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Informar, interpretar y opinar, el mejor aporte desde la prensa

Panelistas: Dra. Rosa Miriam Elizalde, vicepresidenta de la UPEC (primera a la izquierda) y Dra Martha Prieto, vicepresidenta de la Sociedad Cubana de Derecho Constitucional y Administrativo (extremo derecho). Arleen Rodríguez, moderadora, miembro de la presidencia de la Upec, en el centro del panel. Foto: Yoandry Avila.

Transcripción de las intervenciones del público en el panel “La prensa cubana en la encrucijada de la reforma constitucional”, que tuvo lugar en la Unión de Periodistas de Cuba, el 15 de agosto de 2018, organizado por el Círculo Jurídico-Parlamentario de la UPEC.

Nancy Núñez: Me parece que ha sido de gran utilidad para todos nosotros la exposición brillante y muy aclaratoria de la doctora jurista, y también la de la doctora periodista. Creo que debemos continuar, y la UPEC debe convocar a sus miembros para analizar lo que aparece en la Constitución, porque somos los llamados a dar opiniones certeras y asesorar también en las modificaciones que tendrá la Constitución. La de 1976 tiene cosas ambiguas, como esta: “Se reconoce a los ciudadanos la libertad de prensa, este derecho se ejerce de conformidad con la ley”. No existe la ley.

Dice que “la ley garantizará la libertad de prensa”. Pero ¿se recoge la protección a los periodistas, el secreto profesional y el ejercicio de la libertad de prensa? Creo que debe recogerse. Y también: “Los medios fundamentales de comunicación social en cualquiera de sus soportes son de propiedad socialista de todo el pueblo, lo que asegura su uso al servicio de toda la sociedad”. Ya Rosa Miriam habló sobre este tema. Ahora, creo que también pudiera incluir la obligatoriedad de los funcionarios públicos de comparecer ante los medios de comunicación para informar al pueblo del resultado de su gestión, porque son servidores públicos.

La Constitución debe incluir la protección legal y jurídica a los periodistas por desempeñar la función constitucional de informar a los ciudadanos.

Arleen Rodríguez Derivet: En este tema, Nancy, ya tenemos una política de Comunicación, que debe concretarse en uno o varios decreto-ley que incluyan estos aspectos a los que te refieres. Se decía en la Mesa Redonda, que se van a recoger todas las opiniones, y que lo mejor es, para que no haya interpretaciones de lo que uno piense o dice, que las propuestas lo mismo de quitar, de poner o de modificar, lleguen por escrito y se entreguen. La UPEC va a abrir, por supuesto, ese espacio en todo lo que tiene que ver con el periodismo (constitucion@upec.cu).

Hugo Ríus: Ambas intervenciones han sido brillantes y esclarecedoras. Si estuviera aquí el cantante de los Van Van pudiera decir con toda razón: “Palabras no tengo”, pero bueno, palabras sí hay, y nos han invitado a comentar.

Ya estamos sobre la marcha, cubriendo el proceso constitucional. Tenemos ante nosotros el desafío de la cobertura, y segundo, la oportunidad para el futuro. Pienso que el principal aporte nuestro es contribuir al desarrollo de la cultura constitucional de la población y de todos nosotros, y evitar o tratar de evitar que este proceso no se quede en eso, o sea, en la gran fiesta, el entusiasmo del proceso, y después más nunca toquemos la Constitución.

No tengo ningún derecho a juzgar cómo se está cubriendo, pero sí alerto  que la cobertura no se vuelva repetitiva y saturadora, que no deje un mensaje, que no deje una esencia.

Como dijo la doctora Martha, la Constitución es la voluntad de todo el pueblo, pero yo le agrego además que la Constitución plasma el alma profunda y la inteligencia sabia de nuestro pueblo, y eso hay que reflejarlo.

Hay que evitar las coberturas dulzonas, melopeicas, a veces con imágenes pedestres, etcétera, y que se repiten unas tras otras. Se requiere cuidado, mucho balance, mucha contención, que vayamos a lo profundo, y hacerlo con amenidad, con belleza, con creatividad. Eso es un gran desafío, y tenemos que asumirlo.

Nosotros, los que en distintos momentos hemos estado cubriendo información del exterior, y que hemos sido críticos, decimos: “Tal gobierno incumplió con la Constitución, tal régimen es inconstitucional”, como si la Constitución fuera un problema de esta frontera hacia afuera. La Constitución es un problema para nosotros también, ¿y se cometen inconstitucionalidades aquí en Cuba? Sí se cometen, y creo que la prensa en su ejercicio crítico tiene que tocarlo. Si revisamos todas las cartas que recibe Granma y lo que hace Pepe Alejandro con su correspondencia en Juventud Rebelde, ahí hay montones de casos de inconstitucionalidad y de prevaricación de la Constitución. Por ejemplo, sentencias que no se ejecutan. Es un clásico el problema de las playas, donde hay casos de administraciones hoteleras que no dejan pasar a los ciudadanos cubanos a las playas.

Creo que esta es una oportunidad para contribuir a la cultura constitucional con nuestro ejercicio periodístico crítico, investigativo. Cada vez que haya una oportunidad de citar lo que dice la Constitución, se debe aprovechar para que el lector, el televidente, se apropie de ese derecho y lo reclame.

Y en cuanto a lo que dice Rosa Miriam, es una invitación ineludible estudiar y para contribuir a que la Constitución sea el escudo de cada ciudadano, que lo lleve consigo totalmente.

José Alejandro Rodríguez: Realmente pocas veces he estado en un sitio donde he podido de un tirón así descubrir cosas que me van a ser muy útiles. La doctora Martha Prieto es una profesora rigurosa, y nuestra sociedad está sedienta de rigor, que no debemos confundir con el exceso, porque el rigor es una obra de amor. Cuando se tiene rigor en la crianza de un hijo uno lo ayuda a que sea un ciudadano y no un habitante, como dicen por ahí.

Lo que entreveo de lo que dijo la doctora Prieto, y lo creo y lo voy a creer, y a defender, es que tenemos la posibilidad de profundizar la democracia socialista y empezar a utilizar mecanismos que están ahí pero que no usamos, y nos ha hecho un gran daño político ese silencio, ese cruce de brazos, esa incapacidad de separar y decir: “Yo soy la Revolución también, y puedo revocar”. Nosotros tenemos que construir un socialismo, próspero y sustentable, tiene que ser sustentable espiritualmente, no sólo ecológica y económicamente, que la gente sea feliz, y hay muchas cosas que impiden que la gente sea feliz.

