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Y por qué repetir…

¿Se ha tropezado usted con una de esas personas que cada dos palabras repite una tercera -palabra o frase-? ¿O con una de esas gentes que ignoran la riquísima variedad de nuestra lengua y repiten siempre los mismos términos?

Probablemente sí, porque abundan y -¡lo peor!- no se dan cuenta de que afean su expresión por el facilismo que resulta de emplear siempre determinadas voces y no recurrir a sus generalmente abundantes sinónimos.

Como ejemplo tenemos el empleo repetitivo del término afectaciones, puesto de moda tras el paso de algunos ciclones, empleo que ignora otros términos, incluso más precisos, como daño, perjuicio, deterioro, estrago, estropicio, mal, avería, rotura y otros. Y digo más precisos porque el uso de afectación, con esta acepción de “daño, perjuicio” constituye un cubanismo, recogido en el Breve diccionario de la lengua española, del Instituto de Literatura y Lingüística; mientras que el Diccionario de la Real Academia Española solo recoge: “falta de sencillez y naturalidad”, “extravagancia presuntuosa en la manera de ser, de hablar, de actuar, de escribir, etc.”. De igual modo, el Diccionario de sinónimos y antónimos Océano, solo incluye términos al estilo de fingimiento, disimulo, doblez, hipocresía, falsedad, estudio, artificio, convencionalismo, falacia, paripé, simulación, farsa, aspaviento, que nada tienen que ver con la acepción que nos ocupa.

Otro ejemplo pudiera ser levantamiento —cubanismo también registrado en el citado Breve diccionario de la lengua española, así como en el Diccionario básico escolar, del Centro de Lingüística Aplicada de Santiago de Cuba—, palabra que ha venido a sustituir a censo, en el sentido de padrón, lista, relación, estadística, registro; pero que tampoco está recogido con esas acepciones por el Drae.

Hasta ahí, el problema no está en usar o no los cubanismos: el problema está en abusar, en excluir otros términos igualmente válidos; aunque se dan también los disparates, como la moda de referirse a los niveles o tipos de educación en plural y además hacerlo de modo reiterado.

Al respecto, la muy sabia profesora Angelina Roméu escribió en cierta ocasión este texto que mantiene plena vigencia: “En la actualidad, se ha puesto de moda el uso del vocablo educación en plural. […] ya casi nadie habla de niveles de educación, sino de educaciones. Descontando lo desagradable que resulta al oído, cuando la empleamos estamos cometiendo un lamentable error gramatical. Lo que sucede es que la palabra educación es un sustantivo abstracto, y estos tienen, en general, la característica de no admitir el plural. […] Según la gramática, los sustantivos abstractos no tienen plural como tales, y algunos que lo admiten, cambian de significación cuando se emplean en ese número. Ejemplos: curiosidad: cualidad de ser curioso, curiosidades: cosas curiosas; horror: emoción, horrores: actos que motivan o provocan horror; instrucción: acción de instruir, caudal de conocimientos, instrucciones: indicaciones para hacer algo”.
En cuanto a las muletillas, se les define como “voz o frase que se repite mucho por hábito”, verdaderas muletas, que empobrecen la comunicación de quienes recurren a ellas conviertiéndolos en reales “limitados verbales”. Este vicio cambia con el tiempo, se moderniza, pero no deja de ser un vicio: hay quienes repiten entonces, ¿entiendes? y tantas otras. Ahora se ha puesto de moda la repetición de poco, o mejor dicho, de la expresión “un poco que”. Cuando la oigo siempre pienso en el Quijote en su biblioteca, leyendo una novela de caballería y tratando de resaltar sus escasos valores, porque -y parafraseo al célebre personaje de Cervantes- un poco que muestra muy poco dominio de nuestro riquísimo español quien un poco que lo reduce de ese modo.

Muchos son quienes se preocupan por la salud del idioma; pero reflexionemos, amigos, ¿vemos solo la paja en el ojo ajeno o también en el propio? Les confieso que a veces resulta desalentador seguir viendo las tildes de guion, los hogares para niños sin amparo filial, el uso abusivo de las mayúsculas y otros muchos errores de los que tanto se ha hablado.

Nuestro español es hermoso y rico: evitemos repeticiones y muletillas que lo disminuyen.

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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