo Secretario Ejecutivo del ALBA-TCP y le deseamos éxitos en sus funciones.

Somos responsables no solo de construir conciencia de la necesidad del cambio, sino de persuadir y demostrar la certeza de su posibilidad.

Integrémonos y unámonos todos. En ello está la victoria.

Caracas, 5 de marzo de 2017

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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