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Fabio Bosch : “…que no unan esta distinción a mi crédito cotidianamente…”

Fabio Bosch.

Basta decir simplemente Fabio, y cualquiera en La Perla del Sur sabe a quién se refiere. En la CMHW lo conocen de antaño por Fabito, razón lógica porque llegó allí en un momento donde niñez y adolescencia se unen, y el diminutivo se impuso teniendo en cuenta que se llama igual que su papá, reconocido locutor de la Reina Radial del Centro.

La noticia difundida este 10 de agosto por el Portal de la Radio Cubana y nuestros medios nacionales impuso alegría a la comunidad de radialistas que lo conocemos y que hemos tenido la suerte de ser compañeros suyos de trabajo, así como al público que le admira y sigue en sus espacios.

El Premio Nacional de Radio le fue otorgado junto a otras dos personalidades del medio: Arnaldo Coro Antich, quien labora en Radio Habana Cuba y cuyas secciones se escuchan a través de Radio Progreso, La Onda de la Alegría, y el escritor, director de radio y musicólogo Guille Vilar, quien dirige el programa Juventud 2000, de Radio Progreso, y conocemos por sus valiosos comentarios musicales especializados, tanto para la radio como la TV y la prensa escrita.

Al oír el nombre de Fabio Manuel Bosch Hernández entre los premiados, le llamé por teléfono con la doble intención de felicitarlo y hacerle una entrevista. Como es habitual en él, estaba trabajando, muy atareado en la preparación de los cuestionarios del Triángulo de la Confianza, espacio que desde comienzos de los 90 atrapa a la radioaudiencia del centro-sur de Cuba a partir de las 11 de la mañana.

A insistencia de este escribidor – insistente, lo reconozco- logré arrebatarle los minutos que dieron lugar a esta plática. Intención noble, para que quienes naveguen por este Portal tengan derecho a conocer más de su quehacer, imposible de resumir ni en horas. Así comenzamos a conversar…

Una vez me comentaste de una fría mañana en que llegaste por primera vez a la emisora CMHW para no salir más de la radio. ¿Cómo fue aquello?

“Yo no imaginaba que mis días de infancia correteando por los pasillos de la CMHK de Cruces, La Casa Virgilio, donde mi padre era locutor-operador, a la usanza de la época, habían influenciado en mí. De suerte tal que cuando llegué a reponerme en casa de una enfermedad adquirida en la Escuela al Campo mi madre me dijo que no iba a estar trancado en casa todo el día, que me fuera a ayudar al viejo, que entonces era fonotecario de la CMHW. Pero como el joven al joven sigue, comencé a seguir a Franklin Reynoso Rivas a todos los estudios, a donde iba a hacer entrevistas y para mi sorpresa, un día que se tenía que marchar a una gran movilización me dijo: Con mis programas te quedas tú, me has seguido mucho y ya tú sabes hacer, así que a partir de mañana todos estos programas los vas a dirigir tú solo”.

Naciste con la influencia de tu papá, locutor de aquella emisora antes del triunfo de la Revolución, y luego también de la emblemática CMHW. ¿Puedes contarme algunos recuerdos de aquel tiempo?

“Si antes te dije que correteaba por la CMHK de Cruces tengo que confesarte que entraba a sus estudios, veía con asombro cómo mi padre, Alomá, Sarduy y el Gallego Arango andaban con aquellos platos, ponían los discos y los comerciales grabados en placa y a la vez hablaban. También observé cómo Viví Villanueva “quemaba” las placas con anuncios y promociones. Vi a Pepe Hernández hacer su programa en vivo, con su guitarra -que luego me enseñó a tocar- en un estudio aparte, él solito, al que le pasaban la señal a las 4 de la tarde. Vi a los campesinos en sus variados espacios. Sí, definitivamente aquel fue un mundo maravilloso que me estaba impactando de forma total, aun cuando yo no lo sabía. La W fue quien despertó todo aquello con un equipo entonces pequeño pero maravilloso. No existía gente fiscalizando y teorizando, ni equipos de especialistas y sin embargo se hacía una gran radio… con el corazón”.

Recuerdo los años de “Música y Juventud”, en los 70. ¿Cómo los percibes a la vuelta de más de cuatro décadas?

Música y Juventud, un nombre que luego nos copiara impunemente, como suelen hacer en La Habana tanto la radio como la televisión -(como lo ha hecho el Canal Habana con el Triángulo de la Confianza)- fue un programa de una ingenuidad creativa tal que aún muchos lo recuerdan. Estaba montado sobre la base de entrevista-canción favorita. El entrevistado daba su nombre, datos y opiniones, sin la intervención de un locutor. Íbamos a todos los rincones de la entonces provincia de Las Villas. Nos divertimos mucho y los jóvenes nos acogían con mucho entusiasmo cuando llegamos, primero con una grabadora de cinta Tesla que pesaba unos cuantos kilos y después con una Uher ligera de peso pero magnífica para ese tipo de entrevistas”.