También creo que tenemos una oportunidad, primero, para ejercer nuestro papel como periodistas con todo el soberano derecho a la palabra, por un lado, y a expresar criterios, juicios, a matizar. Anoche, por ejemplo, en el Noticiero una persona estaba hablando de la eutanasia, y me parece muy bien que se pusiera. Hay desiguales abordajes en la prensa; lo importante es reflejar la multiplicidad, incluso la paradoja, la controversia, todo, todo eso.

Como periodistas tenemos que batallar por defender el hecho de que la gente ejercite sus derechos. No es un llamado a la insurgencia loca, a la insurgencia sin causa, sino a la insurgencia dentro de la Revolución. La Revolución necesita renovarse y necesita ciudadanía activa, necesita empoderamiento de las bases. Los que le tienen miedo a la palabra empoderamiento subestiman mucho la condición política de nuestro pueblo, que es muy elevada, pero eso hay que demostrarlo no con muela, no con el Sermón de la Montaña, que también se introduce y se filtra en nuestro discurso comunicacional todos los días.

Ya la UPEC está dándonos señales. Esta flamante, nueva presidencia de la UPEC, no ha venido aquí a ponernos el Sermón de la Montaña y el ladrillo. Quiero decirlo delante de Rosa y de Arleen, y de Legañoa y de Ariel Terrero. Estoy muy feliz de todo lo que usted, profesora Prieto, ha hablado, porque es un norte, cuando habla así con esa propiedad, esa voz personal, y sabe la gravitación que tiene. Por tanto, me voy con usted en ese viaje.

Arleen Rodríguez Derivet: Gracias. Mientras le pasamos el micrófono a Paquito, quiero recordar brevemente, lo que dice Moltó, y esto nos remite a Daicar Saladrigas, la muchacha que nos representó tan extraordinariamente bien en la discusión en el Parlamento, directora del periódico Adelante, que pidió diferenciar libertad de expresión y libertad de prensa. Dice Moltó:

“Se necesita hoy una prensa que aconseje, ayude, eduque, y que nos endulce la vida también, pero también se necesita un sistema que complemente todo esto; el problema nos está remitiendo hacia lo cultural, hacia las entidades del servicio público de comunicación, a que la revisión pase por todo. De lo que se trata ahora es de cubrir los vacíos de ignorancia y desconocimiento que respecto al sistema de instituciones nacionales se proyectan hacia la prensa y la sociedad. Me gustaría ver más gente de pueblo opinando. Yo defiendo mucho el espacio de la crítica, pero todo en su medida. Si Radio Rebelde no tiene su novela, y si mantienes el discurso de la opinión crítica toda la noche, el oyente se obstina porque hay otras necesidades; ahora, cuando falta el análisis crítico de la realidad, uno cada vez se aleja más de la vida y pierde el sentido de la utilidad. A nosotros no nos puede temblar la mano para enjuiciar un problema que le está haciendo daño a la nación, porque cuando se oculta algo se prolonga el plazo para su solución.”

 Francisco Rodríguez Cruz: Pienso que en nuestras coberturas en este momento es básico montarnos en los tres pilares, en las tres funciones del periodismo: informar, interpretar y opinar. Para mí esa es la clave de cómo lograr desde lo profesional una cobertura correcta de este proceso.

Hay que dar información balanceada, objetiva, de toda la diversidad de voces que se presentan, de las polémicas, de las contradicciones. Hay que interpretar y darles elementos a las personas para que interpreten dentro de esas posturas cuáles son las más progresistas, cuáles son las que más a tono están con la política del Partido, que estamos defendiendo también, y que está implícita en este proyecto constitucional.

Hay que darle a la gente posibilidad de interpretar, y nosotros también interpretar, y hay que saberse distanciar también y en algún momento opinar como ciudadanos y ciudadanas, y como profesionales, pero no mezclar en el ejercicio de nuestro trabajo las tres funciones mencionadas.

Los géneros periodísticos ya son muy híbridos. Sin embargo, en este momento me parece esencial respetar esos procesos lógicos de la forma de conformar el periodismo, porque hoy esta tarde tengo mi primera cobertura de una asamblea de discusión de la consulta en un centro de trabajo, y no puedo ir con mi agenda a interpretar o a informar lo que va a suceder ahí: tengo que ir como un profesional, como un periodista, más allá incluso de que en un momento yo pueda utilizar lo que ahí se discuta para otro ejercicio periodístico de opinión, pero creo que eso es básico que lo transmitamos desde las redacciones, desde las jefaturas de información, desde los editores y editoras. Eso nos puede ayudar mucho a que la gente esté más clara desde lo profesional, y le transmitamos un mensaje a la población que contribuya a viabilizar el debate. Pienso, Rosa Miriam, que por ahí están las ideas que yo en algún momento escribiré, si es que tengo tiempo en lo que lucho por el artículo 68 y el 40. Gracias.

Liset García, presidenta del Círculo Jurídico-Parlamentario de la UPEC: Hemos discutido mucho dentro del Círculo, y ya es algo sabido a nivel social y de nuestro gremio la falta de cultura jurídica de la población, una falta enorme. Cuando veía a Chávez, por ejemplo, sacarse la Constitución del bolsillo, me parecía un sueño que tendríamos todos los cubanos que hacer realidad: tener la Constitución en el bolsillo y sacarla para exigir nuestros derechos.

Pero para llenar ese vacío jurídico que dijo la doctora Prieto, hay que llenar el vacío también jurídico en los marcos institucionales cubanos. También tenemos vacíos nosotros, vacíos culturales, que nos han dificultado llevar el país adonde estamos soñando llevarlo. Por eso cuando les cursé la comunicación sobre este encuentro a todos los miembros del Círculo —la concurrencia ha rebasado el Círculo, de lo cual me alegro muchísimo— tenía un interés, y se lo comenté a Rosa Miriam y a Ariel Terrero: que la gente asistiera, porque sabía que esto iba a ser muy útil, muy provechoso, y creo que ha sembrado ideas, que es lo que más falta hace.

En la comunicación a los miembros del Círculo les decía: “Hace falta ver con colores, con muchos colores, lo que tenemos que hacer a partir de ahora”, en esta tarea que es la más importante que seguramente va a tener el país entero. Ya Raúl dijo: “Es lo más importante que vamos a hacer ahora en el país”, y yo decía, “Hace falta ver eso”, y tratar de ver cómo trazamos pensamientos, ideas, para no ser repetitivos, cansones, aburridos, ideas que no aporten al proceso que nacionalmente empezamos ya a vivir, y tenemos que tener mucho tino y mucha inteligencia, como estaban diciendo Paquito, Rius, Pepe Alejandro, para sembrar ideas y que la gente aporte.

