PERIODISMO PATRIMONIAL E HISTÓRICO

La Plaza de San Francisco o de las Palomas

Por Ángela Oramas Camero

Creo que son los niños y niñas quienes más disfrutan el espectáculo de las palomas revoleteando alrededor de los visitantes. Es la Plaza de San Francisco de Asís, un sitio patrimonial de La Habana Vieja; aunque los pequeños la llaman la Plaza de la Palomas.

Desde hace siglos la pintoresca Plaza, próxima al área portuaria, es muy concurrida. Antaño, por los atraques de galeones y veleros. Ahora fondean allí los cruceros, de donde descienden centenares de turistas de diferentes partes del planeta; se detienen y hacen fotos frente a la entrada de la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, una joya bien conservada por la Oficina del Historiador.

El recinto, ubicado de cara a la calle de los Oficios y de costado a la mencionada plaza,  fue edificado por los frailes franciscanos, quienes celebraban en la entonces iglesia y convento múltiples ceremonias religiosas. Hoy es un hermoso templo del arte y en su principal sala se celebran conciertos, especialmente corales y de cámara.

Cuando dejó de ser un templo religioso, tuvo diferentes usos hasta que  alrededor de 1990 comenzó la recuperación del inmueble y la antigua iglesia. En condición de Basílica Menor de San Francisco de Asís fue inaugurada el 4 de octubre de 1994.

Al fondo del edificio se halla el jardín en homenaje a Madre Teresa de Calcuta y una escultura de su imagen, donde es muy frecuente encontrar flores depositadas en su regazo. En tanto, decenas de lápidas instaladas en el mismo jardín recuerdan a personas muy ilustres ya fallecidas. Una de ellas tiene el nombre del Historiador de La Habana Emilio Roig de Leuchsenring. Todas están siempre cubiertas de rosas, margaritas y lirios.  Al final, erigida en el 2004, se halla la Catedral Ortodoxa San Nicolás de Mira.

A la entrada de la Basílica Menor, está la estatua del Caballero de París, que parece dar la bienvenida a todo visitante. En tanto, sus restos reposan dentro de este templo. Y muy próximo, pero frente a la Fuente de los Leones, en un banquito, encontramos la escultura de Federico Chopin. Al otro extremo, la figura titulada La Conversación.

La  efigie de Chopin es un regalo a la plaza habanera  del escultor polaco Adam Myjak. Fue posible gracias a la colaboración entre el Instituto Adam Mickiewicz, y la Asociación de Cineastas de ese país, con la Oficina del Historiador y el Ministerio de Cultura de la Isla.

Muestra al gran músico y maestro, ya enfermo, en los últimos tiempos de su existencia. Se cuenta que Myjak se basó en la única foto de Chopin que se conserva, supuestamente tomada en 1849. Chopin murió con sólo 39 años.  Su grandiosa obra al piano, conformada por una amplia gama de polonesas y mazurcas, preludios, sonatas, nocturnos, baladas, valses y conciertos para piano, trasciende los siglos.

Según los críticos, el arte de Chopin es conmovedor y pasional. En su país está catalogado como profundamente patriótico y un símbolo del nacionalismo polaco, y considerado como el más universal de los músicos de Polonia.

Retornamos al  conjunto religioso de la Plaza. Fue fundado en 1575, cuando el Cabildo autorizó su construcción a la orden franciscana. Pero el paso de tiempo obligó a restauraciones. Fue demolido en 1719 y vuelto a edificar, casi como lo conocemos hoy, en 1739. La construcción estuvo a cargo del criollo habanero  Fray Juan Romero, mientras el arquitecto José  Arcés se hizo cargo del proyecto de la torre.

Se dice que la Fuente de los Leones (1836) de la Plaza de las Palomas está inspirada en la fuente del Patio de Granada[i]. La habanera es del italiano Giusseppe Gaggini y está hecha de mármol de Carrara.  Al hallarse al costado de la Lonja el Comercio (edificio que remata en su punto más elevado con el dios Mercurio y fue edificado a principios del siglo XX), también ha sido paisaje acostumbrado de los comerciantes.

Una de las leyendas que sobrevive acerca del Convento de San Francisco habla del fraile que interpretó  desde el campanario de la elevada torre el “toque a agonía”.  El sonido de las campanas llamaba a duelo por el fallecimiento de la muchacha que él había amado; unión matrimonial que fue impedida por la familia de ella. Y, el joven enamorado tomó los hábitos. Dicen que tras finalizar el tañer, el viento ocultó su rostro tras la capucha de fraile y al no ver cayó el vacío. Igual se dice que, desconsolado, prefirió partir junto ella.  El caso es que el campanero murió poco después que la amada.

[i] Ubicada en Alhambra, ciudad palatina andalusí situada en Granada, comunidad autónoma de Andalucía, España.

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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