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¿Adiós al cine de barrio?

El cine Mónaco, en la barriada de La Víbora, uno de los que permanece cerrado
El cine Mónaco, en la barriada de La Víbora, uno de los 29 que permanecen cerrados en La Habana.

Antes de la era de la televisión, y aún con ella, la radio y el cine eran el entretenimiento favorito de los cubanos. Asistir a las salas oscuras motivó más de una cita amorosa y sirvió de oportunidad para dialogar, crear nuevos vínculos y cultivar amistades.

La pasión por el séptimo arte data de las seis de la tarde del domingo 24 de enero de 1897, fecha de la primera proyección cinematográfica en el país, en una pequeña sala próxima al teatro Tacón, hoy Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, a la cual asistieron más de dos mil habaneros.

Durante todo el siglo XX se mantuvo el ritual de ir al cine, motivado sobre todo a partir de 1950, cuando empezaron a proliferar los cines de barrio: El Mónaco, en el reparto Sevillano; Atlas, en la barriada de Luyanó; City Hall, en el Cerro; Salón Rosa, en el Cotorro; el Cine Mantilla, en Arroyo Naranjo; Alameda, en Diez de Octubre; el Continental, en San Miguel del Padrón; por mencionar algunos.

También teatros como Carral, en Guanabacoa; y Céspedes, en Regla, se readaptaron para salas de proyección. La crisis económica de los años ‘90 vino a cambiar por completo el panorama, y la tradición de consumir cine en espacios colectivos en el barrio comenzó a resentirse.

La ausencia de público resulta un fenómeno complejo en el cual han influido realidades tecnológicas, primero con la aparición del reproductor VHS, luego el DVD, y más recientemente, con la llegada del “paquete” –ese volumen digital con los estrenos audiovisuales de la semana–, pero sobre todo, realidades prácticas como el estado constructivo de muchas salas de cine de la Isla.

La falta de ofertas en los barrios es un problema considerable; con la excepción de los cines ubicados en la céntrica avenida 23, del Vedado –23 y 12, Chaplin, Riviera, Yara, La Rampa–, subordinados a la Distribuidora Nacional del ICAIC, muchas salas habaneras han ido desapareciendo lentamente, y las que subsisten presentan pésimas condiciones constructivas y de infraestructura que impiden disfrutar de un buen filme.

Según declaraciones de Danae Moros, al frente de la Dirección Provincial de Cine en La Habana al Diario Granma, en junio de 2015 de 42 cines existentes en la capital, permanecían 13 abiertos y 29 cerrados.

“Ocho de los que están abiertos tienen problemas constructivos, y los cerrados serán traspasados a instituciones culturales porque ya no los vamos a usar como salas de cine”, afirmó la directiva.

En tanto, los pobladores de las zonas más apartadas del centro de las ciudades están obligados a trasladarse en sus horas de ocio hacia la capital de provincia, porque las circunstancias en que se encuentran sus localidades no favorecen a los cinéfilos.

“Aunque la lógica indique que sea en el área más urbanizada donde afloren sitios para el esparcimiento, no se deben despreocupar los barrios alejados, ya que de la atención a ellos dependerá, en gran medida, en qué inviertan el tiempo libre sus habitantes y, cuál es la cultura que se crea”, aseguró Amalia Ramos, pobladora del barrio El Diezmero, en San Miguel del Padrón.

Al mismo tiempo, circunstancias de otra índole han conspirado contra la asistencia de público a las salas oscuras. “El cine Mantilla, que es el que tengo más cercano, se ha convertido en morada de borrachos y otros antisociales. La última vez que fui con mi novia nos tuvimos que parar y dejar la película a medias”, dijo Alejandro Madorrán, de Arroyo Naranjo.

Daniel Castellanos, antiguo asiduo del Cine Continental, señala que en su municipio no están creadas las condiciones ni el confort para ver un filme de una hora de duración, las salas carecen de aire acondicionado, y tampoco las ofertas son sistemáticas, y variadas.

“En el pasado Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, mientras en el Vedado se estrenaban varias propuestas cada día, el Continental pasó toda una semana con la misma película en cartelera, lo cual indica que existe también falta de gestión. No se aprovechan estos lugares para facilitar la diversión sana, algo que sin dudas debe fomentarse”, destacó.

Roberto Smith, presidente del ICAIC, reconoció el primero de marzo último en conferencia de prensa que “el tema de la exhibición es de los más complicados en la vida cultural del país, porque mantener un nivel de sostenimiento y calidad resulta muy costoso”.

Hoy la industria busca la opción de los multicines, como el ubicado en la calle Infanta, de La Habana, en los que el público accede a una localidad y puede encontrar salas chicas y varias pantallas.

“Pensamos en salas más pequeñas como una solución práctica, rescatando solo aquellos cines que tengan un gran valor patrimonial. Se han abierto, por ejemplo, dos salas en el nuevo Archivo fílmico, ubicado en Nuevo Vedado, y cuatro en el Centro cultural Guayabera, en Alamar, y así en casi todas las provincias”, señaló Smith.

María Teresa Hernández Pérez / Agencia Cubana de Noticias

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Redacción Cubaperiodistas
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