Aquí se ha marcado una fábrica de pensamiento excelente a través de las ponencias de las dos doctoras, que trazan el sentido de lo que nosotros podemos hacer, o sea, profundizar más en lo que debemos elaborar para hacer y darle a la gente, y, además, para que nosotros, en las asambleas donde vamos a participar, aportemos a partir de lo que necesitamos reclamar que se reconozca en nuestros derechos.

Ya cuando discutimos la política comunicacional en los medios dijimos que había que aplicar y aterrizar cosas, derechos y libertades que nosotros necesitamos tener y no están respaldadas debidamente. Eso es una batalla que tenemos que dar.

Y tenemos que trabajar con inteligencia para sembrar ideas y que el debate sea lo que debe ser, y que nosotros reflejemos ese debate de un modo que contribuya al pensamiento y a enriquecer esa ley de leyes, que va a ser, que es nuestra y que será el futuro de la nación.

Jorge Legañoa: Lo primero que quería era agradecerles a todos. Yo ahorita conté y había casi noventa personas, más los que estuvieron y por distintas razones se han ido. Para un 15 de agosto es casi realmente un récord. Creo que la convocatoria a rendirle homenaje a Moltó, y de hacer un ejercicio de pensamiento con el tema del proceso de reforma constitucional nos ayudó a que el local se llenara. Esta es la primera actividad de masas que coordina la nueva presidencia, a un mes de haberse instalado; así que a nombre de todos les agradecemos el apoyo por estar aquí.

Jorge Legañoa, vicepresidente de la Upec.

Primero, hablar de un tema del que se ha estado discutiendo, a diferencia de la Constitución de 1976, cuando se dijo que la ley regularía el ejercicio de la prensa, esta nueva Constitución va a llegar en un momento en que ya se aprobó una política de comunicación del gobierno y se está escribiendo la normativa jurídica en materia de comunicación, que puede ser una ley, un decreto-ley, una norma; a diferencia del ’76, es probable que llegue esta nueva Constitución junto con la nueva norma jurídica que regule la comunicación en el país, lo cual es la mayor victoria que vamos a poder tener como gremio, y sobre todo a nivel de país en el tema de la comunicación.

Les digo esto porque sé de primera mano que hay un grupo importante de periodistas, comunicadores, juristas, que están trabajando en el tema. No es una cosa de locos y que mañana va a estar aprobado un texto cualquiera, sino que primero la política, en la comisión en la que se estuvo trabajado, había periodistas, estuvo la presidencia de la UPEC, también de la Asociación de Comunicadores, y ahora ese grupo se amplió mucho más hasta llegar a alrededor de treinta compañeros, y en varios subgrupos se está trabajando en diversas normativas, y se tiene un plazo determinado para entregar esa normativa, desde que se aprobó en enero, en un plazo de un año. Por tanto, estamos hablando de que en enero de 2019 quizás no esté refrendada y ya aprobada, pero sí ya va a estar entregada a la dirección del país la normativa jurídica que regule la comunicación. Eso es obviamente una ventaja que vamos a tener como gremio, y también a nivel de país, en la comunicación. Quería decirlo porque es algo importante en lo que la presidencia de la UPEC, la anterior y la actual, ha estado inmersa, y en su momento, obviamente, habrá procesos de socialización de este tipo para que las personas también puedan opinar sobre ese tema, y creo que eso es algo significativo.

Segundo, ¿qué podemos hacer?, Ariel puede dar más detalles de eso, pero el Instituto de Periodismo ya está trabajando en espacios donde se haga labor creativa, porque hoy, más allá de la falta de cultura constitucional o jurídica en sentido general, tenemos personas que no conocen absolutamente nada de la Constitución, y lo triste es que a veces nos encontremos colegas que se enfrenten a procesos de este tipo sin ni siquiera estudiar la anterior Constitución, o el proceso actual, o la propuesta que se está haciendo. Eso es triste.

Estamos viendo y estamos siendo partícipes de errores que salen en nuestros medios, hablando de cambios a la futura Constitución cuando el cambio es a un proyecto constitucional, o sea, tenemos que tener mucho cuidado en lo que se hable. Mi exhortación va a que los que están aquí hoy, que en buena medida son parte del Círculo Jurídico, y también de los jubilados de la prensa, pues se animen y empiecen a escribir también para Cubaperiodistas, analizando los temas que tengan que ver con la comunicación dentro del proyecto de reforma constitucional, pero también a nivel social. Creo que lo más importante que se puede hacer en nuestras redacciones, es conformar grupos creativos, porque si esto empezó hace dos días, ya hoy nuestro público está saturado, aun cuando este es el tema más importante que se está hablando hoy en cualquier lugar —en la bodega, en la cola del pan o del pollo—, de lo que todo el mundo habla es de la reforma constitucional porque nos toca a todos; la inteligencia y la creatividad con la que logremos hacerlo no es muela, es el secreto para que en estos tres meses, y hasta el año que viene, que vamos a tener reforma constitucional, la gente no salga por la puerta diciendo: “Me tienen hasta el último pelo”.

La exhortación es a escoger temas, tenemos más de doscientos artículos, cada uno es prácticamente un tema, cuando usted vaya a una asamblea lo haga pensando en una idea, y el primero que hable de ese tema después búsquelo, entrevístelo, haga cinco, seis entrevistas, identifique expertos. Estamos muy carentes de eso, a la doctora Prieto, antes de que esto empezara, yo la tenía fichada, ¿pero con cuántos otros expertos podemos contar, existen, los conocemos?, ¿a cuántos les hemos tocado a la puerta?, y muchas veces nos vamos con la de trapo, la de trapo es la discusión sobre la base de lo que yo creo, y eso está mal: debe tener un basamento científico, una argumentación.

Paquito decía una palabra que para mí es clave: interpretar. Primero lleva dar argumentos, para que la gente pueda sacar sus conclusiones, y eso es el mejor aporte que podemos hacer desde la prensa cubana y desde la comunicación. Aquí tenemos una masa crítica, incluso a los más jóvenes dirigirlos en ese sentido.

Creo que la UPEC, y lo asumo desde la presidencia, tenemos que crear espacios, muchos más espacios como este, a una velocidad extraordinaria, para debatir sobre lo que piensa el sector en torno a la reforma constitucional y sobre la comunicación, pero también con el tema de las buenas prácticas, porque sin esas buenas prácticas no vamos a llegar a noviembre con un público que lo que vea en la Constitución es que esto salió bien, y no como un público cansado y agotado de que le repitan exactamente lo mismo.