Hubo un punto de giro importante en tu vida radial; cuando llegaste a Radio Ciudad del Mar. Viniste para dirigir la Subdirección de Programación. Me consta que aquellos años tuyos a su frente fueron brillantes, de mucha apertura a la creatividad. Al respecto dos preguntas sobre aquella etapa: ¿Qué fue para ti lo más difícil entonces? ¿Cuál es tu más acariciado recuerdo?

“Sin dudas lo más difícil fue tener que volver a dirigir en la radio. No nací para dirigir, sino para crear y aceptar aquel cargo a cambio de una vivienda, pues claro que fue difícil, pero lo hice y según tus palabras no tan mal. Claro, heredé de mi padre ese perfeccionismo y organización que son necesarios para cualquier empresa. Mi más acariciado recuerdo es ver cómo de la noche a la mañana esta emisora dijo adiós a un método muy gastado y lento de hacer radio para saltar a una dinámica que cambió el rostro de esta planta. Recuperamos la audiencia perdida por años en cuestión de días. Eso fue muy gratificante, sin dudas”.

Es un buen momento para mencionar nombres de personalidades de la radio que han ejercido influencia en tu vida, y por tanto representan mucho para ti. ¿Puedes mencionar algunos(as)?

“La lista sería larga y me haría incurrir en pecados imperdonables, pero ya te dije que encontré en Franklin Reynoso a la persona que me enseñó y en mi padre a quien me inspiró, sin olvidar nunca que Machucha Hernández, mi madre, me dio el empujón que me hizo poner los pies en la CMHW en 1969”.

Tienes la dicha de que tu media naranja sea también radialista, y como tal tiene también sus criterios por su experiencia entre otros quehaceres radiales como asesora. ¿Cómo son esas discusiones artístico-matrimoniales?

“No son reproducibles… o al menos apta para todas las edades. Ella es muy profunda en sus señalamientos y yo creo que la absurda idea de ver nepotismo en matrimonios radiales de cierta manera nos salvó de aquellas discusiones bizantinas. De todas formas la sigo consultando y ella, con crudeza pero con mucho amor, me aconseja”.

Recibes el Premio Nacional de Radio en el contexto del Aniversario 95 de la Radio Cubana. Eso, no hay que preguntarlo, posee un significado entrañable para quien como tú ama este medio y se ha entregado al mismo. ¿Puedes resumirme tu sentir, conocerlo en tus propias palabras?

“Yo creo que lo máximo a lo que puede aspirar un artista en Cuba es a obtener la Distinción por la Cultura Cubana y yo la obtuve hace años. Pensé que ya era todo y entonces ahora llega esto y me doy cuenta de que cada artista de un medio quiere ser Premio Nacional de su arte y realmente el orgullo es tremendo. Solo que les he pedido a mis colegas que no unan esta distinción a mi crédito cotidianamente, eso pudiera dar un aire de superioridad que no tengo. Siempre somos un colectivo. Claro que mi primera llamada fue para Caridad Martínez, me quedé en silencio unos segundos, ella me preguntó que si estaba en línea y le dije que sí, pero que mi primer pensamiento al recibir esta noticia fue para Alberto Luberta. Y junto a él desfilan por mi mente mi padre, Luis Agesta, y muchos otros”.

Ahora estás jubilado, pero no retirado. Continúas en la conducción y dirección del Triángulo de la Confianza y también como escritor. ¿Qué tal esta nueva dimensión del quehacer?

“Fue muy bueno que las muchachas que dirigen los servicios informativos de la emisora me dijeran “tú te jubilas el 6 de marzo, pero el siete vienes a hacer tu programa, que eres contrato por colaboración periodística”. De forma tal que no siento como si me jubilara. Lo de escribir es ya un vicio… sí, escribiré mientras pueda.

Siempre es bueno pensar en la gente que viene a sustituirnos un día: los jóvenes. ¿Cuál es tu consejo o sugerencia para quienes piensan que la radio es su sueño más acariciado?

“Mi consejo es que piensen que yo también llegué muy joven y que todo lo que he logrado, hasta llegar a este gran reconocimiento de Premio Nacional de Radio, también ellos con amor, dedicación y trabajo, lo pueden lograr”.

Tomado del Portal de la Radio Cubana

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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