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Carlos Rafael: un hombre de muchas luces

Reconocido como uno de los grandes humanistas cubanos del siglo XX, Carlos Rafael Rodríguez  falleció el 8 de diciembre de 1997.
Reconocido como uno de los grandes humanistas cubanos del siglo XX, Carlos Rafael Rodríguez falleció el 8 de diciembre de 1997.

Abarcar desde la reseña o síntesis biográfica el quehacer de una persona resulta casi imposible, sobre todo cuando se trata de describir la impronta de uno de los más aventajados pensadores cubanos: Carlos Rafael Rodríguez.

Nacido en Cienfuegos, el 23 de mayo de 1913, desde muy joven se incorporó a las luchas clandestinas contra los gobiernos despóticos de la Neocolonia. Tal vocación lo llevó a formar parte del Directorio Revolucionario (DR), el Ala Izquierda Estudiantil y el Partido Socialista Popular (PSP). Incluso, en agosto de 1958 marcha a la Sierra Maestra, y allí permanece hasta los días finales de la insurrección armada.

Sin embargo, sus mayores aportes asoman en la construcción del sistema socialista cubano. Amplio conocedor del Derecho, así como de las Ciencias Sociales, Políticas y Económicas —estudios realizados en la Universidad de La Habana―, otorgó al proceso una coherencia en la aplicación práctica de los principios del marxismo-leninismo.

Precisamente, esas dotes de intelectual revolucionario lo comprometieron en la asunción de diferentes cargos oficiales ―Presidente del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), de la Comisión Nacional de Colaboración Económica y Científico Técnica, y Vicepresidente del Consejo Estado y de Ministros—, desde los que materializó una importante contribución a la política exterior de la Isla.

De hecho, para Isabel Allende Karam, su asesora durante varios años, viene a ser el factor clave en la cimentación de nuestras relaciones con los países socialistas de Europa, y en la participación íntegra de Cuba en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME). En tal sentido, sobresale el rol desempeñado como conductor de las comisiones mixtas de colaboración y de los convenios contraídos, sin olvidar la gestión ejercida dentro del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL).

Enrolado en no pocas polémicas en torno a la economía, Carlos Rafael Rodríguez marcó también una pauta en la comprensión del desarrollo, al romper con el concepto capitalista y formular, a la vez,  una idea de progreso sostenida en el incremento del bienestar común, el establecimiento de actividades socioculturales, y el uso racional de los recursos humanos y materiales.

Con una vasta obra ensayística (antes y después del período revolucionario), legó a la bibliografía cubana 46 libros, además de una  nutrida colaboración con publicaciones periódicas. Algunos especialistas hasta alegan una supuesta deuda del movimiento editorial en el país con su quehacer reporteril.

Galardonado con el Premio Nacional de Ciencias Sociales en 1995 (primera entrega del alto reconocimiento), supo interiorizar, quizás como ningún otro, el devenir histórico y cultural de nuestra nacionalidad, al incluir en sus interpretaciones de la realidad la huella dejada por varias generaciones de cubanos.

Dicha vocación humanista quedó evidenciada en no pocas alocuciones, aunque la realizada a propósito del aniversario 110 del natalicio del Apóstol, aún consta de irreprochable vigencia.

“La Cuba socialista de hoy puede aproximarse a José Martí mirándolo de cerca, no como la figura a la cual se honra para continuar el curso de la historia en la lejanía, sino como batallador de nuestra propia pelea, como un hombre con el cual compartimos todavía mucha porción de su ideario, porque es un hombre situado en el centro mismo de la angustia de su patria y de las esperanzas contemporáneas de su pueblo.

“… tiene ese privilegio, el de que sus grandes héroes nacionales, Martí y Maceo señaladamente, sean todavía héroes en brega diaria, hombres cuya lección no ha terminado, héroes que comparten con los héroes de hoy, el homenaje caliente, actual, de un pueblo que no puede olvidarlos ni mirarlos como figuras remotas”.

Atado al recuerdo, Carlos Rafael Rodríguez constituye también un intelectual de otra dimensión, pues su extendida cultura, lejos de convertirlo en alguien elitista, lo hizo aún más cómplice de las costumbres populares, al disponer de un gran sentido del humor, enrolarse en un partido de pelota o disfrutar de un buen juego de dominó. Fue un hombre de muchas luces.

 

Roberto Alfonso Lara / Cubaperiodistas

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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