Y, reitero, la interpretación que hagamos de los temas va a ser lo fundamental. Muchos de nuestros colegas se han ido con la de trapo potenciando un criterio u otro, o haciendo énfasis sobre todo en el artículo 68, entre los más debatidos, pero hay otros tan o más importantes, digo tan o más porque realmente hay cosas medulares y no se nos pueden ir por debajo del tapete porque nos estamos jugando el país, porque si no hay un consenso alrededor de este proyecto constitucional vamos a llegar al referéndum, y ojo, en el secreto de la urna cualquier cosa puede pasar, y nosotros tenemos el compromiso del consenso, y eso no puede fallar.

Lohania Aruca: Me parece que también este tema debe tener un enfoque histórico. Históricamente, en la etapa colonial se decía: “Las leyes se acatan, pero no se cumplen”, y algo de eso, dentro de la sicología social cubana, creo que llega hasta hoy, porque a veces no se conocen las leyes, no se divulgan las leyes. La Gaceta Oficial es un órgano muy lejano de lo que es la práctica de información de la población común y corriente, o sea, en ese sentido hay realmente un bache.

Por otra parte, tampoco se está viendo el vínculo estrecho que hay entre Constitución, leyes y gobernabilidad del país, y este es un aspecto fundamental. Un país cuyos no conocen sus leyes, es muy difícil de gobernar, y voy a poner un simple ejemplo para cerrar esto. Hace poco estuve solicitando el apoyo de varias instituciones, entre ellas la Unión de Juristas de Cuba, para aclarar la situación de una campaña en televisión y radio sobre el problema del ruido, buscamos todas las respuestas posibles, resulta ser que la campaña es importante, aunque reiterativa, pero ¿qué ocurre? Sobre el ruido hay nada más normas, pero no una ley contra el ruido, y tampoco sanciones contra los causantes del ruido. Entonces ¿cómo usted va a armar una campaña de televisión a escala nacional, masiva, si ni siquiera hay nada que regule efectivamente el tema? Pongo este ejemplito, pero hay tantas otras cosas que se quedan colgando, como decía la doctora, dice, “la ley”, ¿dónde está la ley?, ¿dónde están las sanciones para contravenir esa cuestión que se plantea como importante a nivel de la Constitución?, ¿dónde está?

La sistematicidad del trabajo que se necesita hacer para crear en el pueblo una conciencia de la necesidad de cumplir las leyes, de conocer las leyes, y de regirse por leyes para ser un estado de ley es algo que se impone, si esto no se hace —y nosotros estamos encargados de esto, nosotros también somos responsables de esto, no solamente son los jurídicos, los periodistas, o sea, si nosotros no concientizamos, los primeros, esta situación—, es muy difícil que nuestra Constitución no siga el camino de la anterior, que hace tres o cuatro años, no recuerdo, no había sido reimpresa, no se encontraba en ninguna librería, y tuvimos que pedir que por favor la reimprimieran, porque al menos los ciudadanos que llegan a los dieciséis años deben tener el derecho de conocer la Constitución, y de que se les examine sobre la Constitución de Cuba. Eso es elemental.

Arleen Rodríguez Derivet: Nosotros hicimos varios programas sobre el ruido y todo el mundo decía que sí, que estaba legislado, y decían que estaba   contenido en la Ley de Medio Ambiente. Lo que pasa es que muchos países aplican unas multas gigantescas. El día que las apliquemos será distinta la realidad. No solo en eso. Usted habló del ruido, pero ¿y cuando nos pasa por al lado un almendrón y nos echa un humo atroz? Es tan terrible.

Walfredo Angulo: Soy de la delegación de jubilados, de Radio Habana Cuba. Es importantísimo que la Constitución nueva no contenga errores futuros. Recuerdo que, cuando trabajábamos con la Constitución de 1976 —porque apoyé ese trabajo en la Escuela de Ciencias Políticas—, el doctor Fernando Álvarez Tabío insistía fuertemente en la necesidad de que fuera un estado laico, la Escuela de Ciencias Jurídicas también, y nosotros en la Escuela de Ciencias Políticas, salvo excepciones, siempre había su excepción, decíamos lo mismo. Bueno, pues el error se cometió, y cuánto nos costó ese error.

El tema de la propiedad es un tema que se está debatiendo y es medular. Creo el mismo abanico que usted pone para la propiedad estatal lo tiene que poner para propiedad individual o particular, como le quiera llamar, porque eso de por cuenta propia yo no lo he entendido nunca, porque ¿cuenta propia qué, por mi cuenta propia?, o sea, eso nunca lo he entendido, eso es particular.

Todo eso hay que tenerlo en cuenta a la hora de elaborar las legislaciones para establecer bien claro qué cosa es un deber, qué cosa es un derecho, si tengo derecho a esto tengo el deber también de esto, para no cometer errores.

Eduardo González, de Radio Taíno. Me gusta mucho la palabra que se usó en el título del taller, “Encrucijadas”, estamos en una encrucijada, y les voy a poner nada más que dos pequeños ejemplos de cómo yo veo esa realidad. Una vecina me paró en la calle y me dijo: “Tú que estás en eso de la Constitución, quiero que me aclares, porque yo pienso que no voy a ir a la reunión porque me dijeron que lo del matrimonio homosexual ya está aprobado, por eso yo no voy a ir a la reunión”. Ella no conoce qué dice el artículo 68, porque habla del matrimonio homosexual, que no está en la Constitución, y además, lo único que ella ve de la Constitución es ese artículo, eso es un reto para nosotros, eso es un reto.

Otro reto, venía en la guagua alguien subrayó un fragmento del proyecto de Constitución —no dijo proyecto del Constitución, dijo del tabloide—, y que va a ir a discutir un tema a la policía. Por lo menos sabe que la Constitución sirve para algo, ¿no?, pero considera que es una ley ya aprobada y que puede usarla para reclamar sus propósitos.

Eso nos refuerza la idea de que todavía mucha gente en este país no tiene la menor idea de lo que está pasando con respecto a la Constitución, y entonces tenemos la encrucijada de que debemos ser muy cuidadosos para no caer en la rutina, para no atosigar a la gente con esta información. Tenemos que seguir trabajando en esto porque realmente hay muchas personas que no han visto la Mesa Redonda, que no leen los periódicos, que no oyen la radio, y tenemos que llegarles de alguna manera, tenemos que buscar que en nuestros trabajos la gente se lo comenten, digan: “Oye, ve a buscar el periódico”, o “Ve a leer esto, que está interesante”.

José Bodes: Voy a hablar de algo que aquí se ha rozado pero hay que entrarle de lleno, que es la economía. Ustedes saben que esta Constitución constituye una gran oportunidad, y quizás la última, de poder armonizar todos los cambios que se vienen efectuando en la legislación económica, y que uno de ellos se refleja tan directamente en esto como con la escasez del tabloide.

