OTRAS NOTICIAS

El último disparo del obturador

René Camacho Albert, foto para una entrevista de A. Palomares Calderón
René Camacho Albert, foto para una entrevista de A. Palomares Calderón

Siempre lo recuerdo con la anécdota de la instantánea que le tomó al Che de una manera poco usual, no tenía flash y se auxilió de la luz de tres fósforos que le quedaban en el bolsillo.

O la vez que en medio de un juego de pelota su cámara fue el arma para “irle arriba” al que se tiró a las gradas con un cartel contrarrevolucionario en un estadio de un país latinoamericano. Nunca más sirvió la cámara pero se sintió satisfecho con poder defender a Cuba.

Una y otra experiencia amenizaban las clases de fotografía y con el orgullo de un pupilo asombrado soñábamos con ser como él. En cada historia una alerta de hacer periodismo aunque falle la tecnología y en cualquier circunstancias.

Hablaba de las fotos que decían más que cualquier palabra, de las miles de interpretaciones a la misma imagen, de mirar más con el corazón que con ojos antes de apretar el obturador.

Una Nikon y una cachimba eran su adicción, esta última no le importaban marcapasos ni sucumbidas del corazón.

La fotografía, el periodismo y la Revolución, sus grandes amores. René Camacho Albert se desempeñó como profesional de la información en el periódico Sierra Maestra y como corresponsal del periódico Granma. Integró la UPEC y la Aso­ciación de Combatientes de la Re­volución Cubana. D

Durante muchos años fue profesor de fotografía de la Universidad de Oriente enseñando de manera voluntaria a los matriculados en la carrera de Periodismo.

Nacido en Mayarí, actual provincia de Holguín, siendo muy jo­ven se incorporó a las filas del Ejér­cito Re­belde en el Segundo Frente Oriental Frank País García, en el cual su vínculo con la propaganda revolucionaria le abrió las puertas al perio­dismo. Perteneció a la columna 19 José Tey. Al concluir la guerra tenía los grados de sargento.

Amó a la vida y la vivió sin prejuicios ni remilgos. Este jueves su corazón decidió parar con 74 años, pero dejó una impronta invaluable en las páginas de los diarios cubanos y en los corazones de sus alumnos que siempre lo recordarán como aquel hombre de hablar pausado, jocoso y de miles de historias.

Por Yamilé C. Mateo Arañó / Cubaperiodistas

Foto del avatar
Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba