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Jorge Gelabert entre golazos

El equipo Habana se impuso en la Copa de Fútbol Sala Jorge Gelabert Pérez, efectuada recién en la instalación Kid Chocolate, con final de uno por cero frente a Industriales. Las representaciones de Pinar del Río y Granma mostraron brillo; los juveniles, futuro manifestándose en el presente de qué manera  y…Deseo ir más allá de la lucha por el balón en uno de los dos torneos cubanos que llevan el nombre de un periodista, el otro es el Eddy Martin, de beísbol, que se organiza en Ciego de Ávila.

Jorge Gelabert Pérez, ¡cará…! Lo vi llegar, voz y andar entusiastas, a las clases de superación para corresponsales voluntarios deportivos, miembro de la comisión de divulgación del Inder en la capital, por los años 70. Observé su avance, muchas veces logrado a trompicones, mientras ponía mi granito de arena en su formación que lo condujo a ser un profesional. Sus escritos publicados en Tribuna de La Habana y lo que expresara por los micrófonos de la COCO no serán de antología pero llevan tanto amor, tanta honestidad, y el conocimiento humano y atlético del ámbito y sus protagonistas.

En pocos he visto la devoción, la entrega, la labor esforzada de este alumno que llegó a ser dirigente provincial de la Upec. Ojalá muchos sabios, o que se lo creen, se dieran así de íntegros, alejados de la búsqueda de notoriedad, a la profesión, sin pedir nada personal a cambio. A esos, Martí los condenó con gran fuerza: “Como la llaga en hierro ardiente ha de ser quemado en su cueva el talento que no sirve a la virtud”.

En ocasiones, a Jorge lo golpeaba una de sus cualidades principales y, también, su gran defecto si llegaba a exceso: la pasión; cuando ponía el corazón ardiendo por encima de la frialdad urgente del cerebro al analizar la labor de un manager, de un entrenador o la refulgencia de un contendiente, de un seleccionado. En la mayoría de los casos, desliz de forma machacando el contenido casi nunca lejos de la verdad.

En sus trabajos jamás calló lo que pensaba si era útil ni dijo lo que no sentía costara lo que costara. Nunca fue látigo contra el contendiente que cometía un error ni sus frases fustigaban al derrotado. Era inmenso su querer por las lides del músculo y las veía más allá: forja, lección, alimento de la moral, de la identidad, de la autoestima.

Recuerdo que fue alma de aquella sala de historia del deporte enclavada en el estadio Eduardo Saborit de Playa. A su pedido, Fidel, de recorrido por la instalación el 15 de julio de 1983, anduvo junto a él por aquel modesto canto al quehacer atlético del territorio. Después el Comandante en Jefe escribió en el libro de visitantes frases como las siguientes: “Es muy importante el trabajo de base de este museo. Aquí se aprecia que en el Saborit hay muchas actividades deportivas… Les felicito por el museo deportivo que recoge los grandes méritos históricos del municipio Playa… La cultura y el deporte se han hecho masivos y se han convertido en patrimonio de todo el pueblo…”

Jorge Gelabert, ¡cará…!…Lo sentí ocupando espacio en las gradas para presenciar los partidos de la justa que lleva su nombre. Saltaría de gozo al ver el adelanto alcanzado por el fútbol sala de nuestro país; incluso, cinco participaciones en el Mundial de la disciplina ganadas a puro pulmón. Abogaría por mayor apoyo aún, más torneos, en el país, al menos, para foguear a estos muchachos de gigante apasionamiento en el entrenamiento y las competencias. Seguramente lo escribiría. Conocí muy bien a mi alumno.

Por Víctor Joaquín Ortega

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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