La economía, todos lo sabemos, es la asignatura pendiente de la Revolución, y para que haya desarrollo económico tiene que haber cumplimiento de un principio tan antiguo como de cada uno según su capacidad y a cada uno según su trabajo. Nosotros tratamos de rectificarlo con el pago por rendimiento, pero eso también ha sido tergiversado.

Finalizo con una propuesta: que la Unión de Periodistas convoque también a una reunión en que nosotros, por medio de un economista y de un jurista, tengamos información de la esencia de los cambios económicos y cómo se pretende mejorar nuestra economía.

Blanquito: Se justifica toda indisciplina. No hay o no se aplica una multa para nada. Hay que legislar y aplicar bien la ley en todo.

Ángela Oramas: Yo quería primero felicitar a las dos doctoras, que han hablado aquí muy claramente, creo que esa debe ser la manera en que se debe continuar discutiendo en la televisión, en los periódicos: de manera clara, para que no aburra, porque es un tema que puede llegar a aburrir de la manera en que todavía estoy escuchando yo en estos momentos que se está abordando el proyecto de Constitución.

Por primera vez siento que a nosotros los periodistas se nos toma como la razón de ser que somos, que somos el oído y el transmisor de los sentimientos, de las alegrías, de los dolores, de los pesares, de las necesidades del pueblo, y en esta Constitución se nos tiene en cuenta de esa manera respetuosa.

Creo que lo que más preocupa a nuestro pueblo es el progreso de la economía —de lo que Ariel seguramente tiene mucho que decirnos y que aclararnos—, y la corrupción, terminar con la corrupción, que es uno de los dolores más fuertes que tiene hoy nuestro pueblo.

Me siento muy contenta hoy de que se haya llevado a cabo esta cita con nosotros los periodistas, porque creo que a partir de ahora vamos a serle mucho más útil no solamente al proyecto de Constitución sino a la Revolución en general, y a nuestro país. Somos patriotas, y ahí hay un pensamiento de Martí que dice “Pensar es servir”. Todos los que estamos aquí somos de alguna manera pensadores, y la mejor manera de servir es expresando nuestro pensamiento y lo que piensa nuestro pueblo.

Luis Toledo Sande: Un buen amigo acaba de recordarme un chiste que suelo hacer. A menudo decimos: “Qué república era aquella”, y creo que lo que tenemos que decirnos ahora es: “Qué república es esta”. Estamos luchando para que se aplique una Constitución: primero, aprobarla, para que se aplique después. Nosotros no solamente tenemos poca cultura jurídica y constitucional, sino que tenemos una gran cultura antijurídica y anticonstitucional. El mejor homenaje que se le hizo a la Constitución de 1940, como me decía el otro día un compañero combatiente, fue el de la gente que se lanzó a morir por defenderla, y añado que el segundo gran homenaje que le hicimos fue romperla, porque una revolución suponía romper las bases de aquella sociedad en la que se aprobó una Constitución que no podía aplicarse porque no tenía el contexto para que se aplicara después de aprobarse. Y entonces, después de veintisiete años sin Constitución, vino la de 1976, sobre la cual siempre ha prevalecido una conciencia supraconstitucional, siempre ha habido una actitud supraconstitucional, pensando que eso era para aprovecharlo y utilizarlo según le hiciera bien a la Revolución, voluntad sagrada, pero voluntad que empieza a generar una cantidad de deformaciones considerables. No era imposible oír a un dirigente decir: “Al margen de lo que diga la Constitución, vamos a plantearnos tal cosa”, no era imposible. A partir de ahora, yo, que gracias a Dios soy ateo, le ruego a Dios que eso no siga ocurriendo; porque, si va a seguir ocurriendo, de nada vale aprobar una nueva Constitución.

Luis Toledo Sande, periodista.

Aprobar una Constitución no significa nada más que aprobar una Constitución. Si no se aplica, se convierte en letra muerta, en letra muerta, y estamos en un momento en que hay que transformar muchas cosas, y no todo hay que cambiarlo, no todo hay que cambiarlo en una Revolución que continúa y continuará dirigida por su Partido Comunista, aunque cuando vi entrar hoy aquí a mi maravilloso y loco amigo Héctor Ochoa, que se cambió la boina, me dije: “Si hasta la boina de Héctor Ochoa ha cambiado, puede ser que haya que cambiarlo todo”, pero la cabeza de Héctor Ochoa no ha cambiado ni en la maravilla ni en la locura. Hay cosas que no se deben cambiar, ni hay por qué cambiarlas.

Y esta es una Constitución que tiene que hacerse con un sentido profundamente popular, y lo profundamente popular se decide hoy, entre otras cosas, por el hecho de que esa anunciada distribución de la riqueza de la que hablamos —para que la riqueza no se concentre nocivamente— se revierta objetiva y fácticamente no solo en logros globales, sino en la solvencia de vida concreta de los que aún tenemos la “insensatez”, y vamos a morir con ella, de trabajar para el sector estatal, y no corrompernos. A quien la Revolución hizo intelectual o profesional, y la familia lo enseñó a ser honrado, hoy puede estar perdido. Pero tenemos que defender que dejemos de estar perdidos, y que podamos vivir siendo intelectuales y honrados, o trabajadores manuales y honrados, vivir siendo honrados. Si la Constitución no sirve para la civilidad y la ética, no sirve para nada.

El malvado de Donald Trump, el patán Donald, tuvo la desvergüenza —en realidad, no fue el primero— de acusarnos de aplicar ataques sónicos contra los diplomáticos de su país. Eso es una calumnia. Ahora bien, si nos hubiera acusado por los ataques sónicos internos, contra la ciudadanía, quizás nos habría hecho un buen favor, porque nos habría impulsado a transformar la realidad. Pero nos acusó con una mentira, y la mentira no conduce a nada, o no mueve a transformar la realidad. Somos sometidos todos los días, todos los días, a ataques sónicos violentos, groseros e inmundos, y contra eso no se hace nada, y hasta ahora parecería que no hubiera nada que hacer, aunque mucho se dice.

Además, en el tema de los valores que debemos defender, es necesario insistir mucho más. El otro día, por ejemplo, una amiga me decía en un mensaje: “En la Constitución debemos proponer también una ley sobre la protección de los animales”. Es verdad. En Cuba está no solamente la pelea de gallos, que ha proliferado, no digamos cómo, ¡no digamos cómo! En el carné de los miembros de la asociación de propietarios de gallos de lidia se estampó una cita de Fidel sacada de contexto, para poner a Fidel a defender la pelea de gallos, cuando él estuvo siempre contra la pelea de gallos. Busquen quién hizo o propició tan mal uso de la cita. Nadie debe tener el derecho de hacer cosas tales. Y ahora está proliferando la pelea de perros a la vista de todos. Se entrena a los perros en plena calle incluso, para luego pelearlos.

