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Fidel dio la voz: ¡ Manos a la obra!

Bárbara Doval, periodista de la TV capitalina, junto al Comandante en Jefe Fidel Castro
Bárbara Doval, periodista de la TV capitalina, junto al Comandante en Jefe Fidel Castro

Ya eran pasadas las doce del día. La polvareda inevitable de las edificaciones en construcción cubría cada rincón. La ausencia de parte del mobiliario hacía que nos sentáramos sobre el piso en los cubículos de ediciones. Sin embargo, toda esa atmósfera contrastaba con las vibraciones fundacionales de quienes recorríamos los largos pasillos del edificio de P y 23, donde ya había estado la televisión y entonces nacía el Canal Educativo.

Como núcleo primero quedábamos un grupo de colegas de CHTV, la televisora de la capital del país.

Transcurría el tercer día del mes de julio de 2003. Ante la terminante orientación del director, debí dejar a un lado el reporte que me ilusionaba por otra inesperada cobertura. Ese día mi ánimo iba muy mal. Se cumplían tres años exactamente de la pérdida física de mi padre. Estaba segura de que era uno de los peores de mis días. Y no sospechaba que esa sensación podría trocarse por otra muy agradable.

De pronto, un grupo de periodistas con grabadoras, cámaras y nuestros bolígrafos en ristre apenas llegábamos a la Escuela Primaria de Natación Cesáreo Fernández en el municipio de Playa, cuando fuimos sorprendidos por la presencia del mismísimo Fidel. Directo se dirigió hacia el grupo de colegas. _ ¿Cómo se llama ese programita que están transmitiendo en las noches del Canal Educativo? Y una mano solidaria me sacó del tumulto y me puso delante de quien no había imaginado ver, ni por asomo, en aquella jornada.

Inmediatamente, no sólo periodistas se agolparon en torno al gigante verde olivo. Luego llegaron en ráfagas otras tantas preguntas  como si hiciera un breve sondeo del auditorio y luego se sucedieron las explicaciones de lo que perseguía aquel proyecto veraniego de reparación y construcción de nuevas escuelas en la capital cubana.

Estábamos en uno de esos centros docentes donde se edificaba la maravilla que sólo el amor puede engendrar. El programa televisivo Manos a la obra al que había hecho referencia, era diario y comenzaba a las diez de la noche para dar cuenta de cómo marcharía  la obra constructiva.

En esta etapa recomendaba dar orientaciones. Hay que recordar e insistir en el cuidado de los recursos, que no se desperdicie absolutamente nada, en la necesidad de que se cumplan los cronogramas constructivos y de que las obras se terminen con calidad.

fidel manos a la obraAl tiempo insistía en que la prensa también debía alertar porque estábamos en temporada de lluvia y no se podía perder ni un granito de arena. Y entre consejos, también emergía la historia acerca de aquel hombre laborioso que fue Cesáreo Fernández, y del que una vez, apenado,  dijo “ha muerto de tanto trabajar”.

Al principio insistiremos en cómo deberá ser todo_ nos recomendó, al tiempo que reconocía la necesidad de la crítica, en caso de incumplimientos que pudiesen poner en peligro el proceso constructivo de las escuelas en la capital del país en los meses del verano. Por eso, pensó en la idea de un programa que se le encargó al Canal Educativo y que en tormenta de ideas con sólo un mensaje suyo, se echó a volar la creatividad.

Así cada día, salía al aire Manos a la Obra dirigido por un director de televisión, pero siguiendo la estrategia diseñada por el Comandante en Jefe, quien se planificaba sistemáticos recorridos en los cuales no dejaba detrás a la prensa para comprobar por sí mismo cómo iba el proceso constructivo, y además para que su pueblo estuviera informado y le acompañara como en tantas batallas. Era una manera más de promover la participación de la ciudadanía.

Por eso, además existen testimonios de sus pláticas con cada colectivo visitado, de cómo se conmovió lo  mismo por el peinado de una niña en la Escuela de Ciegos y Débiles Visuales en Marianao, que disfrutó palear cemento en una escuelita en Regla o sentarse en una pequeña silla  de un aula cualquiera en el Cerro  para comprobar si estaban bien hechas.

Y en cada momento, la alegría, el buen humor, el ánimo, el respeto hacia los otros, la preocupación por cada etapa del proceso y hasta qué decía el estado del tiempo y el diálogo con la prensa fueron aliados.

Dos intensísimos meses veraniegos,  en los que ni el calor, ni las lluvias pudieron paralizar las labores constructivas. Constructores, militantes del Partido Comunista, de la Juventud, de la Educación y mejor aun, los estudiantes y sus profes, sus padres también se incorporaban a las labores constructivas en diferentes puntos de la capital cubana.

A La Habana, como al Canal Educativo la cubría por puntos, una polvareda que se iba convirtiendo en remozados o más amplios centros docentes. Desde los baños, los bebederos, los comedores, la comodidad de las aulas o su ventilación, la plaza de los matutinos, todo pasaba por la acuciosa mirada de quien iba generando múltiples ideas y las comentaba, para que la práctica fuera obra colectiva.

Por eso, no importaba que nos sentásemos en el piso de un cubículo de edición mientras llegaba el mobiliario para concebir un reportaje. No se escatimaban horas ni iniciativas para que cada uno de los trabajos, de cada una de las noches resultara distinto aunque fueran sobre el mismo tema. Rostros, voces e historias diversas imprimían color y razones, no sólo al programa televisivo sino al Programa de Reparación y construcción de escuelas en la capital del país. Otro de los sueños realizables de Fidel ante la sola voz de ¡Manos a la obra!

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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