Digo esto, nada más para recordar que si esta Constitución no sirve para la civilidad y la decencia, si no sirve para la ética, y para lograr, mucho más que un país próspero y sustentable —meta que tal vez hasta se pudiera posponer—, un país vivible, que no lo es, no serviría de mucho. Este país lo sufrimos con alegría, pero merecemos vivirlo con alegría, y no se vive con alegría, se vive con mucho sufrimiento. Bastarían nada más para eso la burocracia, las trampas burocráticas. Tengo muy cerca una persona que está ahora enfrascada en un cambio de vivienda, y el sufrimiento para que le den el papelito correspondiente es angustioso. Esas son de las cosas por las que hay personas que no quieran vivir en Cuba, y mientras haya un por ciento apreciable de personas que no quieran vivir en Cuba, el proyecto revolucionario está en peligro. Poco me importa que prefieran la música extranjera, si prefieren otro país. Qué más da que prefieran otras televisiones, si prefieren otro país. Qué representa que prefieran otras culturas, si prefieren otro país. Y seguimos diciendo que la de ahora es solamente una emigración económica. Hasta donde sé, entre la economía y la política hay una relación muy profunda. Si exageramos antes cuando decíamos que la emigración era política, y a todo el que salía lo metíamos en el saco de los traidores y vendepatrias, ahora creo que exageramos cuando decimos que es solo económica. Porque, si es económica, es también política, y si no nos damos cuenta de eso, estamos políticamente perdidos, y nunca estaríamos económicamente salvados. Pero necesitamos y debemos salvarnos políticamente.

Si no cuidamos la Constitución para que, digamos, a nadie se le ocurra hacer en El Vedado un hotel que esté por encima de la altura normada, y además se dice que ese alguien es pariente de no sé quién, o suegro de no sé quién, o se acostó con no sé quién, estamos ante un problema grave. Nadie tiene, sea quien sea, nadie tiene derecho a plantearse eso, y si se lo plantea, tiene que haber un organismo que inmediatamente diga: “Tú no puedes construir eso”, y hacerse saber públicamente, para que no haya ni sombra de impunidad. En la nueva Constitución creo que de alguna manera hay que fortalecer las regulaciones contra esos desatinos, y contra otros. Se debe señalar que entre las cosas contra las cuales se lucha está el nepotismo, y no recuerdo si está, ¿está? Si no está, hay que ponerlo.

Cuando se empezó a hablar de la limitación del tiempo en los más altos cargos de dirección, un amigo muy brillante en el núcleo al que yo pertenecía entonces se pronunció contra esa medida, porque él tenía claro el modelo de Fidel en su cabeza. Pero Fidel es irrepetible, y le dije al amigo: “Mira, yo que pensé que me iba morir sin ver que nuestras leyes limitaran el tiempo en los cargos fundamentales, no puedo oponerme a eso, y no me voy a oponer”. Sin embargo, me parece que hay que replantearse el tema del límite de edad. Creo que los cargos fundamentales, empezando por el de presidente de la República, deben ocuparlos personas que tengan, además de los méritos necesarios, las condiciones de salud físicas y mentales suficientes para ocupar ese cargo, tenga o no tenga sesenta años. Personalmente, yo hubiera preferido que las limitaciones de tiempo de permanencia en el cargo, y de edad, las hubieran puesto los que vinieran después, que no hubieran sido propuestas por los compañeros que llevaron cincuenta o sesenta años en el ejercicio de la dirección. Creo que podrían haberles planteado el encargo a los que venían: “Mira, Fulano, plantea tú que a partir de ahora se va a limitar, y yo te apoyo”. Me habría parecido más natural, aunque sé que hay diversos criterios sobre el tema.

También insisto en que la Constitución nueva requiere propaganda, requiere que se haga buena propaganda en torno a ella. He tenido que enfrentar en la calle a representantes de iglesias que están haciendo campaña, propaganda feroz contra la Constitución, valiéndose del artículo 68. En el fondo, sospecho que entre sus intereses hay cosas mayores que el artículo 68. Nosotros no podemos dejarnos arrastrar a una discusión en el terreno teológico, porque somos laicos, aunque a veces olvidamos que lo somos ¿Por qué lo olvidamos? Creo que porque alguna vez cometimos la imprudencia, para no decir el crimen, de ser ateocráticos, y, como suelo decir, repito que soy ateo gracias a Dios, pero cometimos la imprudencia de ser ateocráticos, y ahora parece que sentimos complejo de culpa al punto de que tuviéramos que olvidar que somos laicos, y, si no somos un estado confesional, no tienen por qué ponerme dos misas el Viernes Santo en la televisión cubana, que es pública. Cuando haya un canal de televisión religioso, que a lo mejor debe haberlo, estaría bien que pusieran catorce misas diarias —y habría que ver si de un solo credo—; pero la televisión no tiene por qué abrumarme con misas. Eso, creo, es para el ámbito eclesial, y tampoco la televisión cubana ni otros medios del país pueden arremeter contra las creencias religiosas, porque eso sería propio de un estado ateocrático, y somos un estado laico.

Sé que todo eso es muy complicado, entre otras cosas porque, como decía Samuel Feijóo, junto con el escudo, la bandera y el himno tenemos la siguaraya. También teníamos el “lema heráldico” que recordó Lohania, eso de que “la ley se acata, pero no se cumple”. Y en gran medida eso sigue siendo una verdad hoy, la ley se acata, si se acata, pero no se cumple; la ley se difunde, si se difunde, pero no se cumple, y mientras eso sea así, no habrá país vivible, no habrá país próspero, no habrá país sustentable y no habrá país donde la gente no solo quiera mayoritariamente vivir, sino hacerlo con alegría, que es lo más importante.

Martha Prieto: Unos breves comentarios. Cuando cualquier texto constitucional establece: “La ley regula”, o “La ley regulará”, antes se usaba el futuro, ahora ha dado por usarse no solamente entre nosotros sino en otros países “La ley regula”, como para que quede que no es para cuando la vayan a aprobar sino que van a aprobarla, pero la lógica de la expresión “La ley regula”, o “La ley regulará”, está diciendo de que en la Constitución hay un conjunto de preceptos básicos, generales, pero que tiene que aprobarse una ley, ley, decreto-ley, esperemos que sea hasta ahí nada más, porque si están en la Constitución y es lo fundamental debe elaborarse por las normas fundamentales, entonces, el desarrollo de la misma.

La Constitución pone el marco, yo siempre pienso en una mesa de billar, perdónenme. Les pongo a mis estudiantes una mesa de billar y les pongo las bolas a rodar. La Constitución define esos límites mínimos y máximos, el cómo, el hasta dónde, todas esa regulación precisa tiene que hacerla la ley. Por tanto, cuando los textos constitucionales establecen “La ley regulará”, está mandando a la Asamblea Nacional y al Consejo de Estado a aprobar —tiene que hacerlo— una ley que regule, que ordene, para que permita, para que establezca, para que defina los ámbitos de acción, no para que se quede en el aire. En otros países ya esa práctica no existe, sino que se tiende a establecer en la Constitución preceptos más claros, más concretos, no normas, principios, no ley de mínimos, sino poner las cosas tal y como son para que entonces desde la misma Constitución se obligue al legislativo a actuar de acuerdo con ese ámbito, para que no sobrepase, o para que cuando el legislativo no actué se pueda ir con la Constitución a los tribunales —no solamente tribunales especializados, sino tribunales ordinarios—, diciendo: “Mi Constitución establece esto, mi centro de trabajo no me lo ha permitido, vengo a los tribunales contra esa decisión de mi administrador, que me impidió”. Todavía entre nosotros no ha calado el proceso ordinario. Debió haber calado, y yo soy defensora de esa segunda variante, pero es evidente que no ha calado. Explico el tema de por qué establece lo de “La ley regula”.

Con el tema de la cultura jurídica es un problema de todos, no puede ser solo la enseñanza media: tiene que ser la enseñanza media primaria, que expliquen bien la cultura política, no que los padres se pongan a hacer las tareas de los hijos y nos llamen por teléfono a nosotros, profesores de la universidad: “Profe, ¿cómo se puede interpretar tal cosa para la tarea del niño?” Es decir, hay una lógica, tiene que haber una formación de los maestros de la enseñanza básica en la explicación de esos contenidos, también nuestra universidad, ustedes, en los medios. Pero tiene que haber una responsabilidad desde todos los entes políticos de convocar al conocimiento de la Constitución no solo para el conocimiento, no solo para la cultura, sino para el desarrollo, para la realización plena de la Constitución. Por tanto, tener cultura jurídica no se reduce a yo me sé la Constitución: tienen que venir juntos el conocerla, el saberla, y el poder exigir su realización, y que sea un trabajo de todos, coherente, coordinado. Por mucho que ustedes se desgasten, por mucho que me he desgastado yo durante años, mis estudiante se gradúan, van para un organismo y después pasan por la Facultad, me consultan o comentan algo y yo les digo: “Pero si tú sabes”, y me responden: “Profe, pero en el organismo me dicen que eso es doctrina y que en la práctica se hace distinto”. No, tiene que ser un problema de cultura de todos, de quererla, de quererla salvar, de quererla desarrollar, porque es expresión de la voluntad soberana, no de que cada quien siga haciendo lo que le venga en gana. Por eso yo decía en una conversación: “A mí me falta en el preámbulo la referencia a todos nosotros, que hemos estado construyendo y que seguimos construyendo”, porque es en función de eso.

En el tema de la literalidad. Las constituciones no lo pueden regular todo, es verdad, pero para eso está la interpretación jurídica, para eso está el órgano llamado a aplicarla —los órganos del estado, la Asamblea, el Consejo de Estado, los tribunales, la Fiscalía— para razonar ese contenido de acuerdo con los principios, y entonces poder tomar una decisión conforme a eso. Y eso es lo que, a mi juicio, no se ha hecho.

Por tanto, cuando decían por allá: “Hemos pecado de inconstitucionalidad”, es cierto, porque la hemos tenido como un programa de acción, como el cuadro en la pared, no como la norma en la mano, no como el techo y no como la base, no como el instrumento de garantía. Por eso yo ponía al principio, tiene que ser un instrumento de garantía, tiene que ser un instrumento de control, control no entendido como límite, porque a veces decimos: “Te voy a controlar”, o “Te voy a prohibir”. No, control como mecanismo de verificación del cumplimiento de lo establecido. Se prevé que hay que venir con la camisa verde, bueno, pues entonces tiene que haber un mecanismo que chequee que vinimos con la camisa verde; se prevé que se puede usar cualquier color de ropa, no puede haber nadie que me obligue a usar un solo color, salvo que digamos: “En homenaje a, vengamos hoy con este color”.

Por tanto, tiene que haber un conocimiento del contenido, tiene que saberse que el control es para asegurar el cumplimiento de lo establecido, y el control tiene que ser no solamente de arriba para abajo, sino que tiene que ser también en lo horizontal y de abajo para arriba. Por eso cuando se plantea que las masas populares participan en el control, ahí está, tiene que hacerse efectivo el control popular. ¿Entonces digo esto por qué?, por lo que planteaban con el tema del ruido. Es verdad que no se puede regular todo, pero si se quisiera entender como lo que es, que el ruido afecta la salud, y que puede provocar una afectación a la salud, se puede establecer la prohibición. Yo sería más feliz que ustedes porque vivo al fondo casi del Pabellón Cuba, ¿ya entienden por qué? Entonces ya les explico; aunque no haya una ley expresa para venir a decirte: “Vas con una multa de no sé cuántos pesos”, puede haber una exigencia de los organismos de salud pública combinados con comunicación, combinados con todo. Si se quisiera, se habría ganado conciencia de la importancia del tema.

Pensar que la Constitución es sólo el artículo 64, el 68, yo uso mucho en mis clases el tema de debate, y también soy de los pocos juristas que han escrito en defensa del matrimonio igualitario. Por tanto, no hacía la referencia desde una postura destructiva, pero sí quiero llamar la atención que se puede estar utilizando el tema del matrimonio entre personas, entre dos personas, como un mecanismo para sembrar el ruido, para que haya un voto en contra. Así las personas están dejando de entender que la Constitución establece también pautas para los niños, las niñas, los adolescentes, el trabajo de los adolescentes cuando fuera necesario, digamos, para el adulto mayor, para los discapacitados, de manera expresa, que el texto anterior no lo tenía. Lo teníamos en otras leyes, la maternidad, entonces pongo un ejemplo sencillo, entonces la Constitución establece para todos. Vetar un texto por un punto es votar el todo, y en eso sería importante en ese análisis de ustedes la convocatoria de mirarlo todo para que nos demos cuenta de cuánto van a votar por dejarse guiar por una, por un algo, una luz que se puede encender con otra mirada.

Creo que también es importante ver el tema del proceso que estamos llevando. Independientemente de criterios que podamos tener, hay que aclarar que esto no es como el debate de los Lineamientos, que discutimos y discutimos, sino que de este debate popular hay que sacar conclusión de cuáles son los criterios mayoritarios que han supuesto cambios, cuáles son, para que esa comisión introduzca esos cambios en el texto y que luego se someta a voto popular, por eso yo decía el otro día en la Unión de Juristas: “En realidad no es un proyecto, en realidad es el anteproyecto”, ¿por qué?, porque es un documento que me está dando la posibilidad de modificarlo, pero se le llamó proyecto, pero en realidad es el anteproyecto, porque me estás diciendo: “Desmenúzalo, propón, sugiere, la comisión tendrá que tener en cuenta esos criterios”, y tiene que tenerlos en cuenta.

La población debe darse cuenta de que hay un cambio entre la letra del anteproyecto y la letra del proyecto porque, si no, se va a deslegitimar todo el proceso, y una de las cosas más importantes que hay en torno a la Constitución es el tema del consenso político activo. La población tiene que saber que después de esa discusión se hará un reajuste de contenidos, y que se someterá a voto popular, secreto y directo, por el sí o por el no, y que ese va a ser el que va a decidir, para que entonces las personas vayan con interés también a ese proceso. Hay cosas en las que se debe insistir.

Arleen Rodríguez Derivet: Hay algo que Martha me anotó aquí, que no dijo ahora y me parece fundamental para nuestra acta: “Los límites al derecho a la información o a la libertad de expresión no tienen por qué llevar a la censura previa sino a la definición del ámbito de acción: qué, cómo, para qué, y la exigencia de responsabilidad posterior”.

Aprovecho para comentar algo que dijo Toledo. Creo que justamente a la generación histórica era a la que le tocaba dar el paso de ponerle un límite de edad a la elección presidencial con la autoridad que tiene bien ganada. No podía ser una generación que llegara y dijera: ‘El límite va a ser este’”, sino la generación histórica.

Yoerky me hizo una historia del Consejo de Estado, al que pertenece, y que Raúl en algún momento le dijo a Díaz-Canel: “¿Puedes enseñar tu programa, tu plan de trabajo?”, y cuando hizo así y lo abrió era como un acordeón infinito, y por el otro lado igual, dice: “Miren el mío”, dice: “Hay una diferencia sustancial, necesitamos cada vez direcciones que tengan la energía y la fuerza para las transformaciones que el país está necesitando, ya yo no puedo hacer los recorridos ni puedo hacer determinadas cosas”; pero con todo, no quiero abrir un debate, estoy sencillamente acotando algo porque yo pienso exactamente lo contrario, que sólo la generación histórica posee toda la confianza para hacer el tránsito.

Aquí hay un libro que yo les recomiendo –“Dos siglos de Periodismo en Cuba”- que no lo usen sólo para citas, revísenlo, ahí está la historia de por qué nuestro periodismo evolucionó como evolucionó, la reacción de aquellos dueños de medios, que eran también dueños de grandes haciendas, y que tenían el poder económico fundamental de este país, y que no fueron ni siquiera a la primera reunión que Fidel les planteó, incluyendo el director de Bohemia, que había colaborado tanto con el 26 de Julio, entonces eso está aquí, y aquí están hombres como Gabriel Molina o José Bodes Gómez, o está esta misma memoria de Juan Marrero, o está Mirtha Rodríguez Calderón, está Rebeca Chávez, están todos los que fueron testigos y cronistas de esa historia.

Por eso yo decía que la presidencia de nuestro panel, antes que en esta Mesa, está del lado de allá. La generación histórica de nuestro Periodismo, puede ayudarnos a entender por qué este país evolucionó en la prensa como evolucionó; pero también en la historia, nosotros, los cubanos, no dejamos que Fidel se jubilara, y por ahí hay historias que un día nos contaremos y que nos debemos: en los años noventa, hubo una encerrona durante la sesión a puertas cerradas de una Cumbre Iberoamericana, y todos los mandatarios reunidos, empezando por el rey de España, le propusieron a Fidel irse de Cuba, no sé con cuántos millones y con cuántas garantías, y que podía vivir como un rey, y él les dijo: “¿Pero qué clase de gente se creen ustedes que somos nosotros, que cuando se pone la cosa mala abandonamos al pueblo?

Nosotros tenemos una responsabilidad”. Hay que revisar, como hemos estado haciendo ahora con los Noticieros ICAIC Latinoamericanos, la memoria de este país. ¿Qué seríamos sin esa resistencia? Quizás seríamos otro Puerto Rico, a donde mandan jóvenes tecnócratas yanquis a dirigir y a hundir cada vez más a esa nación, cuyo pueblo se nos parece tanto.

Entonces por eso tenía que discrepar en ese punto, porque me parece que es justamente la generación histórica la que tiene la autoridad moral para marcar la importancia de que cada vez sean generaciones más jóvenes las que asuman el poder. Y, conste, yo soy de las que quedan excluidas porque el año que viene cumplo sesenta, pero tampoco creo que tengo posibilidades ya de eso, porque siento que merman las fuerzas y que merman las capacidades realmente, y que no podemos cometer el error, cuando ya la generación histórica no esté, de promover liderazgos muy envejecidos que nos lleven a lo que ya nos ha enseñado la historia, fueron los errores de otros, era eso lo que quería decir. Y por favor, dejo ya a Rosa Miriam la palabra final.

Rosa M. Elizalde: Muy brevemente. Llevamos más de tres horas en el debate con el salón repleto. La mayoría se mantuvo estoicamente. Como les dije, lo hemos grabado, lo vamos a compartir, y les digo algo más, a partir de la propuesta que se hizo aquí hemos decidido crear un canal con la dirección constitucion@upec.cu. para el que tenga algo más que decir, lo envíen a la UPEC. Prometo que lo tendremos en cuenta.

Voy a cerrar con una propuesta que me hace llegar por escrito Rebeca Chávez, que la asumo como un acuerdo: “Ante el éxito de esta convocatoria de la UPEC, hay que propiciar más encuentros de este tipo no sólo a los miembros de la Unión de Periodistas de Cuba, sino con los jefes de información, los directores de noticieros, y televisión, para invitarlos a estudiar, a ser creativos; que se comprenda la necesidad de reflejar estos debates con una curva de desarrollo que impida lo repetitivo. Si se aburre la gente, perdemos esta posibilidad de revitalizar la prensa y a los ciudadanos participativos”. Muchas gracias por haber venido y por regalarnos este debate tan enriquecedor. Nos veremos otra vez muy pronto.

(Transcripción: Haydée Gutiérrez/ Cubaperiodistas)

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Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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